jueves, 8 de septiembre de 2011

Zapatero se aleja cada vez más de la política nacional. Por Antonio Casado

La reforma constitucional que incluye el mandato del equilibrio presupuestario, consensuada por PSOE y PP, pasó ayer tarde por el Senado. Sin sorpresas en la suma de votos necesarios para sacarla adelante (233 a favor, 3 en contra). Así que los comentarios de la jugada se centraron en asuntos colaterales pero sustanciosos.

Aparte del incendiario discurso catalanista del senador Miquel Bofill (ERC), lo más reseñable fue la ausencia del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, precisamente quien impulsó la iniciativa en nombre del saneamiento económico nacional exigido por los mercados internacionales.

No es que tuviese un papel reservado en un debate conducido por los respectivos portavoces de los grupos parlamentarios. Como en el Congreso, donde tampoco intervino pero ocupó su escaño en la cabecera del banco azul. Esta vez hubo silla vacía y comentarios para todos los gustos sobre el significado de su ausencia física del jefe del Ejecutivo en un asunto de Estado donde los haya. Nada menos que una reforma de la Constitución.

«Zapatero utilizó la excusa de que había comprometido ciertas llamadas telefónicas con algunos líderes europeos y además tocaba audiencia con el Rey. Mal traída excusa cuando siempre ha sido compatible despachar con el Rey y asistir a las sesiones parlamentarias...»
Moncloa había confirmado su presencia en el debate. Y tuvo que desmentirse a sí misma sobre la marcha. Por decisión del propio Zapatero, asimismo tomada sobre la marcha, con la excusa de que había comprometido ciertas llamadas telefónicas con algunos líderes europeos y además tocaba audiencia con el Rey en Zarzuela. Mal traída excusa cuando siempre ha sido compatible despachar con el Rey y asistir a las sesiones parlamentarias. Para eso y para lo otro están las agendas.

El episodio no tiene mayor importancia pero es algo más que un episodio porque refleja una conducta perfectamente calculada en el último tramo de su vida política. Alejamiento de la vida nacional que se inspira en la cesión de espacios al candidato Rubalcaba (“generosa y absoluta”, dicen en Moncloa) y su obsesión por la evolución de la crisis económica.

Aparte de acudir al Palacio de la Zarzuela para despachar con don Juan Carlos, Zapatero se pasó la tarde hablando con sus colegas europeos sobre el balsámico discurso de Angela Merkel en defensa del euro y de la Unión Europea, mientras el candidato Rubalcaba grababa (por la tarde) su intervención de anoche en el programa “59 segundos” de TVE y los nacionalistas catalanes se mostraban como vírgenes ofendidas en el Senado.

Zapatero ha dedicado los dos últimos días a Erdogan, a la bolsa y a la prima de riesgo. En la calle los profesores bramaban contra los recortes de Esperanza Aguirre en la enseñanza. Y la número dos de Rubalcaba, Elena Valenciano, impartía argumentario ante los coordinadores regionales, provinciales y locales de la campaña electoral. Por cierto, mencionado quince veces a Rubalcaba, una a las siglas PSOE y ninguna a Zapatero.


El Confidencial – Opinión

Más que palabras. Pánico y consenso. Por Esther Esteban

El de esta semana ha sido un nuevo lunes negro, uno mas de esos en el que tiemblan los mercados y se desata el pánico en las bolsas. Las europeas bajaron un 5 por ciento, y la prima de riesgo española, al igual que la italiana, se disparó de nuevo sin que el BCE consiguiera frenar la escaladA.

A estas alturas ya no hay analista que sepa con exactitud donde situar el origen de nuestros males, aunque lo que está claro es que el desencadenante de esta nueva situación de pánico fueron unas desafortunadas declaraciones de la directora del FMI Christine Lagarde advirtiendo de que el mundo está al borde de una recesión inminente. No era la primera vez que esta señora hacia una previsión tan catastrófica y, de hecho, la última semana de agosto advirtió también que la banca europea necesitaría una urgente recapitalización por valor de 200.000 millones de euros pero, desde entonces, las cosas no han parado de empeorar.

Si de muestra vale un botón, ahí esta el pésimo dato de paro registrado en agosto en Estados Unidos -el país mas poderoso de la tierra-, el reconocimiento de que Grecia no puede cumplir con su reducción de déficits pactada con la UE, la situación de Italia, incapaz de afrontar su anunciado ajuste presupuestario o la inestabilidad permanente de España donde, ni siquiera un cambio constitucional, ha conseguido parar el desastre.


La cosa está tan fea que el mismísimo presidente del Deutsche Bank ha dicho que la situación del sistema financiero es equiparable a la de hace tres años, cuando quebró Lehman Brother y tal vez sea así, que estos tres larguísimos años de sobresaltos solo hayan servido para situarnos en el mismo punto, incluso peor.

Con este panorama y de puertas adentro, con elecciones a la vuelta de la esquina convendría que los partidos políticos y especialmente los dos grandes, PP y PSOE, huyeran lo máximo posible de la demagogia y dejaran de enzarzarse con las cosas de comer. ¡Claro! que las recetas de ambos para salir de esta deben ser diferentes y es normal que Rajoy apueste por bajar los impuestos a los emprendedores, los autónomos y las PYMES para que puedan crear riqueza, mientras que Rubalcaba hable restablecer el impuesto de patrimonio -que ellos mismos eliminaron hace un par de años- o la imposición de una tasa para la banca.

Es natural que ambos candidatos quieran marcar distancias ideológicas con sus adversarios y que los ciudadanos puedan ver opciones distintas para decidir su voto. Pero una vez celebradas las elecciones, el 21-M sin ir mas lejos lo sensato y lo que demanda la sociedad es que ambos se entiendan y que se suscriban unos pactos similares a los de la Moncloa que en su día sirvieron y mucho para reavivar nuestra economía. La magnitud de esta crisis, sin precedentes, requiere de acuerdos y si han sido capaces de entenderse en horas para cambiar la Constitución que era intocable hasta hace bien poco, no estaría de mas que hicieran lo propio y junto al resto de grupos parlamentarios dieran al país un ejemplo de altura de miras por encima de las pequeñas miserias partidistas. Aquí o se rema en la misma dirección para salvar la marca España o vamos derechos al abismo si es que no somos intervenidos antes del 20-N.


Periodista Digital – Opinión

Reforma. ¿Referéndum o indignidad democrática? Por Francisco Capella

O sea que cuando los prestamistas extranjeros deciden cortarte el grifo, a menos que tomes medidas adecuadas, porque sospechan que eres insolvente, estamos ante "presiones externas intolerables".

José Antonio Martín Pallín, comisionado de la Comisión Internacional de Juristas, nos recuerda que "somos ciudadanos", y nos interpela para que "¡digamos no!" a la reforma constitucional sin referéndum sobre la presunta limitación del déficit público (esa sobre la cual Juan Ramón Rallo nos ha explicado perfectamente que no es para tanto y que se trata más bien de un fraude consensuado).

En lugar de realizar un análisis jurídico objetivo y calmado, Martín Pallín solamente proclama sus valoraciones particulares y subjetivas de forma muy estridente y rayana en la histeria (pero apelando a la firmeza y la serenidad): "No al procedimiento, grosero en las formas y absolutamente inane en su contenido"; llega a hablar de "intrínseca perversidad", "forma alevosa", "catarata de amenazas oscuras" o "vaciedades". Todo para, según él, amedrentar a los ciudadanos inermes.

Nos asegura que él y muchos otros (no identificados) de diferentes perspectivas ideológicas están de acuerdo en la necesidad de cambiar la constitución. Desgraciadamente no se molesta en precisar los cambios, pero insiste en que no pueden hacerse así, que "nadie puede dudar" (faltaría más) que hay que seguir los "principios inalterables de las reglas del juego democrático". ¿Y cuáles son esos principios? ¿No se supone que están recogidos en el compendio de reglas del juego que es la propia constitución? ¿Insinúa que lo que se está haciendo es inconstitucional?


Según él, "cualquier modificación sustancial que afecte a derechos fundamentales" debe aprobarse por referéndum. Y sólo un "irresponsable político" aceptaría que la limitación constitucional del déficit presupuestario "no afecta a derechos tan fundamentales como la salud, la educación y, en definitiva, el bienestar de los ciudadanos como meta irrenunciable en una sociedad soberana, equilibrada y libre de presiones externas intolerables".

O sea que cuando los prestamistas extranjeros deciden cortarte el grifo, a menos que tomes medidas adecuadas, porque sospechan que eres insolvente, estamos ante "presiones externas intolerables": no se puede tolerar que nos pongan condiciones para seguir prestándonos dinero con el cual financiar todos esos maravillosos derechos que presuntamente tenemos y a los cuales no podemos renunciar, porque si lo hiciéramos seríamos una sociedad desequilibrada. Debemos ser soberanos también sobre nuestros acreedores foráneos. Y es que para él el déficit cero es "nada de nada, calor para unos pocos y frío para la inmensa mayoría". Hasta aquí llega la profundidad de su análisis económico, tal vez no se le puede pedir más.

Asegura Martín Pallín que "los mercados no tienen ni alma ni cuerpo, pero nos hemos dado cuenta de que los manejan unos delincuentes que, de momento, están siendo perseguidos infructuosamente en tribunales penales de diferentes países". O sea que según este jurista de muy presunto prestigio, antes de tener un veredicto de culpabilidad ya sabemos que se trata de delincuentes. Glorioso. La explicación a este disparate está en el mismo comienzo del párrafo: "Que yo sepa...".

Continúa su tono panfletario con múltiples apelaciones a la dignidad, ese término tan etéreo que suele ser señal de desfachatez o incompetencia argumentativa: "Ha llegado el momento de ejercitar nuestra dignidad y decir no"; "No nos pueden despojar impunemente de nuestra dignidad"; "A nosotros, los ciudadanos, nos ha llegado el momento de movilizarnos para restituir a este país su dignidad perdida en el templo de los mercaderes. El referéndum no es de izquierdas ni de derechas, es una forma de expresarnos con libertad y proclamar nuestra dignidad".

Cuánto patriotismo cívico. Ya lo sabes, ciudadano, y te lo ha repetido varias veces de forma machacona: ha llegado el momento, nos quieren robar, vamos a movilizarnos, el templo de los mercaderes, dignidad, bla bla bla, más dignidad... y qué pena da ver por ahí mezclada a la libertad.


Libertad Digital – Opinión

Sin Etiqueta. La confianza. Por Rafael Martínez-Simancas

Ya sabemos a lo que se dedican ahora los diseñadores de las montañas rusas que se han quedado sin trabajo: a decorar balances de las Bolsas europeas. Son ellos los responsables de las subidas y bajadas, de los círculos, de los giros invertidos y de todos estos sustos que vivimos encadenados sin que se detenga la carretilla en la que vamos subidos. Lo único que tenemos asegurado es que de aquí no nos podemos bajar aunque nada impediría que la fuerza centrífuga nos arrojara fuera de golpe y nos mandara al suelo de bruces como el que cae de un burro. Así que cojan aire cuándo puedan porque enseguida vuelven las curvas y los mareos; después de un lunes negro queda toda una semana de emociones garantizadas, (y ninguna buena).

Nos ha tocado compartir carretilla con la señora Lagarde que es un prodigio en meteduras de pata y desaceleraciones violentas. El fin de semana tuvo como ocurrencia vaticinar una nueva recesión mundial y sus palabras fueron claves para el despeñe de los mercados, pero luego le han hecho una entrevista en la que posa con traje gris marengo y afirma que "tenemos que romper el círculo vicioso de la crisis de la confianza". Nadie lo podría decir de tan elegante señora, y mucho menos con un traje de chaqueta tan bien cortado por el oportuno sastre, pero si hay algo vicioso en esta crisis con gente como ella, personas que han ayudado muy poco a verlas venir. No estaría mal que se aplicaran lo que enseñan en primero de "Maquiavelismo" en las escuelas de política-parda: "Cuándo no eres la 0solución te conviertes en el problema". Y la señora Lagarde debería haber cogido la senda de la prudencia, y una vez que ya es tarde también debería haber cogido la senda de la despedida. Pero nada más lejos de su intención: ella permanecerá al frente de la crisis sin darse cuenta de que la crisis también es ella.

No sé cuántas curvas más nos esperan hasta que se den cuenta de que el diseño de crisis que tenemos lo han hecho los mismos que están al frente de los mercados y de las políticas que les asisten. Y que lo que periclita además de la economía es este modelo que ha cometido más tropelías que una convención de piratas del Indico. Lagarde, DSK y resto de malvados con guardaespaldas.

Confianza es una palabra que deberían borrar de su diccionario estos tipos tan extraños que de la ruina hacen negocio. Se nota enseguida quienes son: los únicos que no se marean cuándo las Bolsas hacen giros inesperados, los que aparcan el coche en la puerta de los restaurantes más caros de Nueva York, París, Berlín, Londres o Madrid.


Periodista Digital – Opinión

Rubalcaba nos recuerda que estamos en vísperas electorales. Por Antonio Casado

Cuando se está hundiendo el barco no tiene sentido discutir sobre la decoración de los camarotes. Casi se nos había olvidado que estamos en vísperas de unas elecciones generales. Así de lejana se ve la incipiente batalla entre Rubalcaba y Rajoy. Al presidente del PP le tocó el lunes, ante la Junta Directiva, la primera después de la vuelta al cole. Y ayer fue el turno del candidato socialista ante los diputados y senadores de su partido.

Nada realmente nuevo en la exposición de las líneas maestras del programa, que en realidad no conoceremos hasta el último fin de semana de septiembre (Conferencia Política). Pero si nos motiva la pintura de los camarotes mientras la tormenta económica vuelve a zarandear el barco, pues podemos darle un par de vueltas al discurso del aspirante del PSOE a la Moncloa. Al menos, realista: “Nunca he dicho que vamos a ganar”. Cierto. Se queda con el “Salgo a ganar”, que no es lo mismo y también rebaja su inicial “Para ganar tengo que veros tan convencidos como yo de que podemos ganar”, que dijo aquel 9 de julio de su presentación en sociedad como cabeza del cartel del PSOE.

«“Nunca he dicho que vamos a ganar”. Cierto. Se queda con el “Salgo a ganar”, que no es lo mismo y también rebaja su inicial “Para ganar tengo que veros tan convencidos como yo de que podemos ganar”.»
Sí sabemos lo primero que haría si ganase, al menos en el terreno legislativo y al margen de las medidas de carácter económico. Un proyecto de ley sobre el derecho a morir dignamente y otro sobre igualdad de trato. Ambas se quedaron en la carpeta de asuntos pendientes de Zapatero y el especial interés del candidato por reactivarlas con carácter inmediato, si pudiera o pudiese, nos indica que Rubalcaba no tiene la menor intención de marcar distancias con el aún presidente del Gobierno y secretario general del PSOE.

Desestimar la diferenciación de Zapatero como estrategia de campaña, más allá de las evidentes diferencias entre ambos personajes, es encajar de antemano la línea argumental que utilizará con toda seguridad el PP. Tiempo le faltó ayer a Ana Mato para descalificar cualquier propuesta de quien, como es lógico, se ha identificado con todas las decisiones del Gobierno Zapatero al que ha pertenecido. El sentido común está de parte de la responsable de la campaña del PP.

Amén de despachar una voluntarista renuncia al “ilusionismo programático”, Rubalcaba ha desencadenado un debate absurdo sobre los ricos y su localización en el tejido económico. “¿Quiénes son los ricos?”, se preguntan quienes no son partidarios del impuesto a las grandes fortunas y a los bancos que propuso el candidato socialista con dedicatoria especial a Rajoy: “Los que necesitan protección no son los más ricos sino los que menos tienen”.

Pero tampoco se llegó a hacer el encontradizo con su rival del 20-N ni su rival le da oportunidades. Y menos después del pacto PSOE-PP para hacer del equilibrio presupuestario un mandato constitucional. Así que seguiremos esperando los “cara a cara” televisados, siempre que Rajoy, por cálculo estratégico, se niegue finalmente a correr el riesgo.


El Confidencial – Opinión

Una revolución planetaria. Por Pedro Calvo Hernando

Hay que preguntarse por qué, ya en el siglo XXI, nos encontramos con esta crisis global de características sin precedentes en la Historia. Seguramente este mundo de ahora habrá cometido más errores y barbaridades que en todos los siglos precedentes. Despertarse ahora cada mañana, si se ha conseguido conciliar el sueño, es como despertar a la angustia, a la zozobra, a la locura. Las primeras noticias de la mañana suelen referirse al hundimiento de las Bolsas, al disparo de las primas de riesgo, a la amenaza de nueva y mucho más asesina recesión, al tiempo que al trágico guirigay, al gorjeo y a la memez supina y contradictoria de todos los gobernantes y responsables económicos y financieros del universo mundo. Desgraciadamente, los medios de comunicación se han convertido en los obligados portavoces de tanto caos, tanta estulticia y tanta animalada. Maldecir a los mercados ya no le hace excesiva gracia a nadie y ya es hora de tirar de otros argumentos más novedosos y convincentes, sin que con ello quiera decir que los mercados no tengan su parte enorme de culpa de lo que pasa.

En los últimos días se ha comenzado a hablar de la falta de un verdadero Gobierno mundial y europeo como la posible primera causa del desorden catastrófico que nos tortura. Seguramente tienen razón quienes así piensan y estoy decidido a pasarme a ese partido en cuanto que terminen de convencerme. Para los grandes problemas globales que nos atormentan es ridículo que mantengamos esas estructuras medievales en la organización del mundo y de la economía. Si ustedes miran a la Unión Europea, se encontrarán las dimensiones enanas de la mayoría de los 27 Estados que la componen, que nos amenazan con convertirse en treintaytantos, cada vez más pequeños e inútiles. Deberían ser todos los Estados regiones, provincias o comarcas de unos granes Estados Unidos de Europa o del mundo, para que los inmensos problemas pudieran entrar en vías de solución y en pistas de racionalización adecuadas a esa inmensidad. ¿Que eso sólo es posible mediante una revolución planetaria? Pues claro.


Periodista Digital – Opinión

Prometer con mesura. Por José Antonio Vera

Está bien que el Partido Popular se proponga como objetivo crear 3,5 millones de empleos, pero particularmente no insistiría tanto en cifras concretas como la necesidad de objetivos a cumplir. La historia reciente nos demuestra que las promesas de generación de puestos de trabajo no siempre son afortunadas. Felipe González dijo en el 82 que iba a producir 800.000 empleos, y aquello se le volvió en contra como un boomerang: acabó su largo mandato de quince años con una tasa de desocupación del 22 por ciento.

Y qué decir de Zapatero, que prometió nada menos que el pleno empleo, ya vemos con qué feliz resultado. Por eso un servidor diría a los dirigentes del PP que se anden con cuidado y no vayan más allá de lo que dicta el sentido común. Es necesaria una reforma fiscal para favorecer la constitución de empresas, la eliminación de trámites burocráticos y el mejor aprovechamiento del dinero que se ingresa vía impuestos para ayudar a los emprendedores privados.

Marcarse como objetivo la formación de un millón de nuevos empresarios para favorecer que afloren tres millones de ocupaciones es algo que está muy bien, pero mucho cuidado con llenarse la boca de promesas gratuitas de esas que dejan huella y que los oponentes siempre se encargan de remarcar como errores cuando las cosas no van tan bien como se espera. Que todo puede suceder.


La Razón – Opinión

Crisis. Por qué no se va a romper el euro. Por Emilio J. González

¿Cómo se explica que los mercados castiguen a España por un déficit en el entorno del 7% del PIB y una deuda del 67% y dejen en paz al bono americano?

Grecia está llevando su situación al límite con su falta de compromiso para sanear sus finanzas públicas y devolver el dinero que debe. El país heleno tiene casi todas las papeletas para entrar en suspensión de pagos y tener que abandonar la Unión Monetaria Europea, o de que le echen de ella, pero hay que decir que ellos solitos se lo están buscando si el Gobierno y la oposición siguen con sus políticas populistas y la sociedad continua demandando más prestaciones sociales pero negándose a pagar los impuestos con que financiarlas. Ahora bien, por mucho que lo de esta nación sea una auténtica tragedia griega, dista mucho de serlo para el futuro del euro. Los bancos franceses y alemanes, los principales acreedores de Grecia, tienen capacidad de sobra para afrontar las consecuencias de su exposición a la economía helena, que les debe algo más de 90.000 millones de euros. La suspensión de pagos, no cabe duda, les provocaría un roto considerable, pero es perfectamente asumible y ya está.

Por lo demás, creo que todas las apuestas que se han hecho acerca de la ruptura del euro a causa de los problemas de España, Italia, Portugal e Irlanda son equivocadas. Sin ir más lejos, esta misma semana, la Unión de Bancos Suizos (UBS) calculaba, en un dramático informe, las consecuencias para todos de la ruptura de la Unión Monetaria Europea. El escenario sería dantesco porque los países deudores quebrarían, los acreedores no cobrarían, los sistemas financieros de toda la UE se irían al garete y tendríamos todos nosotros una crisis económica y social de dimensiones más que dantescas. Los costes de la ruptura, por tanto, son demasiado elevados. Ello es debido a que la entrada en vigor de la moneda única y la reducción de la prima de riesgo que siguió al cumplimiento de los criterios de convergencia dio lugar a intensos movimientos de capitales intracomunitarios que se han convertido, en última instancia, en un muy poderoso lazo de unión que hace que la ruptura sea casi imposible.

Los mercados deberían saberlo hace tiempo. Sin embargo, como hasta ahora no han hecho más que recibir mensajes confusos, están perdidos. Alemania, consciente de los costes de la ruptura del euro, está enviando ahora mensajes de unidad, como acaba de hacer Angela Merkel en su comparecencia ante el Bundestag al afirmar que su "misión central" es sacar a Europa de la crisis. Las contradicciones del Gobierno español, así como la parálisis en que ha metido al país, tampoco ayudan, aunque si deberían hacerlo las drásticas decisiones de recorte de gasto de algunas autonomías, como Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana. Y es que el problema de la UE es de falta de un mensaje claro y unificado. ¿Cómo se explica, si no, que los mercados castiguen a España por un déficit en el entorno del 7% del PIB y una deuda del 67% y dejen en paz al bono americano cuando Estados Unidos tiene un déficit de más del 10%, una deuda pública del 100% y, encima, Obama sigue empeñado en gastar y gastar? Quizá porque algo huele a podrido en los mercados financieros.


Libertad Digital – Opinión

Amanece que no es poco. Por Francisco Muro de Iscar

Hay días en los que es mejor no levantarse. Alguien ha criticado que todos los mensajes que enviamos quienes, con mejor o peor fortuna, comentamos la actualidad son negativos y que eso no lo quiere nadie, no es bueno, produce efectos negativos, nos condiciona, nos machaca. Hay parte de verdad, porque es más fácil criticar que ofrecer soluciones, pero hay otra de realismo: ¿quién se atreve a decir algo positivo sobre lo que está pasando especialmente en el terreno económico?

Las bolsas se hunden, la prima de riesgo es prima de pánico, la directora general del Fondo Monetario Internacional lanza a los cuatro vientos una amenaza de gran recesión, las agencias de rating nos vapulean, el paro aumenta en temporada estival, los sindicatos convocan manifestaciones y protestas, los profesores amenazan con huelgas, los políticos siguen atizándose y proponiendo más impuestos o lo que se les ocurre en cada momento, se hacen reformas constitucionales que son puro marketing y que se demuestran inútiles antes de aprobarse. Si pasa todo eso y mucho más y los gobiernos burlan la ley y las decisiones de los tribunales, ¿a quién le podemos pedir sentido común para otear el horizonte y proponer algo sensato?


Esta crisis es, como alguien ha definido en un diario digital, financiera (crisis de los bancos y bloqueo del crédito); exterior (mejoran las exportaciones y el turismo, pero la balanza comercial sigue siendo un agujero negro); administrativa (el Estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos deben más de lo que tienen, gestionan mal y no tienen casi para pagar las nóminas); laboral y de consumo (cuatro millones de parados sin expectativas no pueden consumir); de inversión (el dinero al calcetín porque el dinero no renta y las bolsas se hunden); de productividad y competitividad (nuestro gran problema con los países emergentes y también con los europeos); de financiación y endeudamiento (o no nos prestan o lo hacen con intereses insoportables); política (faltan líderes con una mínima visión de futuro y sin capacidad de pacto), pero sobre todo de confianza y de credibilidad.

Se está yendo al garete todo el sistema que sustenta -mejor o peor- la economía y la (buena) vida de los ciudadanos sin que tengamos otro. Y cada uno sigue a lo suyo. ¿Es tiempo de huelgas, de guerras políticas, de seguir haciendo lo que venimos haciendo siempre? Debería ser tiempo de grandes acuerdos, de, cómo dice el consejero delegado de Sanitas, Iñaki Ereño, "trabajar el doble para conseguir lo mismo". Algunos ya lo hacen desde hace mucho para sobrevivir. Otros quieren seguir viviendo como si no pasara nada y tener todo gratis total. ¿Quién lo pagará? Los políticos, unidos, deberían dirigirse a los ciudadanos para decirles que sólo hay una salida a la crisis, la del acuerdo, el esfuerzo y el sacrificio colectivo para que los más débiles no sufran todo el peso de la crisis. ¿Optimismo? Amanece cada día, que no es poco.


Periodista Digital – Opinión

Vergüenza sindical. Por Martín Prieto

En las anteriores elecciones generales Rodríguez Zapatero mintió hasta equiparar la crisis financiera internacional con un leve resfriado. Otros, como UGT y Comisiones Obreras, lo hicieron largamente y por omisión trenzándole al Presidente autista políticas imposibles que excavaban el agujero en el que estamos.

Ahora Cándido Méndez parece que no conociera a ZP, cuando todos gastábamos la broma que era su ex ministro de Economía, desde antes que huyera Pedro Solbes, por las infinitas tardes en Moncloa diciéndole el barbado lo que tenía que hacer el de las cejas. Otrosí de Ignacio Fernández Toxo, el de los cruceros, que ahora desvela al Gobierno por modificar constitucionalmente la Constitución.

Los silencios de ésta pareja llegan hasta ahora mismo y nada tienen que decir sobre que un joven de 16 años pueda trabajar hasta los 30 hilando contratos temporales sin pagas ni vacaciones. Que sigan sosteniendo que la tormenta perfecta se cruza aumentando el gasto público para crear empleo de calidad induce a la tristeza maligna, que es la depresión. Hasta los «indignados», hipotéticos compañeros de cama, se ríen de éstos sindicalistas en las calles.

Si la crisis encalla traerá la bonanza de otros sindicatos en España, aparatos de funcionariado, remedios de Organizaciones No Gubernamentales y recipiendarias de los dineros del Gobierno, con la ejemplar excepción de Unión Sindical Obrera que vive de sus cuotas. UGT y CCOO siempre prefirieron la correa de trasmisión remunerada. Tardarán en mudar o morir pero algún 1º de Mayo la Puerta del Sol será más de los indignados que de los raros sindicalistas de los que tienen trabajo.


La Razón – Opinión

11-S. Vosotros fascistas sois. Por Cristina Losada

Es una función simple en su perversidad. Se trata de no llamar terroristas a los terroristas, que tal fue la gran evasión protagonizada por la izquierda ante el 11-S.

Diez años después de los atentados del 11 de septiembre, nada ha cambiado. Es decir, nada ha cambiado en la galaxia política que, desde el minuto siguiente al horror, se volcaría en exculpar a los autores de la atrocidad. Triste es constatarlo, por predecible que fuera, pero hay más. La coincidencia del aniversario con una crisis financiera y económica que afecta, esencialmente, a Estados Unidos y a parte de Europa, ha permitido recargar las débiles baterías intelectuales de la espeluznante transferencia de culpa a la que se procedió entonces. Sí, señores, se ha confirmado quiénes eran y son y siempre serán los auténticos terroristas, tal y como adelantaron, tras aquella mañana septembrina, las luminarias de la izquierda. La crisis ha revelado que los verdaderos terroristas, los únicos, en realidad, son los mercados.

El premio Nobel de Literatura, Darío Fo, fue uno de los primeros que tradujo el sentir general en la izquierda de que los ataques habían sido provocados por sus víctimas y, en concreto, por su criminal economía. Con los muertos aún sin cuantificar, el escritor envió este mensaje: "Los grandes especuladores chapotean alegremente en una economía que mata cada año a decenas de millones de personas con la miseria. ¿Qué son en comparación los 20.000 muertos de Nueva York?". Abundaron y sobreabundaron en tales extremosidades Chomsky, Galeano y celebridades menores. Y al cabo de una década, uno puede leer en un suplemento cultural español dedicado al aniversario que "el nuevo terrorismo de los especuladores financieros coarta las arterias del mercado". O artículos en los que se tacha de "bandas terroristas" a los mercados y a las agencias de calificación. Por mucho que repugnen a la razón esos dislates, lo primordial es la función que cumplen.

Es una función simple en su perversidad. Se trata de no llamar terroristas a los terroristas, que tal fue la gran evasión protagonizada por la izquierda ante el 11-S. Pero, como consecuencia del 11-S, ha incorporado a su discurso el término "terrorista", que tantas reticencias y repugnancias le provocaba, vaciándolo de contenido en su abuso. Aunque estas piruetas no son más que el retorno de un clásico nuestro. Aquel "¡vosotros fascistas sois los terroristas!". Aquel grito de una izquierda a la que los crímenes de ETA sorprendían en insostenibles acrobacias morales. Los terroristas no eran aquellos nacionalistas vascos, como no lo eran los fanáticos suicidas de Ben Laden. Una tradición que sigue viva.


Libertad Digital – Opinión

No levantamos cabeza. Por Carmen Tomás

Somos más vulnerables que nunca. Claro que las declaraciones de la directora gerente del FMI alertando de una posible recesión mundial han asustado a los inversores, a todos, pero no es el único motivo de preocupación ni siquiera el más importante. De hecho, ya habido declaraciones de otros expertos rebajando la tensión inoculada por la dirigente del FMI y no parece lograrse la relajación. El jueves Obama presentará nuevas medidas para atajar la falta de crecimiento y el desempleo en estados Unidos. Veremos la actitud que adoptan los republicanos ahora que el presidente se ha ganado la desafección mayoritaria de los norteamericanos. También hay que valorar los datos que se acaban de publicar sobre la actividad en los grandes de Europa en el segundo trimestre del año y que son bastante decepcionantes. Pero, en todo este maremágnum de estadísticas y declaraciones no podemos olvidar la tragedia griega y la desconfianza que siguen generando Italia y España.

Nuestro país es de los más vulnerables. No ha atajado mediante una reforma laboral y de la contratación la sangría del paro, no ha culminado la reforma financiera y algunas Comunidades Autónomas están al borde del colapso. Demasiadas incertidumbres para hacer creer a los mercados que vamos a devolverles el dinero prestado y animarles a seguir invirtiendo en nuestro país. No se atajan los problemas desde su raíz y el abismo se abre ante nosotros. Tampoco ayuda tener un gobierno interino que dura demasiado.

Claro que es importante el mensaje de austeridad lanzado por algunos presidentes y alcaldes populares, incluso el cambio constitucional ayuda, pero seguimos sin atajar los problemas y la desconfianza se agranda poniéndonos en el punto de mira. Hasta Zapatero ha tenido que confesar que vio a España próxima al rescate. De hecho, la compra de bonos por parte del BCE del mes de agosto y del lunes es una forma de intervención. Bien, pues a pesar de todos los mensajes, incluso de los planes de saneamiento fiscal planteados, seguimos al borde del precipicio y no puede extrañar a nadie que España tenga que acabar pidiendo dinero al FMI para abordar los agujeros varios que presenta la economía española.


Periodista Digital – Opinión

Mujeres y gestores: así será el Gobierno de Mariano Rajoy. Por Federico Quevedo

“Va a sorprenderos a todos, mucho más de lo que imaginas”, me decía este verano alguien muy cercano al propio Mariano Rajoy sobre la configuración del que será el futuro Gobierno de España tras las elecciones generales del 20-N. “Va a ser un Ejecutivo de mucho equilibrio, muy centrado en la resolución de problemas, y en el que, al contrario de lo que ha ocurrido hasta ahora con otros gobiernos de izquierda y derecha, Rajoy no va a incluir ninguna cuota partidaria, no va a pagar facturas pasadas, presentes o futuras con nadie. Va a hacer su Gobierno, únicamente suyo, con independencia de que los nombramientos puedan gustar más o menos en su partido, y lo va a hacer así porque cree que en este momento es lo que España necesita”.

Y probablemente tenga razón, ¿en qué sentido? En el de que en una situación de crisis tan profunda como la actual, es muy importante que quien acceda al Gobierno deje a un lado los intereses de partido y se centre única y exclusivamente en el interés general y, sobre todo, intente que su Ejecutivo sea una representación real de toda la sociedad española. Eso no significa bajo ninguna circunstancia renunciar a su ideario, pero sí significa un gesto de apertura, de mano tendida a otras posiciones políticas que no son las suyas. En ese sentido, es fácil que en el futuro Gobierno de Rajoy nos encontremos, incluso, a algún destacado ex dirigente socialista ocupando un sillón ministerial, en la cartera de Cultura, por ejemplo. Y me consta que el líder popular estaría totalmente dispuesto a hacer un gesto como el que ya hizo en su momento José María Aznar con Enrique Múgica, y podría proponer al ex alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, para el cargo de Defensor del Pueblo.


Dicho eso, esa es la parte de apertura del que será el próximo Consejo de Ministros, pero en el resto de áreas lo que se va a producir, además de un agrupamiento de carteras para lanzar un primer mensaje de austeridad, es el nombramiento de gestores allí donde Mariano Rajoy cree que es necesario introducir criterios de profesionalidad para dar salida a la crisis económica, y de políticos de talante abierto y dialogante para afrontar las reformas que necesita este país. En ese sentido, la incorporación de mujeres de primera fila a su Gobierno va a ser notoria. Algunas son predecibles -Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Ana Pastor…- y, sin duda, la actual portavoz parlamentaria va a ocupar una vicepresidencia destacada en el Gobierno de Rajoy, pero habrá más nombramientos femeninos en su Ejecutivo, algunos de ellos impensables hoy, pero que Rajoy ya tiene, sino decididos, sí bastante madurados en su materia gris. La cartera de Exteriores, por ejemplo, iría a parar a manos de una mujer.
«Habrá más nombramientos femeninos en su Ejecutivo, algunos de ellos impensables hoy, pero que Rajoy ya tiene, sino decididos, sí bastante madurados en su materia gris.»
También es posible que veamos alguna vuelta a la política como la de Manuel Pizarro -sobre quien disertaba ayer en su estreno en El Confidencial Pilar García de la Granja-, pero curiosamente no para ocuparse del área económica, sino de otro asunto que a Rajoy preocupa mucho y que a Pizarro le apasiona: las Administraciones Públicas. Ahí va a hacer falta mucha mano izquierda, mucho consenso para una reforma necesaria en todos los sentidos, incluida más que seguro la del Título VIII de la Constitución… Y Pizarro atesora suficiente talante y conocimiento del asunto como para llevarlo a cabo. Pero la pregunta del millón, la que se hace todo el mundo, es: ¿quién será el próximo ministro de Economía o vicepresidente de esa área?

En la quiniela hay tres nombres y cada uno de ellos cuenta con todas las garantías para ser un buen responsable de un asunto que va a seguir dando muchos quebraderos de cabeza durante los próximos años: Cristóbal Montoro, actual responsable de esa área, Luis de Guindos -que ya estuvo en el equipo de Rato y que colabora con Rajoy desde el primer día- y Fernando Becker, que fue consejero de Economía de la Junta de Castilla y León y hoy tiene un cargo directivo muy destacado en Iberdrola, y es amigo, muy amigo, de Mariano Rajoy. Cualquiera de los tres, o incluso los tres a la vez, podrían ocupar cargos muy destacados en el Gobierno del líder del PP, o también al frente del Banco de España. Con quien no va a contar, por más que muchos se empeñen en seguir poniendo su nombre encima de la mesa, es con Rodrigo Rato, entre otras cosas porque Rajoy considera que ya tiene cumplidas sus ‘deudas’ con él tras haberle apoyado para presidir Caja Madrid.

Y otra pregunta de difícil respuesta: ¿estará Gallardón? “Como te he dicho, Rajoy no va a atender a facturas, sino que va a nombrar a los que el crea que son los mejores, y si cree que Gallardón es el mejor para un cargo, lo pondrá, y si no lo cree, no lo pondrá, pero no lo va a hacer porque se lo pida el alcalde, sino porque él lo considere oportuno. Esa va a ser su máxima”. Una máxima que le llevará a no admitir ninguna presión de nadie, ni de propios ni de extraños, ni de políticos ni de medios de comunicación, para formar su Gobierno. Si algo ha caracterizado a Mariano Rajoy durante todo este tiempo ha sido su independencia, para desesperación de muchos, y tiene la intención de que siga siendo su santo y seña hasta el final.


El Confidencial – Opinión

Emprendedores. Por Javier González Ferrari

De momento los únicos emprendedores que conozco son los que han emprendido viaje a otros países para poder trabajar. Con el actual Gobierno agonizante y con la oferta de subir impuestos del candidato socialista es imposible que nadie se lance a emprender nada que no sea tomar las de Villadiego. La receta de los socialistas cuando vienen mal dadas la conocemos de sobra y sabemos que no da resultado. El viejo y demagógico discurso de apretar las tuercas a los que desde el PSOE califican de ricos cada día cala menos. Las grandes, grandísimas fortunas, siempre han tenido multitud de vías de escape para evitar el pago de una parte de los impuestos y, en cualquier caso, aunque se les estruje hasta la extenuación la cantidad que se recaudaría resultaría claramente insuficiente para equilibrar las cuentas del Estado. Lo que ya se demostró que funcionaba era sentar las bases para que se creen empresas y, por lo tanto, puestos de trabajo. Y para eso el PP del año 96, el primer gobierno de José María Aznar, levantó el pie del cuello de los pequeños y medianos empresarios logrando la mayor creación de empleo que hemos conocido en las dos últimas décadas. Pero es que, además, con Javier Arenas al frente del Ministerio de Trabajo se alcanzaron un buen puñado de acuerdos con los sindicatos y la patronal que dinamizaron nuestra economía, que venía bastante tocada de la etapa final del felipismo. Ciertamente la situación actual es infinitamente más complicada que aquélla. Estamos ante una crisis global que afecta a toda Europa y a Estados Unidos, pero no es menos cierto que existen especificidades en la situación española, donde el paro es el plomo en las alas que impide nuestro despegue aunque se trate simplemente de un vuelo rasante. Y hasta el momento las recetas aplicadas por Zapatero y, por lo que sabemos, quiere seguir aplicando Rubalcaba si es que gana las elecciones del 20 de noviembre, no crean empleo. Ni los empresarios ni los sindicatos están de acuerdo con la política económica, pero UGT y CCOO no le van a poner las cosas fáciles a Rajoy si llega a La Moncloa. A pesar de las críticas escuchadas en la más que deslucida reunión de Rodiezmo, el sectarismo ideológico de Méndez y Toxo siempre termina por imponerse. Bien es verdad que los llamados sindicatos de clase cada día movilizan a menos gente y Rodiezmo, con Alfonso Guerra como único gran referente del PSOE, se parecía más a una excursión del Inserso que a un mitin. Por cierto que, hablando de modernidad, la decisión final de Guerra y Chaves de ir en las listas de las generales es sin duda una inyección de savia nueva. No había más que ver a don Alfonso con su innovador discurso de la derechona. Aquella derechona que tuvo que pedir un crédito en 1996 para pagar las pensiones y puso las bases para que se crearan los mismos puestos de trabajo que en los últimos tres años se han destruido en España.

Libertad Digital – Opinión

Montilla. Por narices. Por José García Domínguez

Toda su vida ha encarnado el hombre un arquetipo más trágico que cómico, el del charnego agradecido, esa figura tan patética, si bien en el fondo enternecedora.

A semejanza de esos vodeviles chuscos y de libreto previsible que al final se salvan por el buen oficio de los secundarios, en la comedia de la inmersión lingüística, un clásico de cada temporada llegadas estas fechas, solo brilla un figurante, en apariencia marginal: el pobre José Montilla. El resto del cuadro de actores, desde el airado Artur Mas hasta los nietos putativos del Cid, apenas representa otro cansino déjà vu, mera rutina escénica sin mayor interés. Así, al modo de la liturgia circense propia de la lucha libre americana, cuanto más se increpan y desafían los furibundos contendientes, más evidente se revela la ficción y el tongo.

El español, que lleva treinta años proscrito en todas las aulas catalanas, por supuesto, continuará prohibido en la plaza después del 20-N, cuando Madrit vuelva a mirar hacia otro lado igual que siempre ha hecho. Pero, mientras tanto, procede mantener entretenido al respetable público con autos, sentencias, muy compungidas proclamas patrióticas y no menos sentidas promesas gramáticas. Ya se sabe, exigencias del guión. Aunque únicamente don José, decía, consigue darle alguna brizna de interés a la función. Montilla. Toda su vida ha encarnado el hombre un arquetipo más trágico que cómico, el del charnego agradecido, esa figura tan patética, si bien en el fondo enternecedora. Un personaje ridículo y conmovedor al tiempo que asienta su fundamento psicológico en el definitivo autodesprecio.

Coherente con ese cuadro clínico y a imagen de aquellos capataces meridionales que jamás dejaban de sacarse la gorra en presencia de sus señoritos, el líder del PSC ha aplaudido la insubordinación de la Generalidad al mandato de los tribunales. Sin duda, le angustia la mera posibilidad de no poder perseguirse a sí mismo. Cómo entender, por lo demás, que el tío Tom fuera inmortalizado en una novela y, en cambio, Montilla aún a día de hoy sea un personaje en busca de autor. Lluís Aracil, el filólogo que inspiró la inmersión antes de pasarse él mismo a la disidencia, ha augurado que pronto llegará el hastío frente a la religión catalanista. Pero cuando ese instante arribe, asegura, la acción subliminal sobre el inconsciente de toda una generación habrá supuesto una devastación irreparable, al haber interiorizado sus víctimas el lazo sagrado entre lengua, terruño e identidad. Por narices.


Libertad Digital – Opinión

Exito europeo de Merkel

Con toda la razón respiraron ayer aliviados los mercados financieros gracias a la sentencia del Tribunal Constitucional alemán que avala la participación de su país en el rescate de Grecia. Un fallo en sentido contrario o demasiado restrictivo del papel que debe jugar Berlín en esta crisis habría tenido consecuencias desastrosas para toda la Unión. Por eso, es de justicia subrayar que se trata de un gran éxito de Angela Merkel, cuya talla como líder europea se acrecienta pese a que, paradójicamente, en su país haya sufrido algunos reveses electorales. Lo cierto es que el respaldo constitucional ha impulsado con fuerza a la canciller, como se pudo comprobar en la sesión parlamentaria que protagonizó ayer en el Bundestag. En un discurso especialmente vibrante y de calado, Merkel no dudó en erigirse en salvadora de Europa, a la que piensa aplicar las mismas recetas que tan buenos resultados han dado en su país. La fórmula es bien sencilla: consolidación presupuestaria y aumento de la competitividad. Nada de endeudamientos endémicos para hinchar el crecimiento de modo artificial. Y nada, por supuesto, de eurobonos, el bálsamo que reclaman los socialdemócratas, porque «no significan otra cosa que meter la basura bajo la alfombra». Pero Merkel dio un paso más y lanzó una propuesta de gran relevancia: la reforma del Tratado de Lisboa. En efecto, cuando se redactó y se aprobó el texto constitucional europeo nadie sospechaba que una crisis económica podría agravar las deficiencias estructurales de la Unión hasta colocarla al borde de la ruptura. La unidad monetaria se ha revelado insuficiente y si el tratado no facilita que las decisiones económicas sean vinculantes, Europa estará a merced de tormentas aún peores. Como señaló Merkel, si los problemas de un solo país como Grecia han puesto contra las cuerdas a toda la zona euro se debe a que no existen mecanismos constitucionales para evitarlo. Por tanto, sería suicida no tocar el Tratado de Lisboa por un miedo reverencial. La conclusión es que si fracasa el euro, fracasa Europa. De ahí la importancia que adquieren las reformas de más alto rango legal que ya ha puesto en marcha España y que imitarán Italia y Francia para impedir que el déficit y el gasto de las administraciones públicas se desboque. Es decir, para que los gobernantes de hoy no traspasen la crisis y los problemas a las generaciones siguientes. No cabe duda de que las recetas de la canciller alemana son las correctas para salir de la crisis, aunque sean dolorosas y tengan de arrancada un coste social. Pero no hay coste social más dañino y gravoso para un país que un paro del 20% de su población activa al que resulta imposible combatir sin estimular el crecimiento económico. Es cierto, como señaló Merkel ayer, que de esta crisis o salen todos los países de la Unión o no sale ninguno, incluida la locomotora alemana. Razón de más para acentuar las políticas vinculantes y para que cada país asuma su responsabilidad. En este punto, el Gobierno español aún deberá hacer esfuerzos suplementarios para recortar el déficit y ganar en competitividad mediante una reforma laboral más profunda, ambiciosa y eficaz.

La Razón – Editorial

Rescate válido

El aval del Constitucional alemán a su Gobierno permite fortalecer las finanzas de la eurozona.

El Tribunal Constitucional (TC) alemán se ha pronunciado a favor del apoyo del Gobierno al primer paquete de rescate de Grecia. La desestimación de la demanda que se interpuso contra esa decisión de 2010 despeja uno de los obstáculos que se interponen a la normalización de la difícil situación en la eurozona. Ese tribunal ha declarado, además, que los avales al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) son conformes a la ley. Al reconocer que las decisiones del Gobierno no violan las competencias de la Comisión Presupuestaria del Parlamento alemán, el temido tribunal elimina uno de los principales obstáculos para que Alemania aporte más avales a la ampliación de la FEEF y al segundo rescate de Grecia, acordadas el 21 de julio por los 17 países del euro en la cumbre extraordinaria de Bruselas. Será esa Comisión parlamentaria la que tenga que autorizar en lo sucesivo decisiones similares.

Los más críticos con la contribución alemana al salvamento de las economías afectadas por la inestabilidad en los mercados de deuda pública han considerado que esa sentencia admite de hecho esa "Unión de Transferencias" en la que temían se pudiera convertir la eurozona, correspondiendo al contribuyente alemán el papel de donante permanente. Una desconfianza que también encuentra arraigo entre algunos de los miembros de una coalición gobernante que no se encuentra precisamente muy cohesionada respecto a este asunto. Presunciones tales, sin embargo, no disponen de mucho fundamento. Alemania, la prosperidad de sus ciudadanos y la economía de sus contribuyentes, dependen de que la zona monetaria común siga presidida por la estabilidad, tal como ha ocurrido hasta la traslación a Europa de la crisis desencadenada en el sistema bancario estadounidense. Esa estabilidad ha permitido que Alemania exhiba sus ventajas competitivas vendiendo sus bienes y servicios en la zona monetaria común.

Aunque, como el propio TC ha advertido, esa decisión no puede interpretarse como un cheque en blanco para la actuación discrecional del Gobierno, sí debería ser aprovechada para acelerar el fortalecimiento de la FEEF. La ampliación de sus recursos, desde los 440.000 millones de euros actuales, y de sus funciones en la resolución de la crisis abierta en los mercados de deuda soberana es esencial. Desde luego para liberar al BCE de las excepcionales actuaciones que lleva a cabo comprando en el mercado secundario cantidades significativas de deuda pública de algunos países. La potenciación de esta institución es decisiva para propiciar una mayor integración fiscal. La capacidad para poner en común la solvencia de los Gobiernos y emitir deuda conjunta justificaría las cesiones de soberanía de los Estados en materia presupuestaria, propias de una verdadera federación. Es la única salida a esa asimetría que explica la extensión de esta crisis en los mercados de bonos públicos: la determinada por la existencia de una unión monetaria completa, pero la ausencia de integración económica o fiscal.


El País – Editorial

La chulería de la Generalidad

El resto de niños es objeto de una discriminación intolerable, pero que se prolonga ya por espacio de tres décadas al calor de un sistema electoral que hace de los nacionalistas una fuerza imprescindible para la gobernación de España.

El empecinamiento de la Generalidad catalana en contra del cumplimiento de las sentencias y los autos a favor del castellano en las escuelas debería haber provocado actuaciones legales hace ya mucho tiempo, desde la ya lejana época en la que Pujol implantó el tortuoso experimento de ingeniería social conocido como "inmersión lingüística". Sin embargo, la ausencia absoluta de reacciones más allá de las declarativas ante los constantes desafíos al Estado de Pujol primero, del tripartito después y ahora de Artur Mas, ha generado un ambiente de impunidad absoluta que, al parecer, exime a las autoridades catalanas del acatamiento judicial e incluso presentarse ante la sociedad como víctimas de un supuesto acoso centralista a sus elementos identitarios.

El desprecio de los dirigentes nacionalistas al Estado, a los jueces y, lo que es aún más sustantivo, al derecho de los padres y de los escolares a recibir una educación que incluya el español en sus estudios es la verdadera seña de identidad de esa clase política, cuya ostentación del desacato evidencia su escasa, por no decir nula, altura moral. La Generalidad se ha situado notoriamente al margen de la ley, pero no es previsible que ni el PSOE, cómplice del intento de eliminación de todo lo que suene a España en Cataluña, ni el PP puedan forzar la reintroducción del castellano en la educación pública catalana. Como es sabido, la mayoría de los políticos de esa región y con especial intensidad quienes más defienden dicha inmersión, llevan a sus hijos a colegios privados, donde pueden estudiar también en el idioma común de los españoles sin que ello menoscabe sus competencias en catalán. El resto de niños es objeto de una discriminación intolerable, pero que se prolonga ya por espacio de tres décadas al calor de un sistema electoral que hace de los nacionalistas una fuerza imprescindible para la gobernación de España.

Sólo una mayoría absoluta del PP o un pacto de este partido con fuerzas declaradamente antinacionalistas como la formación de Rosa Díez o Ciutadans en Cataluña podría subvertir una situación que ha llevado a la enseñanza en Cataluña a un estado comatoso, con valoraciones escalofriantes en los informes Pisa, incluso por debajo de la media española. Sin embargo, eso es lo de menos para la mayoría de los políticos catalanes y para un gran porcentaje de profesores, cuya función lejos de preservar el catalán consiste en frenar cualquier conato de reintroducción del castellano. Ya el año pasado se negaron a aplicar la tercera hora en español que exigió el Supremo. Y ahora, se chotean de un auto cuya única finalidad es que quien así lo desee pueda procurar a sus hijos una educación pública de una cierta calidad o, al menos, que no desprecie el idioma que hablan más de cuatrocientos millones de personas en todo el mundo.


Libertad Digital – Editorial