sábado, 25 de noviembre de 2006

Ciutadans en Baleares

El problema que atesora el instinto cuando viene generado por el triunfo, es que te ves obligado a seguir su dictado hasta el final por aquello de pensar que se van a repetir los momentos de gloria. Ni Baleares es Cataluña, ni el nacionalismo por estos pagos es un negocio tan redondo como el que intuyó el olfato de un banquero en quiebra, al percibir lo que podría obtenerse trabajando el ego de sus congéneres.

La irrupción de Ciutadans en el panorama político de nuestra vecina mini-nación ha hecho concebir esperanzas desmesuradas en el contexto público balear, sin considerar «que ese plano mental de posible ocupación» aquí prácticamente no existe. La intervención de Albert Boadella fundador de este creativo movimiento en el foro que organizó en su momento EL MUNDO/ El Día de Baleares, contempló una de las asistencias más numerosas que se han conocido. Llegados aquí, es preciso recordar que el público que acudió al citado acto era del PP mezclado con otro del llamado segmento liberal y acompañado de unos pocos intelectuales de izquierdas con sentido del humor que también los hay.

El PP de Baleares mantiene un perfil que aparece con menos soberbia que la imagen ofrecida por José María Aznar en la última legislatura, sin seguir a ciegas inclinaciones tan inapropiadas como la que representó el apoyo dispensado a la guerra de Irak o la dejación que supuso la no ordenación de las parejas de hecho. El inquilino de La Moncloa se aprovechó de estas desviaciones y que Rajoy se presentara acompañado por una guardia pretoriana como la que representa Zaplana y Acebes, hizo el resto. (¿Por qué no los suplió por María San Gil y Esperanza Aguirre?).

El aire de Ciutadans de Baleares aquí lo respira el PP y admitir que el partido liderado por Albert Rivera se transforme en la segunda versión de Clau, solo es cuestión de interpretar la psicología de nuestros conciudadanos. El nacionalismo en Baleares ha conocido un proyecto serio y fue el que representó en su momento el PSM. Unirse a otras figuras ideológicas con tal de arañar un poco de representatividad, ha sido el principio de su fin. Establecer una acción puntual al objeto de neutralizar a UM, -paradigma del oportunismo en grado superlativo- es innecesario, su propia dinámica para saber cuál es el movimiento a realizar con el único objetivo de permanecer hace que la imagen se vaya deteriorando lastrada por los intereses.

Los hay que advierten que Ciutadans llevaba inherente un mensaje de izquierdas que la propia izquierda se encargaría de apuñalar. Algo hay. El acervo de esta formación es esencialmente un pensamiento de sentido común, cuyo fin es intentar que España no se transforme en un parque temático tipo Disneylandia con 17 banderas, 17 himnos y 17 dialectos, todo para justificar la creación de 17 mini-naciones. Es un hecho, algunos políticos se han distanciado de las problemáticas reales para obtener más poder a través de la segregación y el ciudadano alienado por el pago de los impuestos, los gastos corrientes y las hipotecas se lo está permitiendo.

El futuro de Ciutadans pasa por ampliar el espectro pero sin participar en el poder ya que acabaría contaminándose -reproducir el tripartito catalán ha sido impresentable-. Mientras tanto en Cataluña, el País Vasco, Galicia y actualmente Andalucía con la realidá nacioná, pueden hacer una excelente labor. Baleares felizmente todavía no está inmersa en la espiral de la tontería, por lo que tampoco es cuestión de quemar energías cuya utilización se precisa en otros lugares.
Javier Macías (El Mundo - El Día) (14/XI/06)

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