sábado, 12 de septiembre de 2009

La dictadura del progretariado




El comunismo murió en 1989; lo que ocurre, como dijo alguien, es que nadie ha visto todavía su cadáver. En realidad, más que un fallecimiento, el marxismo ha sufrido una transformación, una especie de transmigración ideológica que le permite seguir subsistiendo en el mercado de las ideas.

El progresismo, heredero vergonzante del marxismo clásico, es una ideología igual de utilitarista que el comunismo de toda la vida, en el sentido de que el principal objetivo de ambas es proporcionar a un grupo de ungidos suficiente poder como para que realice experimentos sociales con el resto de la población sin sufrir las consecuencias.

Desprestigiado hasta lo grotesco a la vista de sus resultados, el marxismo, travestido ahora de progresismo, ya no trata siquiera de fingir que su objetivo es liberar a la clase obrera del yugo capitalista. Y es que los obreros no quieren hacer la revolución, sino comprarse un piso en la playa; y los progres, que tradicionalmente fingían defenderlos, con el capitalismo viven muy bien.

La lucha de clases no enfrenta ya a obreros con patronos ni a burgueses contra proletarios, sino a los progresistas contra los contribuyentes. La diferencia es que mientras el comunismo perdió la batalla contra aquellos a los que declaró sus enemigos (no sin antes cargarse a cien millones de seres humanos), los progres de hogaño hace tiempo que ganaron la guerra, como lo demuestra el hecho de que, a pesar de su condición de parásitos sociales, sus opiniones sigan contando con un gran prestigio entre la mayoría de los ciudadanos, cuyos bolsillos fagocitan sin desmayo.

Leyre Pajín y Bibiana Aído.Las astracanadas asamblearias que protagoniza el progresismo actualmente en el poder en España, entonando cánticos trasnochados y levantando el puño como los leninistas de comienzos del siglo pasado, no son obviamente un homenaje a sus antecesores, sino una coartada para mantener viva la ficción de que la izquierda siempre ha luchado por la libertad, la democracia y la clase obrera, y que entregarle el poder es la única forma de que todos alcancemos la felicidad.

Levantar el puño, o agarrarse un cuerno, como decían en tiempos los falangistas coñones, más que un gesto amenazante es ya una mueca grotesca para identificarse con la historia de la izquierda, que a pesar de su vileza y capacidad dañina sigue conservando cierto prestigio gracias a la universidad pública y los medios de comunicación de masas.

Si los socialistas actuales dijeran la verdad, es decir, que no tienen ni idea de cómo funciona la economía y que su objetivo se reduce a mantener a las nuevas hordas de progresistas, enquistadas en los miles y miles de instituciones y organizaciones sociales financiadas con dinero ajeno, a cambio de que movilicen el voto popular a su favor, probablemente hasta Rajoy tendría posibilidades de gobernar algún día.

Ellos no lo van a decir, claro, porque socialista no siempre es sinónimo de tontito, pero la sociedad española necesitaría alguna voz, además de la de nuestro grupo de comunicación (cada vez más potente, dicho sea de paso), que hiciera ver a los consumidores de telebasura que las ideas de izquierda perjudican en todo momento y lugar, especialmente a las clases más desfavorecidas, convertidas en carne de cañón a cambio de un subsidio que previamente le ha sido expoliado a través de unos impuestos cada vez más confiscatorios.

Por eso no merece la pena molestarse con las performances manuales de las pajines y las aídos. Al contrario, lo mejor es que sigan haciéndose pasar por revolucionarias con triple sueldo a costa de los trabajadores, a ver si algún día la masa que les vota detecta algún indicio que de que le están tomando el pelo y, de paso, robándole la cartera. Mientras tanto, que algún alma caritativa les construya una carpa de circo.

Libertad Digital

Por Pablo Molina

Alemania y Reino Unido resucitan la "tasa Tobin" y la llevarán al G-20


Alemania se suma a la intención de Reino Unido de aplicar un impuesto sobre las transacciones financieras –una especie de tasa Tobin- con el objeto de “acabar con la especulación a nivel global”. La propuesta será tratada en la reunión del G-20.

El ministro alemán de Finanzas, Peer Steinbrück, quiere proponer en la próxima cumbre del G-20 en Pittsburgh (EEUU) una tasa sobre las transacciones financieras globales, una especie de “tasa Tobin”.

La idea lanzada este viernes por Steinbrück y el candidato socialdemócrata a la cancillería, Frank-Walter Steinmeier, tiene como objetivo “evitar que las especulaciones puedan provocar una nueva crisis financiera internacional”.

Esta medida va en la línea con la propuesta de aplicar un impuesto a los millones de transacciones que tienen lugar en la City londinense, lo que serviría para reducir los ingresos de la banca y dejaría menos dinero disponible para el pago de primas millonarias, según explicó.

Para lord Turner, semejante impuesto sería "una buena y sensata" fuente de ingresos con los que financiar bienes y servicios de utilidad social.

Por lo tanto, Alemania y Reino Unido plantean aplicar la polémica tasa Tobin, que consiste en aplicar un impuesto a las transacciones financieras. La idea proviene del economista estadounidense James Tobin a comienzos de los años setenta, pero ni Washington ni Londres mostraron en su día interés por la medida, apoyada en cambio por organizaciones no gubernamentales como ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras Especulativas).

Según indicaron este viernes los alemanes Steinbrück y Steinmeier en declaraciones al rotativo "Süddeutsche Zeitung", se trata de aplicar también en economía el principio de que "paga el que origina un daño".

Ambos políticos creen que la tasa debería situarse entre el 0,01% y el 0,05% -la de Tobin partía de un 0,1%-, es decir, ser lo suficientemente baja como para no frenar el movimiento internacional de capital.

Pese a tratarse de un nivel bajísimo, los ingresos globales anuales de este impuesto podrían rondar el 1% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, según un estudio del instituto ifo de Viena citado por ambos ministros.

Para Alemania esto constituiría un ingreso adicional de entre 10.000 y 20.000 millones de euros al año. La canciller, Angela Merkel, se ha mostrado abierta a esta idea, aunque, a diferencia de sus socios gubernamentales socialdemócratas, sólo lo ve cómo una opción a tener en cuenta a nivel internacional.

"Un paso en solitario no sería un camino prometedor", dijo hoy el portavoz del gobierno, Ulrich Wilhelm.

En caso de que no se logre un acuerdo a nivel internacional, los dos ministros socialdemócratas, en cambio, proponen una medida similar a nivel nacional.

Concretamente, Steinmeier y Steinbrück son partidarios de introducir en Alemania un impuesto sobre transacciones bursátiles que únicamente gravaría operaciones realizadas a través de la Bolsa y no, como en el caso de la otra propuesta, todo tipo de negocios financieros, también los que realizan los bancos entre sí.

Libertad Digital

Se acabó comer y beber casi de gorra en el Parlamento


El parque de coches ministeriales se reducirá a un tercio.
El número de diputados bajará un 10% para alivio del contribuyente.
Se acabó comer y beber casi de gorra en el Parlamento... británico. Ya se que se habían hecho ilusiones pero aquí, a pesar de la crisis económica y de lo acogotados que andamos los españoles, todo seguirá igual.


Sus señorías continuarán dándose la gran vida a cuenta del contribuyente, pero en las brumosos islas británicas -tan antitaurinas- han decidido coger el toro por los cuernos.

El parque de coches ministeriales se reducirá a un tercio. Los ministros verán recortado un 5 por ciento su sueldo y éste quedará congelado toda la legislatura.
El número de diputados disminuirá en un 10% para que la Cámara de los Comunes cueste menos al contribuyente británico.

El líder conservador, David Cameron, ha presentado una exigente lista de recortes que afecta directamente a la clase política y que asegura que aplicará sin contemplaciones si gana las elecciones generales del próximo año.

Las medidas, dentro de un programa más amplio para reducir ciertos aspectos del gasto público, pretenden generar unos ahorros de 120 millones de libras al año (unos 140 millones de euros). Cameron reconoció que la cifra es "calderilla" comparada con los 671.000 millones de libras del presupuesto nacional, pero indicó que la clase política, muy cuestionada por el escándalo vivido en mayo y junio sobre sus gastos con dinero público, debe predicar con el ejemplo.



Periodista Digital