jueves, 25 de septiembre de 2008

Funcionarios y Crisis

"Pinchar" en la viñeta para verla mejor

El desengaño de Salustiano. Por Yauma

Salustiano Gonzáles Bofarull se consideraba un hombre afortunado, joven, inteligente, funcionario modelo, empleado fijo de la Generalitat, militante de CIU, la vida le sonreía. Tenía una mujer sensible y sensual, la Charito, cariñosa y simpática a la que amaba con pasión joven y espontánea. La Charito también era funcionaria, trabajaba en la Diputación y su militancia estaba más escorada hacia el lado izquierdo, el PSC. Entre ellos no se presentaba ningún tipo de roce político, ambos eran idealistas puros honestos y respetuosos con las ideas políticas diferentes a las suyas, esa honradez política sustentaba la base de sus respectivas carreras profesionales a las que sumaban puntos y meritos para rápidos y futuros ascensos.

Salustiano y Charito disfrutaban de buena salud, cosa habitual en las personas jóvenes, algunos dolores leves esporádicos de cabeza, musculares y de espalda, atribuidos al tipo de trabajo, con muchas horas sentados en posiciones no siempre las más convenientes y ventajosas para el organismo, también la Charito sufría cíclicamente dolores menstruales. Para el alivio sintomático de tales dolencias tomaban un remedio antiguo pero efectivo, Cerebrino Mandri, recomendado por el padre de Salustiano, el señor Alfredo, nacido en Burgos y catalán de derecho por su matrimonio con la señorita Bofarull, el Cerebrino contiene ácido acetilsalicílico, paracetamol y cafeína anhidra. Lastima que hace pocas semanas la Agencia Española del Medicamento lo ha retirado del mercado, por no reunir el fabricante las normas de fabricación adecuadas.

Salustiano y Charito no disponían de mucho tiempo libre, el trabajo, las muchas horas dedicadas a la militancia, dentro y fuera del trabajo, las asociaciones de vecinos, entidades patrióticas, ONGs y los partidos del Barça ocupaban gran parte de su tiempo, y durante el calendario ordinario apenas les quedaba un minuto para practicar su pasión favorita, el amor marital, la pasión desenfrenada del encuentro fortuito sobre el lecho conyugal. Así que las ultimas vacaciones estivales decidieron no viajar, quedarse en casa y disfrutar de un merecido descanso en la tranquilidad del hogar.

Habitualmente en los encuentros íntimos, Charito gustaba de expresar, durante el acto con palabras, sus sensaciones más intimas. Salustiano en cambio, era menos expresivo, emitía los ruidos resoplidos y ayes normales en tales situaciones y actuaba guiado por la voz suave de Charito según un protocolo no escrito que ambos de manera desordenada pero efectiva seguían. Al principio de las vacaciones, las sesiones se prolongaban en el tiempo de manera imperceptible, Charito era de orgasmo tardío y voluptuoso, sin embargo a medida que avanzaban los días de asueto, Charito se iba sensibilizando de forma progresiva y sus tiempos de respuesta eran cada vez más cortos. Salustiano achacaba tales progresos a las habilidades desarrolladas conjuntamente por ambos y a la experiencia que proporciona la practica continuada de un determinado ejercicio.

Casi al final de las vacaciones La Charito parece que alcanzó el cenit de la sensibilidad, a los pocos minutos de iniciado el acto exclamaba con pasión : ¡ Me voy! ¡Que me voy! ¡ Ya, Ya está! Y en efecto se iba, pero a ver la telenovela de las cuatro que empezaba a emitirse en TV3.
¡Gracias Yauma!

España, a la cola de la Eurozona en competitividad y productividad según el BCE

A pesar de que el presidente Zapatero sigue presumiendo de la solidez económica española allá donde va, según un estudio del Banco Central Europeo, España es el segundo país de los 12 que pertenecen al área euro con menor capacidad para competir en el exterior, sólo por delante de Portugal. Además, la productividad (lo que produce cada trabajador) también evolucionó muy por debajo de la media de la Eurozona en la última década.

Según los autores del análisis, titulado "Globalización y competitividad en el Área Euro", tanto Portugal como España se sitúan al final del ránking debido a su "desventaja" tecnológica e "institucional".

Nuestro país es el penúltimo de una lista de 12 países que pertenecen al área de influencia del euro, es decir, los que tienen el euro como moneda única, más Dinamarca, cuya moneda apenas difiere de la divisa "única", y Suecia, pendiente de referendo.

Según informa en su portal Dispacapnet la agencia Servimedia, los resultados han sido recogidos tras una investigación de 150.000 firmas de los países europeos. Con estos datos, el BCE ha elaborado dos clasificaciones: "Competitividad general", que refleja el acceso efectivo a los mercados internacionales, y "Competitividad productiva", que depende específicamente de la capacidad de producir a bajo coste y los factores institucionales.

En ambas clasificaciones España figura en penúltimo lugar, sólo por delante de Portugal, que cierra las dos listas. El país con más "competitividad general" es Bélgica, seguido, por este orden, de Finlandia, Holanda, Alemania, Francia, Austria, Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Italia, España y Portugal.

España perdió un 14% de competitividad desde 1999

El estudio del BCE también compara la evolución hasta 2007 de la competitividad exterior de los 12 países de la Eurozona que se apuntaron el euro en 1999. En ese periodo, España acumuló una pérdida de competitividad exterior del 14,3 por ciento, la segunda más alta de todos los países estudiados tras Irlanda, que vio empeorar su situación en un 23,1 por ciento.

No obstante, como consecuencia de la apreciación del euro respecto al dólar y otras divisas internacionales, ni un solo país de la Eurozona mejoró su competitividad exterior entre 1999 y 2007.

Tras Irlanda y España, el mayor deterioro de competitividad correspondió a Luxemburgo (12 por ciento), seguido de Holanda (10,2 por ciento), Portugal (9,8 por ciento) y Grecia (7,9 por ciento).

La productividad, significativamente por debajo de la media

Otro dato destacado por el BCE es el de la evolución de los costes laborales unitarios (es decir, lo que cuesta a las empresas cada trabajador). En términos nominales, es decir, sin descontar el efecto de la inflación, en España crecieron un 26,4 por ciento entre 1999 y 2007, casi el doble que el 14 por ciento registrado en el conjunto de la Eurozona.

En esta misma línea apunta el apartado relativo a la marcha de la productividad (lo que produce cada trabajador). El BCE señala que su crecimiento fue lento en la década 1995-2005 para los países del euro, pero de manera "particularmente marcada en Italia y España, en donde el crecimiento de la productividad laboral se ha situado significativamente por debajo del promedio de la zona euro en el mismo periodo".

Para potenciar la competitividad exterior de las empresas europeas, los expertos del BCE aconsejan desarrollar un mercado único más integrado en la Unión Europea, más flexibilidad en los mercados, y más inversión en innovación y en formación del capital humano.

Libertad Digital

Otra vez "Maleni"