
Y no es la primera vez, ni será la última, que Savater se mete en un lío y en un fracaso, porque su trayectoria política de saltimbanqui megalómano es muy dilatada y no es del todo conocida. Empezó apoyando a ETA a través de Herri Batasuna; luego apareció en un fantasmagórico partido radical en compañía de Carrillo, cuando el ex dirigente comunista abandonó el PCE; luego se acercó al PSOE; después al PP con Basta Ya en la gran operación —también fallida— de Jaime Mayor Oreja en las elecciones vascas del 2001. Más tarde regresó al redil del PSOE y, tras presentarse aquí y allá como gran paladín del antinacionalismo, acabó apoyando al Gobierno de Zapatero que pactó con radicales nacionalistas como ERC y con el PNV y CiU, hasta el punto, incluso, de apoyar en un principio el proceso de negociación con ETA iniciado por el presidente del Gobierno. Pero a los pocos meses de nuevo cambió de opinión y se volvió a distanciar de la Moncloa, y entonces se arrimó al sector mas antinacionalista del PSOE —Rosa Díez—, hasta anunciar, como lo ha hecho en los últimos días, que piensa promover, y por supuesto liderar él —¿quién si no?—, un nuevo partido vasco y nacional en directa colaboración con Ciutadans, a los que acaba de empujar a su primera derrota electoral, con su natural gracejo y ansias de protagonismo.
Y ya veremos si, en uno de sus estrambóticos saltos de caballo —animal que tanto le gusta— sobre el tablero político español, no acaba pidiendo la entrada en el PP o dando apoyo a Rajoy, que es lo que le faltaba al líder del PP para estrellarse en las generales. Entre otras cosas porque en ese partido el discurso antinacionalista ya está, y Savater no les aportaría nada nuevo. Y todo esto sin olvidar sus clamorosos silencios durante los años de corrupción y los GAL del felipismo, a la sombra del diario El País —desde donde él acusaba a Pérez Royo de lo mismo—, o su notoria pasión por las guerras iraquíes de la familia Bush, entre otras muchas andanzas del entonces conocido “gallo de Morón”, que apoyaba los bombardeos sobre Bagdad que repostaban en la base española de Morón.
Que Savater tiene razón sobre lo que ahora dice, como buen converso —antes apoyaba a Batasuna—, sobre el nacionalismo vasco y ETA, eso va a misa, lo diga Savater o el lucero del alba. Y, además, no es ninguna novedad porque eso también lo sabe y lo piensa mucha gente en España. Su novedad consistía en escribir eso en El País, que es el diario gubernamental de Zapatero, donde además parece que ya le han censurado algún artículo. Pero si se sale, por sus excentricidades y megalomanía enfermiza, del Grupo Prisa, el gafe Savater —que está haciendo perder lectores a El País— entonces también perderá entonces su pretendida gracia y peculiaridad.
En cuanto a lo de montar un nuevo partido político, nos parece muy bien. Que lo monte, a ver qué hace y cuántos diputados saca en las elecciones generales; pero todo apunta que si lo hace será para fracasar, porque este filósofo oportunista y saltarín, más que un buen caballero de pura sangre, un Lester Piggott de la política nacional, es un pillo y un incapaz de presidir una alternativa política democrática y racional. Además es gafe, y si no que se lo pregunten a Ciutadans.
Las Pesquisas de Marcello
Estrella Digital,30-05-2007