Y luego, si quieres, seguimos hablando de dinero, de qué otra cosa podría ser tratándose de vosotros. Del dinero que os estáis llevando del presupuesto ése que nunca os parece bastante. Llevando para vosotros, para el bolsillo, para la buchaca. No, no voy a decir eso de que lo pagamos todos los españoles, aunque sea verdad; es que estáis estafando moralmente a los catalanes, y lo que os jode es que quede al descubierto este tinglado de hipocresía y doble rasero. Ya no cuela el victimismo de limusina con reposapiés. No cuelan los sospechosos dietarios de viaje, no cuelan los parientes colocados en las embajadillas ésas del extranjero, no cuelan los fondos de reptiles -es una frase hecha, hombre, no llames todavía al abogado- de las campañas sobre el nacionalismo obligatorio. No cuelan las prebendas sectarias de clientelismo barato, ni la inflación de cargos ni la brigada político-social con que inspeccionáis a quienes no cumplen vuestros dicterios totalitarios. No cuela ya ni en vuestro propio ámbito el despilfarro con ese descaro tan desvergonzado, con esa deshonesta naturalidad sans façon, como si el pedigrí identitario y victimista que os habéis inventado os otorgase un derecho de pernada.
De modo que sí, Puigcercós, acepto la profilaxis para no contagiarme de vuestra poca vergüenza. Pero mira, repara una cosa: cada vez somos más a un lado de la cinta y cada vez sois menos en el otro. Piénsalo; igual algo no lo estáis haciendo bien. Y, eso sí, el cordón no me lo vayas a cobrar.
ABC - Opinión
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