sábado, 25 de noviembre de 2006

"La sociedad ha perdido el sentido de la dignidad, está muy mimada y tiende hacia la autocomplacencia"


Pamplona."No queda un solo vestigio quijotesco en nuestra sociedad contemporánea". ¿Es usted pesimista o un optimista bien informado?
Es una constatación real. Como ya tengo unos años, siento cierta nostalgia de valores que casi han desaparecido y que formaban parte de esos aspectos positivos que tenía El Quijote.

¿Cuáles son esos valores en peligro de extinción?
Uno de los más esenciales, y que está presente en El Quijote , es el sentido de la dignidad y del honor, algo que hoy en día constituye una pieza de museo. El conjunto de los ciudadanos ha perdido cualquier sentido de dignidad. También hay otros valores como, por ejemplo, el amor platónico o la lucha por los ideales que parecen inalcanzables. Hay muchas cosas que hoy ya no se llevan porque no son prácticas.
¿En qué nota que la sociedad ha perdido el sentido de la dignidad?
Es fácil notarlo. No hay más que ver los medios de comunicación para comprobar cómo hay gente que va a la televisión a airear su vida sexual y, lo que es peor, la de su pareja también. Pero en casi todos los ámbitos uno se da cuenta que la gente no sabe tener entereza ante las dificultades. Somos una sociedad cada vez más mimada que tiende a la autojustificación y la autocomplacencia. A mí me pasa lo que a la gente de mi generación, y es que fuimos educados en unos términos más severos, lo que, de alguna manera, nos ha proporcionado la posibilidad de saber el valor de las cosas y el esfuerzo que requiere conseguirlas.
A pesar de que el rastro de estos valores sea difuso, ¿qué conexiones ha logrado encontrar, qué careos ha establecido con el presente?
Hay pocas conexiones, pero, quizá, se podría decir que pervive el amor por la belleza, por la realidad. La belleza está íntimamente ligada a la realidad y, por lo tanto, probablemente éste sea uno de los últimos vestigios que queda de aquellos tiempos. Aunque también hay que tener en cuenta que el arte ha sufrido una gran transformación en nuestros tiempos y hay artes que han desaparecido, como la pintura y la escultura, siendo sustituidas por otras cosas.
¿Qué Quijote se puede ver en esta obra y por qué en Manhattan?
Manhattan porque es el epicentro de la modernidad. En la obra, una famosa directora argentina tiene la intención de montar un Quijote vanguardista y moderno, por eso elige esta ciudad. Y, dentro de su innovadora propuesta, decide crear una Quijota yanqui y una Sancha hispana. Pero el conflicto se produce cuando dos fontaneros acuden al teatro para arreglar una avería del escenario, resultando que ellos han asumido de algún modo esos dos personajes. Y se produce el enfrentamiento entre dos concepciones de la vida: una que ya casi no existe y está en franca decadencia y otra emergente.
Fueron muchos los actos que conmemoraron el IV centenario de la publicación de la obra cervantina, y usted fue muy crítico con algunos.
Todo el mundo tiene derecho a expresarse como le parezca bien, pero, sin duda alguna, el arte tiene que tener conocimiento, oficio y, sobre todo, una cierta ética. Inventarse totalmente una obra está bien, pero cuando uno coge como referencia algo que ya existe lo normal es mostrar respeto hacia el original. Si unos músicos dicen que van a tocar a Beethoven, no pueden tocar a Chopin, y aquí ocurre lo mismo. En el teatro actual, hay una serie de gente que se ha decidido a proponer inventos más o menos espectaculares buscando que se monte algún que otro escándalo, y, en mi opinión, eso falta a la ética. Hay muchos espectáculos que estéticamente son una auténtica bazofia y que éticamente son un auténtico desafuero.
En sus críticas a la profesión teatral se muestra contrario al artificio, a la pose, y a favor de la naturalidad.
En cualquier obra de arte, incluido el teatro, lo que importa es alcanzar la sensación de que todo ha surgido de una manera natural, sin esfuerzo. En el teatro, muchas veces se ve que las cosas pasan forzadas, las situaciones, las escenas... Los actores se expresan con un sentido excesivamente teatral, y, cuando algo suena a teatro, suena a falsedad. A mí me gusta tener la sensación de que los actores están improvisando. Y le aseguro que es todo lo contrario, porque los actores de Els Joglars tienen tan milimetrada la obra, que entre dos representaciones de un texto de dos horas puede haber una diferencia de segundos.
Dice que el momento artístico actual está marcado por una cierta obsesión timadora, ¿hay mucho estafador en esta profesión?
Los hay en todas las profesiones, lo que ocurre es que el camelo de la modernidad y la vanguardia ha ampliado el nivel de timo, porque se proponen expresiones que no tienen referencias y que necesitan de expertos para decidir qué es bueno y qué no, al margen del público. Seguramente, timar en pintura en el Renacimiento sería muy difícil, y lo mismo en teatro, porque si a la gente no le gustaba algo, se liaba a tirar tomatazos. Ahora no, ahora hay espectadores que asisten a auténticas bazofias y los hay que incluso aplauden.
Dentro de la profesión, este año se ha tenido que ver las caras con antiguos compañeros de Els Joglars que reclamaban la autoría compartida de La Torna . Un juez le ha dado la razón, adjudicándole la autoría única de esta emblemática obra, pero el proceso no habrá sido plato de buen gusto.
No ha sido nada agradable, porque, en este asunto, han jugado más las bajas pasiones y el resentimiento que la razón. Todo esto ha venido de una gente que por lo que fuera, porque profesionalmente la vida no les ha sonreído, han disparado contra el que ha tenido éxito. Además, lo más triste es que han aprovechado un momento político en el que en Cataluña soy el enemigo público número uno. Y se ha puesto en tela de juicio mi propia construcción de Els Joglars, la autoría de mis obras. Ha sido uno de los hechos más tristes y desagradables que he vivido.
Lo que está claro es que Albert Boadella nunca ha tenido pelos en la lengua. ¿El artista debe ser conciencia o altavoz de la sociedad?
El artista está obligado a reestablecer la realidad allí donde, por los motivos que sea, se ha escondido, manipulado o falsificado. Los creadores tienen una función terapéutica, de manera que cuando la sociedad se ve afectada por un virus epidémico y empieza a enfermar, tienen el deber de erigirse en terapeutas. Pero muchos prefieren salvar la piel y mirar hacia sus propios intereses materiales. Volvemos a la lucha entre ética y estética, aunque a mí me parece que ambas van unidas y difícilmente se pueden disgregar.
En su compromiso público, ha participado como fundador de Ciutadans de Catalunya, ¿está satisfecho con los tres parlamentarios obtenidos?
Sí. Nosotros hemos sacado a la luz una realidad que estaba escondida. Hay 90.000 personas que se han atrevido a votar a Ciutadans. Esto demuestra que hay mucha gente en Cataluña que está por otra forma distinta de hacer política. Espero que esta nueva situación ayude por lo menos a que este territorio cambie un poco de rumbo, porque el actual es muy arriesgado y se dirige muy poco al servicio del ciudadano.
¿Y qué opina del nuevo gobierno de Entesa que se ha formado?
Es lo mismo que el tripartito, lo han maquillado un poco, pero es igual. De todos modos, yo no responsabilizo al tripartito de todos los males que este territorio ha tenido en relación a la mística nacionalista. Hay que entender que antes tuvimos 23 años de pujolismo responsables de construir toda esta estructura, por lo que el tripartito se ha encontrado con todas estas cosas ya hechas; algunas las ha aumentado y otras las ha mitigado. En todo caso, lo que no ha hecho ha sido cambiar de rumbo, ha seguido en la misma línea de endogamia nacional, por lo que no es un gobierno que a mí me pueda complacer. Todo lo contrario.
Del panorama político actual, ¿qué tema le gustaría llevar a Els Joglars a escena?
Cada vez me alejo más de lo que sería la realidad aparente, me interesa más la realidad profunda de las cosas. Es lo que pasa, por ejemplo, En un lugar de Manhattan , con la que me alejo del día a día y entro en una realidad que me parece más auténtica: la de los grandes instintos, las grandes pasiones, los grandes impulsos de los individuos y de los colectivos. Los montajes relacionados con la actualidad pertenecen a otra etapa de mi vida, ahora me interesan otras cuestiones. Además, para mí, la política es la anécdota de la historia y a mí lo que realmente me interesa es la historia. El arte hace historia, la política no siempre la hace y muchas veces es pura anécdota.


Ana Oliveira Lizarribar (Diario de Noticias) (25/XI/06)

0 comentarios: