Pues bien, su diagnóstico, que ha venido a coincidir con las previsiones del FMI, advirtiendo que, en España, la recesión durará un año y medio o dos, el PIB caerá un 3% y, el año próximo, el paro llegará al 20%, ha hecho saltar, sin dilación, a varios ministros, atajando sus apreciaciones y tildándolo de alarmista y equivocado; ellos que nos han dejado caer en este desastre y no saben tomar las medidas oportunas, son los que impulsaron la fusión de CCM con otras cajas de ahorro, a sabiendas de que se producía sobre unas cuentas falseadas, y los que, no reconociendo la existencia de la crisis, para tomar a tiempo las medidas necesarias, han provocado una situación aún más grave, a la que el sistema financiero no puede ser inmune. El aumento del paro de marzo demuestra que la situación se agrava y que el problema económico-financiero, en España, va a durar más que en el marco europeo, por no haberlo atajado en su momento.
Las alegrías de ZP chocan contra las advertencias del FMI y del Banco de España; sus voces autorizadas, al pronosticar que la gravedad, lejos de amainar, irá en aumento, aconsejan racionalizar el gasto público; no siendo necesario recortar el gasto social, el Gobierno debe poner fin al derroche que suponen las autonomías y al dispendio, que bajo la etiqueta de cultura, sindicatos y otros inventos, se dilapida en financiar la propaganda encubierta de los partidos políticos. Si no se hace así, esta crisis de confianza se enquistará y ya no habrá remedio. ZP, al no querer ver sus errores y no enmendar sus políticas ineficaces, sólo hará que el enfermo caiga en coma y se apague definitivamente.
Además es preciso, y aquí los deberes corresponden a empresarios y gobierno, incrementar nuestra productividad, acomodándola a un modelo económico más competitivo y acorde con los tiempos. La Confederación de Cajas de Ahorro insta al Gobierno a entablar un plan de contingencia para el sistema financiero, que pueda responder a riegos catastróficos. Aquí, se requiere, no un cambio de ministros, sino un estricto proceso de austeridad y ahorro, una profunda reforma laboral, un cambio radical de política, en definitiva, un frenazo en seco, un corte por lo sano y convocatoria de elecciones.
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