sábado, 25 de noviembre de 2006

Es intolerable lo de Rivera, dice el PP


Querido J:
Te supongo al corriente de la histórica información que sacudió hace pocos días la conciencia general de los catalanes, y muy en especial, la de los miembros de Ciutadans de Catalunya. «Albert Rivera militó en el Partido Popular», eso decía, y ya no hay remedio. La información se presentaba con un gran despliegue retórico y del medio original, El Periódico de Catalunya, pasó al resto de periódicos, a las radios y las televisiones. Quiero prevenirte que ése fue el primer y principal mensaje distribuido, y que todas las matizaciones, confirmaciones y desmentidos fueron posteriores y se fueron añadiendo, como cencerros, al hilo principal. Lo sustancial es que el presidente de Ciutadans tenía un pasado, y era popular.

Piensa, por un momento, que Albert Rivera hubiese militado durante meses o años en el Partido Socialista. La noticia sólo habría tenido un eco discreto, entre líneas, y la carcajada habría sido general si alguien hubiese propuesto que esa información debía figurar en la portada de un periódico. Pero el grado de identificación entre el Mal y el Partido Popular ha llegado a tal extremo en Cataluña que la sociedad mediática juzgó como perfectamente natural el escándalo.

Por supuesto, no había ninguna razón objetiva para ello. Sorpresa habría sido que Rivera hubiese militado, por poner un ejemplo, en una organización independentista. Por el contrario, el mensaje de Ciutadans tiene a los votantes del Partido Popular y del Partido Socialista como parte de sus destinatarios principales: no era raro, por lo tanto, que su líder hubiese militado en alguno de esos partidos. La extrañeza, el escándalo, fueron pura impostura sobrevenida.

Te lo diré claramente: en Cataluña el Partido Popular se equipara con el terrorismo, al menos moral. Es significativo que en la primera información aparecida en El Periódico se subrayara que Rivera había empezado a militar durante la Guerra de Irak. Era falso, porque se alistó antes, pero durante todo el día esa estrafalaria relación entre Irak y Rivera ocupó informativos y tertulias. Como si el joven líder fuese una bomba, aunque sin metáfora.

Rivera, sin embargo, también ha participado en esta demonización. Los hechos son que en el año 2002 firmó una hoja de afiliación a Nuevas Generaciones, la rama juvenil del Partido Popular, que no hizo una vida militante y que, cuatro años después, cuando ya estaba comprometido políticamente con el proyecto de Ciutadans, decidió darse formalmente de baja de una vinculación partidista que es probable que hubiera olvidado.

Pero fíjate en una cuestión, de la que me habrás oído hablar alguna vez. Es la cuestión clave: si, durante el proceso de creación de Ciutadans, Rivera hubiese revelado su antigua afiliación, no habría llegado a ser el líder que es. Sabes que participé en el debate sobre la creación de Ciutadans. Y sé bien hasta qué punto pesaba en el ánimo de muchos la necesidad de que Ciutadans no se identificara, en ningún momento, con el Partido Popular. Esa necesidad fue casi siempre ridícula, y muchas veces histérica: Ciutadans se había creado en razón, también, de las insuficiencias políticas del Partido Popular, y estaba clara su distancia con el modelo, no sólo político, sino moral y cultural, del Partido Popular. Pero Rivera, te insisto, no habría hecho carrera política en Ciutadans de haberse descubierto el estigma.

Así comprendo que en su participación en los movimientos previos le preocupara exhibir una cuidadosa equidistancia entre las dos almas del proyecto, y que, en consecuencia, ocultara ese fragmento mínimo y poco importante de su pasado. Lo comprendo, pero lo deploro. Porque la ocultación justifica la corrupta sentencia. La cínica evidencia de que con la verdad no se puede hacer política.

Su reacción posterior está íntimamente vinculada con su vergüenza... estratégica. Durante la campaña electoral insistió, sin que nadie se lo preguntara, en que había votado al Partido Popular y al Partido Socialista, y también a Convergència. Se trataba de la misma, y lógica, estrategia transversal. Si dio estas explicaciones sobre su voto es injustificable que no las diera de su militancia, por muy anecdótica que fuera. Como es injustificable que en su currículo se señalara expresamente que no había militado en formación política alguna. Sí, no puede evitarse que los enemigos de Ciutadans y algunos de sus amigos evoquen ahora la paradoja de su cuerpo desnudo.

Habrás de reconocer, no obstante, mi querido amigo, que la demonización más chocante, sofisticada y desmoralizadora del Partido Popular no proviene de sus más fieros enemigos políticos ni de la que haya podido macerar, deliberadamente o no, en la conciencia de Albert Rivera.

La demonización realmente extraordinaria es la emprendida ¡por el propio Partido Popular!, que ha visto, complacido y prácticamente dispuesto a todo, cómo la militancia en su partido era utilizada como una injuria. Desconozco por qué caminos los redactores de El Periódico obtuvieron la información. Y no me gusta especular sobre las filtraciones, que es como los unos llaman al periodismo de investigación cuando no hace daño a los otros. La información es de El Periódico y suya su responsabilidad de arriba abajo.

Ahora bien: el Partido Popular confirmó, después de que los medios lo contaran, que Albert Rivera había militado en su partido. ¿Qué estado de necesidad, qué urgencia democrática, que mandato jurídico hacía necesaria esta confirmación? Ninguno, por supuesto. Sólo el autoodio, para decirlo, aunque ahora con total precisión psicológica y política, con la jerga de mis paisanos.

Hasta tal punto el Partido Popular no se soporta. Hasta tal punto ha caído preso de la trampa antidemocrática impuesta por el establishment. Sí, Albert Rivera pecó, ha dicho el señor Francesc Vendrell después de abrir los sótanos con asco sumo. Ignoro si la Ley de Protección de Datos o cualquier otra impide que un partido político revele información de un ciudadano sin el acuerdo de éste y sin coerción fundada. Pero me gustaría que la ley (¡al menos la ley!) salvara al Partido Popular de sí mismo.

Por lo demás, ha llegado el frío.

Sigue con salud.

A.

(Recodo)
--Espasa, hay más.
--Buenos días, pero no me cree problemas.
--Voy a ser yo... Esto que ha dicho un grupo de socialistas.
--¿Que Rivera estuvo en sus actos?
--En efecto.
--Un capotazo.
--Quiá, Espasa. La inefable superioridad moral de sus amigos. Alto el fuego: si también estuvo con nosotros, ha de ser hombre de bien.
--Retorcido.
--¿Socialistas en positivo, dice que se llaman?

Arcadi Espada en su blog
25-11-2006

2 comentarios:

Enrique Suárez dijo...

A la que se responde desde Ciudadanos en la Red
http://ciudadanosenlared.blogspot.com/2006/11/slo-nos-importan-las-personas.html

Saludos ciudadanos

Anónimo dijo...

hombre, estoy de acuerdo con todo menos... con los dos reproches a Rivera. Creo que sobran. Este muchacho lo está haciendo más que bien y lo que hay que hacer es apoyarle.