martes, 30 de diciembre de 2008

Israel siempre. Por Juan Carlos Girauta

Antisemitismo.

«Calla el periodismo como puta cuando caen los cohetes incesantes. Hemos visto titulares donde la muerte de niños israelíes por ataques de Hamas se presentaba como un "error" de los terroristas: ellos no querían matar a nadie.»

Nuevo enfrentamiento de Israel con el terrorismo, nuevo capítulo de una memorable historia de resistencia... y de incomprensión. Resucitan puntuales los viejos espectros, el antisemitismo hoy llamado antisionismo, hoy llamado pacifismo, hoy llamado movimiento pro palestino, hoy reforzado por la pirámide de Madoff (como es sabido, cristianos y musulmanes desconocemos la estafa, esa cosa judía).


¿De qué hablamos cuando hablamos de Hamas? De un respetable interlocutor democrático, si hay que atender a la mayor parte de la prensa occidental. ¿O se tratará más bien de una parte del amplio terrorismo islamista, global, posmoderno, reticular, tecnológico y bárbaro, resentido, suicida, rico, mendaz, posesionado del destino de infinidad de refugiados palestinos a quienes sus "amigos" árabes han deparado el eterno destino de coartada? ¿Sabe nuestra prensa lo que quiere hacer Hamas con Israel?

Al terrorismo mejor organizado, financiado y promocionado que hayan conocido los tiempos lo sufre en primera instancia y lo combate en primera línea Israel. Calla el periodismo como puta cuando caen los cohetes incesantes. Hemos visto titulares donde la muerte de niños israelíes por ataques de Hamas se presentaba como un "error" de los terroristas: ellos no querían matar a nadie. Por eso lanzan cohetes sobre la población civil. Los lanzan sistemáticamente, a diario desde hace años, los lanzan sin cesar, incluso cuando dicen estar en tregua, los lanzan para no reducir ni un momento la presión sobre los nuestros. Porque Israel, señores, por si no se habían enterado, son los nuestros.

Lo son por defender nuestro sistema de valores, por mantener viva la única democracia de la zona, por atenerse a las consecuencias de lo anterior juzgando y condenando a sus responsables políticos y militares cuando incurren en abusos que serían (que son) premiados en sus Estados vecinos. Lo son porque el judío es y seguirá siendo la figura que apela a Europa y, con ella, a Occidente entero; es el igual a quien hicimos diferente, el compatriota alemán, polaco, austriaco, francés que dejó de serlo de repente concitando un odio milenario, el chivo expiatorio que tuvo la grandeza, la dignidad y la valentía de levantar su identidad del exterminio, identificarla con los mejores valores de la civilización y preservarla desde el primer día de independencia de todos los ataques lanzados por las dictaduras árabes circundantes. Hoy, ni la Autoridad Nacional Palestina realiza análisis tan tendenciosos como nuestra prensa. Por la cuenta que le trae, aquélla quiere volver a la tregua. Lo mismo que Israel, y a diferencia de quienes la han roto.

Libertad Digital - Opinión

Viena, fin de año. Por Hermann Tertsch

HACÍA muchos años que no pasaba una Nochevieja fuera de Viena. Este año no ha podido ser porque la familia llama por otras latitudes. Ha sido, mi Nochevieja vienesa, una costumbre alimentada por mi amor a esa mi ciudad y por la absoluta correspondencia con mi padre, un austriaco nacido en Trieste pero tan profundamente vienés como el más aguerrido y vitriólico Karl Kraus, como los más melancólicos Peter Altenberg y Joseph Roth o como el pausado y sarcástico Friedrich Torberg. Cuando aun, hace décadas, celebraba la Nochevieja con mi padre, que hoy reposa en el Cementerio Británico de Carabanchel, nuestra Navidad era profundamente vienesa, en ese meandro cuasiserrano de Madrid que era Chamartín. Ahora sé que la música de Mozart, los dulces de la Pastelería Húngara, aquel maravilloso árbol de Navidad con manzanas naturales pulidas sobre las que ardían las velas, y las inmensas bolas de rojo y dorado intenso que tan fácilmente se rompían, no eran algo más. Eran las formas. Eran liturgia.

Los niños y los adolescentes nos reíamos mucho de ello. Pasamos años riéndonos de los esfuerzos litúrgicos de los mayores. Hasta que, por defunción, no pudimos contarles a quienes nos habían hecho aquel regalo lo importante que para nosotros había sido. Después, tras haber visto muchas desgracias y muchísimos muertos en morgues no sólo tercermundistas sino también centroeuropeas, muy cercanas a la Catedral vienesa de San Esteban, retorné a la Nochevieja vienesa. A la mañana siguiente siempre sentía el ánimo que me daba la Marcha de Radetzky del Musikverein, para mí inseparable de mi querido e inolvidable Paco Eguiagaray. Volví también, por supuesto, por toda la familia y amigos que allí sé que me quieren y que celebran unas Navidades y un Fin de Año con solemnidad y formas muy diferentes a lo que aquí por desgracia se ha impuesto.

Cada año que pasa creo más en los símbolos y en los gestos. Quizás alguien podría adivinar que es a la liturgia. Cada día valoro más a quienes aprecian y respetan las formas. Cada vez venero más a las formas mismas. Hubo tiempos en los que personajes que se presumían indestructibles, una especie de ícaros chulescos, planeábamos sobre los acontecimientos y la historia con la arrogancia shakespeariana de quienes, sin límites ni Dios, tocábamos todas las teclas del sentir humano con el desprecio definitivo al escrúpulo y al trato. Hoy me acuerdo una vez más de Viena y soy feliz porque un amigo, Carlos Herrera, está recorriendo mis veredas entre el Bräunerhof de Thomas Bernhard y el Landtmann de Altenberg. Entre el martini seco del Bar Azul del Sacher y el aguardiente de pera del Hawelka. Y pienso en el amor a las formas de mi padre, su perseverancia en la solemnidad que sus hijos se tomaban a broma y en la contundencia de las costumbres en la articulación de las formas de la amistad y del amor. En que la vida buena es en gran parte liturgia. Viena es mi prueba.

ABC - Opinión

Lanzan una iniciativa para que exiliados vascos y navarros puedan votar en su tierra

En las Comunidades Autónomas Vasca y Navarra, el terrorismo separatista, además de haber causado muertos, heridos, grandes pérdidas materiales y acabado con las ilusiones de muchas familias, ha conseguido que muchos vascos y navarros, víctimas de ese terror, hayan tenido que exiliarse a otros lugares de España impidiéndoles elegir al alcalde del pueblo que se vieron obligados a abandonar, al diputado de su provincia, o al presidente de su comunidad autónoma. Con esta solicitud se pretende acabar con esa situación y permitir que los exiliados y sus familias puedan tener voz en los procesos electorales que se desarrollen en aquellos lugares que tuvieron que abandonar. La Ley de Memoria Histórica ya permite a los hijos y nietos de los exiliados por la guerra civil y el franquismo adquirir la nacionalidad española vivan donde vivan.

Este lunes se pone en marcha una vieja aspiración de muchas víctimas del terrorismo. Que los exiliados del País Vasco y Navarra y sus familias puedan votar en los lugares que se vieron obligados a abandonar. César Velasco Arsuaga y DENAES han dado el paso. Libertad Digital contribuye iniciando la campaña de adhesiones.

A partir de este lunes y gracias a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, los hijos y nietos de los exiliados de España durante la guerra civil y el franquismo podrán optar a la nacionalidad española, pasaporte y, por lo tanto, derecho a voto. Se estima que puedan ser alrededor de medio millón de personas las que estén en situación de acogerse a esta nueva vía para ser español.

Pero también hoy, y al amparo de esta fórmula, se pone en marcha una vieja idea de muchos vascos y navarros que se vieron obligados a abandonar sus hogares ante la presión nacionalista y, sobre todo, del terrorismo nacionalista vasco de ETA. ¿Podrán votar en sus lugares de origen también estos exiliados?

El artífice de este impulso definitivo a una campaña que ya han demandado en varias ocasiones asociaciones como Foro de Ermua o la AVT es César Velasco Arsuaga, ex Subdelegado del Gobierno en Álava durante el gobierno de Aznar. Nunca se ha resignado a contemplar el incumplimiento de la ley y con esa premisa ha reconquistado derechos que se estaban violando sistemáticamente gracias a la imposición nacionalista.

César Velasco ha conseguido, entre otras cosas, que los agentes de la Ertzaintza juren o prometan acatar la Constitución en su toma de posesión, y que tenga que volver a ondear la bandera de España en la Academia de la Policía Vasca, en el Parlamento Vasco o en las Diputaciones y Juntas Generales de Vizcaya y Guipúzcoa. Muy próxima se encuentra la sentencia que obligará también a cumplir esa ley en todos los edificios dependientes de la Administración Autonómica Vasca. La última ocurrencia del Gobierno Vasco para retrasar la sentencia del Tribunal Superior ha sido retirar a su procurador. Pero Izaskun Bilbao, presidenta del Parlamento vasco ha osado incluso votar contra la voluntad de Joseba Eguibar para que se cumpla la ley. Al final, el temor a una inhabilitación puede más que muchos mítines políticos.

El otro sujeto responsable de que la iniciativa de permitir el voto a los exiliados por el terrorismo nacionalista se convierta en una nueva conquista es, una vez más, la Fundación para la Defensa de la Nación española (DENAES), que recibirá las firmas de los ciudadanos que quieran demandarlo.

Libertad Digital inicia hoy su aportación poniendo a disposición de los lectores la solicitud al Presidente del Gobierno para que emprenda las acciones que sean necesarias. Dichas solicitudes pueden descargarse en nuestra web y enviarse por correo ordinario a:

Fundación DENAES
Apdo. de Correos 238
39080 Santander. España


Un precedente de "voluntad política"

La entrada en vigor de la Ley Orgánica 1/2003, de 10 de marzo para la garantía de la democracia en los Ayuntamientos y la seguridad de los concejales supuso la modificación de seis leyes orgánicas.

La exposición de motivos de aquella ley de 2003 no podía ser más concisa:
  • Hacer efectiva la voluntad política expresada por quienes tienen plena confianza en que el sistema democrático garantiza la adecuada convivencia de nuestra sociedad, y con ello el derecho que la Constitución otorga a todos los ciudadanos, obliga a modificar determinadas normas de nuestro ordenamiento jurídico de manera que se permita hacer realidad la decisión de aislar a los terroristas, garantizando una mayor eficacia en el uso de los recursos de los que puede disponer nuestro sistema político.
Los textos que se vieron afectados por la entrada en vigor de esta Ley fueron:
  • El Código Penal
  • Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
  • Ley de Enjuiciamiento Criminal
  • Ley de Financiación de Partidos Políticos
  • Ley de Régimen Electoral General
  • Ley de las Bases de Régimen Local
Ahora, en 2009 existe otra posibilidad de llevar a cabo una operación democrática de similar calado. La voluntad política –invocada en la exposición de motivos– puede tener muchos cauces y uno de ellos es la futura modificación de la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo (32/1999).

Un exiliado, un voto

La diáspora provocada por el terrorismo nacionalista vasco ha sido siempre denunciada por asociaciones como el Foro de Ermua que en un manifiesto elaborado en 2005 explicó con claridad la falacia electoral que se vive en el País vasco y Navarra y cómo esa perversión se usa cada día al esgrimir, por ejemplo, la "voluntad de los vascos", una de las frases favoritas de Juan José Ibarretxe. Mermada día tras día, esa voluntad va camino de ser la que buscan los nacionalistas. La iniciativa que hoy tiene ya una formulación concreta puede impedirlo.

Libertad Digital