"Prefiero la sonrisa al gesto hosco",
acabas de soltar –¡toma del frasco!–
con un mohín de vómito y de asco,
como el de quien jamás se come un rosco.
Tu fingimiento huele a falso y tosco,
tu voz rechina a ráfaga y chubasco,
y hasta tu faz, rocosa cual peñasco,
revienta las portadas del quiosco.
Tu acento es como témpano y pedrisco,
tu hocico, pese al bótox, es arisco,
y tu carácter, frío, seco y brusco.
Con ese estilo cínico y chulesco,
la dignidad te trae más que al fresco,
y todo lo que dices suena chusco.
Fray Josepho
martes, 30 de octubre de 2007
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1 comentarios:
Qué fea es, realmente.
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