sábado, 6 de agosto de 2011

La hoja de ruta de ETA. Por Carmen Gurruchaga

Coquetear con el mundo etarra tiene consecuencias y no precisamente las que Jáuregui recordaba ayer a Bildu sino las que estamos sufriendo todos los españoles por culpa del acercamiento de los socialistas a ese turbio mundo. La bipolaridad es una característica perenne del PSOE con los terroristas desde los tiempos de Rafael Vera. Ahora ha utilizado el rigor de la Fiscalía y de las Fuerzas de Seguridad para que el TS no legalizara a Bildu, sabiendo que el Constitucional sí lo iba a hacer. Por un lado, Eguiguren, que obviamente no actúa «motu propio», ofrece políticas de entendimiento a cambio de falsas promesas de paz y, por otro, la oficialidad pretende hacernos creer que tienen un discurso duro frente a ese mundo, de suerte que si apoya a los presos de ETA sin rechazar la violencia, caerá sobre ellos todo el rigor de la democracia. Mientras tanto, los batasunos camuflados, que ya han conseguido lo que querían sin dar nada a cambio, se fuman un puro y se mofan de todos nosotros. Garitano pide el fin de la dispersión, asegura que no es el momento de hablar de las víctimas y oculta que se lo prohíbe ETA; con su invitación institucional como diputado general cuela a familiares de presos etarras en el balcón del Ayuntamiento al comienzo de las fiestas de Vitoria… y faltan las de Bilbao, San Sebastián y multitud de pueblos. Ahora Bildu invita al PNV y a Aralar a formar un frente independentista para concurrir el 20-N. ETA sigue con su hoja de ruta mientras el Gobierno espera el comunicado de la banda.

La Razón - Opinión

Los dichosos mercados. Por José Luis Albite

Yo no sé muy bien qué es eso de «los mercados», ni estoy en absoluto seguro de que adelante mucho si me preocupo de saberlo. Puedo vivir sin ese conocimiento, del mismo modo que durante toda mi vida fui capaz de salir adelante desinteresado por viajar al centro de la Tierra y sin conocer el peso atómico del vanadio. Una vecina mía dice que los grandes conocimientos por lo general son innecesarios para llevar una vida satisfactoria y decente, y que desde que tiene memoria, y a pesar de las naturales restricciones de la vida rural, su familia salió adelante sin necesidad de un conocimiento más profundo que el del funcionamiento de la bomba del pozo. A veces basta con tener cierta facilidad para la deducción y adoptar decisiones en función de un mínimo sentido de la corazonada. En una aldea de Galicia le escuché decir a un campesino que «más a menudo de lo que se cree, el ser humano pierde el sentido común por culpa de razonar demasiado las cosas». Un amigo mío muy aficionado a la música estaba convencido de que las plantas de su salón disfrutaban de Mozart tanto como él y se desarrollaban en función de que acertase con sus gustos al elegir los discos que pinchaba. Una de sus plantas melómanas se vino inesperadamente abajo y dio con las hojas en la tierra del tiesto. Le pregunté entonces qué había ocurrido para que, a pesar de Mozart y de Mahler, aquella planta estuviese camino de mustiarse sin remedio. Entonces aquel tipo reaccionó con sentido común, sin dejarse llevar por razonamientos que no venían al caso: «Lo que le sucede a esta planta, amigo mío, no es nada distinto de lo que le sucede al diez por ciento de las plantas que conozco: A todas les gusta Mozart, pero pasado un tiempo, el diez por ciento de las plantas se vuelven sordas». ¿Se puede aplicar ese razonamiento al asunto de los dichosos «mercados» que tanto nos afligen? Para contestar a eso creo sensato recurrir a la sabiduría de una amiga de mi madre que tiene de la vida la idea de que se trata del tiempo que necesitamos para hacernos a la razonable idea de morir. Esa amiga le dijo en una ocasión a mi madre: «Verás, Leonor: La vida está llena de altibajos económicos que nos producen disgustos y alegrías. No hay que descorazonarse por nada. Se trata de saber adaptarse, sólo eso. Son cosas que si no se aprenden con el escarmiento, se asimilan con la edad. Cuando vienen mal dadas, de lo que se trata es de llamarle de otro modo a la pobreza, igual que a cierta edad sustituimos el sexo por la gimnasia de mantenimiento».

La Razón - Opinión

Salgado.La regla del gasto. Por José T. Raga

Eso, que es tan claro en la economía familiar, algunos, embaucados por los análisis keynesianos, lo olvidan cuando se habla de la nación y, concretamente, del sector público..

Siguen empeñados en "sostenella y no enmendalla", tal y como empezaron en aquel fatídico 2004. La mentira y el recurso a la confusión han sido durante más de siete años de Gobierno los grandes aliados de la vergüenza y el ridículo nacionales; han sido los instrumentos eficaces para las liberalidades, los amiguismos y la corrupción que con la connivencia, al menos aparente, de miembros del poder judicial, han conseguido silenciar los grandes problemas que aquejan al pueblo español que, frustrado e impotente, enmudece ante lo inevitable. ¿Será el 20 de noviembre la muerte deseada de la mentira? Si así fuera, sería un acontecimiento memorable.

Cualquier hecho, cualquier momento son buenos para mentir. Según la Sra. Salgado y el Sr. Chaves, no cabía mayor satisfacción que la resultante de la última reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera. No era para menos: simplemente, no se llegó a ningún acuerdo. He aquí la gran satisfacción.


Pero es que el Sr. Chaves llegó a informar del consenso alcanzado. ¿Con quién el consenso? Porque los Consejeros allí reunidos, también públicamente han manifestado que no hubo nada de nada, salvo una pérdida de tiempo. Y al pobre español, sumido en la duda de quién miente, no le queda más remedio que acudir a los indicios históricos, y concluir que miente quien siempre ha mentido: el gobierno del PSOE. Lo malo es que aquí no pasa nada y mañana, todo olvidado.

Sí hay algo en materia de lenguaje: se trata de una nueva norma conocida como "la regla de gasto". Yo no sé ustedes, pero estoy harto de eufemismos y de juegos de palabras, que nunca son inocentes y que, generalmente, añaden dolor y desesperación a un pueblo ya flagelado. Me preocupa el mismo concepto de "regla de gasto". Éste no es más que una de las dos vertientes de las cuentas públicas. ¿Qué pasa con la otra? ¿Cuál es la regla de ingreso?

La regla de la que hay que hablar es la del presupuesto –gastos e ingresos–, porque estos últimos no provienen del maná, sino del sacrificio de los españoles. Y esa regla está escrita, desde sus orígenes, en el corazón de los hombres: "nunca gastes más de lo que tienes".

Eso, que es tan claro en la economía familiar, algunos, embaucados por los análisis keynesianos, lo olvidan cuando se habla de la nación y, concretamente, del sector público. La regla: no gastar más de lo que se tiene, y si se gastó en exceso en etapas anteriores, sólo hay una solución: gastar menos de lo que se tiene, hasta pagar íntegramente la deuda acumulada. No saber esto, nos ha conducido a una prima de riesgo por encima de los 300 puntos básicos.


Libertad Digital - Opinión

El caos de la CAM. Por Iñaki Zaragüeta

Perdieron 522 millones de euros, pero no tuvieron inconveniente en adjudicarse bonificaciones a raudales. Me refiero a los directivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), que vio mermado su balance de forma escandalosa, especialmente por la morosidad y por la pérdida de valor de sus propiedades. Como se trata de una Caja de Ahorros, la responsabilidad de sus dirigentes, como ha sucedido con otras entidades similares, brilla por su ausencia, aunque en esta ocasión ya existe alguna denuncia. Y cuando interviene la vía judicial, cualquier cosa puede pasar. Pero en España no se han tomado muy en serio semejantes abusos.

Eso sí, la mala gestión no impidió que sus responsables –miembros del Consejo y ejecutivos– se beneficiaran de créditos blandos por valor de 161 millones de euros al cero por ciento o en condiciones ventajosísimas. El presidente obtuvo un préstamo de 5 millones de euros al 2,5%. Otro consejero 47,5 millones de euros en cuatro años en condiciones preferentes. Otro, en sólo seis meses, once créditos por un total de 11,4 millones al 2,93 por ciento, al 2,5 y al 1,89. ¡Toma salero!, como dicen en mi pueblo. No es de extrañar ¡qué menos! que los tres administradores nombrados por la Comisión rectora del Fondo Ordenado de Reestructuración Bancaria (FROB) llamen uno a uno a los afectados para dar explicaciones.


¿Se quedará todo ahí?, ¿en una llamada al orden?.¡Qué decir de los despidos multimillonarios de sus ejecutivos! El último director general cobró una indemnización de 3,8 millones de euros. Aún así, no se daba por satisfecho. Los 3,8 millones de euros percibidos le parecían poco para la dedicación que había dado a la Caja hasta casi llevarla a su perdición. Pero el consejo de administración no tragó con lo que pretendía: doblar la cantidad, como había sucedido con su predecesor que, según se publicó en su día, se retiró del puesto con casi seis millones de compensación por su esfuerzo. Tampoco se fueron de vacío los directivos prejubilados en el ERE de junio: diez millones de euros.
Todos ellos son los que condujeron a esta Caja de Ahorros, que ocupó el cuarto puesto en el ranking nacional, al caos financiero.

Lo que no entiende mi amigo Rogelio es la actitud del Banco de España. Es verdad que ahora ha tomado cartas en el asunto y podría aplicar sanciones que, desde luego, estarán al alcance de los pingües beneficios obtenidos por quienes quizás reciban algún castigo. Pero dicho esto, ¿cómo vigila y analiza todos estas tropelías el banco regulador?, ¿no tiene que revisar y dar el visto bueno a todas las actuaciones?, ¿por qué no puso remedio antes de que se produjera la hecatombe?, ¿evitarlo no entra dentro de sus responsabilidades?

No me extraña que desde esa entidad alicantina se pusieran durante decenios todas las trabas posibles para dinamitar la fusión natural de las dos Cajas valencianas, CAM y Bancaja, cuando las condiciones eran favorables para componer una sociedad financiera potente y fiable. Y valenciana. Ahora nada queda con identidad propia en la Comunitat. Así es la vida.


La Razón - Opinión

Poca confianza en los políticos españoles e italianos.

En España no hemos tenido ningún plan serio. La única decisión que se ha tomado ha sido la de acortar, pero no mucho, la agonía de Zapatero.

La causa de esta crisis es política y, mal que nos pese, la salida debe serlo también. No en el sentido tradicional, sin embargo. Como nos vendieron que la situación era culpa del capitalismo salvaje y la especulación, parecía que la solución consistía en regular más y aumentar más el peso del Estado sobre la economía. ¿Recuerda alguien el Plan E? Pero como siempre advertimos desde estas páginas, aquellas medidas sólo podían suponer, como mucho, un alivio momentáneo, tras el cual estaríamos peor que antes por el empeoramiento del estado de las cuentas públicas.

Los Gobiernos se han gastado lo que no tenían, pidiéndolo prestado a los malvados mercados, y los inversores no acaban de ver que muchos de ellos estén dispuestos a tomar las medidas necesarias para dejar de pedir dinero y empezar a devolverlo. Así, la deuda de países como España e Italia ha pasado de ser una inversión segura y poco rentable a entrar en el mismo tipo de consideraciones que se aplica a la bolsa u otro tipo de activos. Sólo la seguridad en que los Estados han aprendido la lección y están dispuestos a gastar menos puede devolver la confianza y rebajar el precio que hay que pagar por los intereses de la deuda.


Así lo ha entendido Berlusconi, que habiendo aprobado medidas de austeridad y liberalización de bastante mayor calado que las españolas ha visto cómo fuera de sus fronteras pocos se han fiado de sus promesas. De modo que ha suspendido las vacaciones parlamentarias y acelerado la implementación de los recortes, porque cuando nadie se fía de tu palabra lo único que puedes ofrecer son hechos contantes y sonantes. Puede que no le funcione, pero ha demostrado que le preocupa la situación de su país y está dispuesto a coger el toro por los cuernos y tomar las medidas necesarias para resolver la crisis en la que está inmerso.

En España no hemos tenido ningún plan serio. La única decisión que se ha tomado ha sido la de acortar, pero no mucho, la agonía de Zapatero. Cuando un presidente convoca las elecciones han de pasar 52 días hasta que se celebren; demasiados sin duda para la situación en la que estamos, especialmente cuando hay que sumar el tiempo que seguirá luego el Gobierno en funciones. Pero con esta convocatoria adelantada aún hay que esperar más del doble de ese tiempo, a todas luces excesivo cuando Zapatero ha demostrado ser incapaz de tomar ninguna medida mientras tanto, como reclama la propia Unión Europea.

Con Zapatero amortizado y sabiendo que España perderá unos meses preciosos, cobra especial importancia. Sin embargo, Rajoy parece temer –y no sin buenas razones– que reconocer el duro ajuste al que deberá ser sometido el gasto público le pasaría factura en las urnas, de modo que se limita a adoptar una pose solemne propia de un presidente ya electo mientras dice generalidades que no lo comprometan demasiado. Es difícil no reconocer que en una España que ha votado dos veces a Zapatero los temores del PP tienen cierta justificación, pero su falta de compromiso público por las reformas empieza a ser visto con cierta prevención por los mismos a quienes debería infundir confianza.

España e Italia lo están pasando mal. Sin embargo, la reacción de unos y otros está siendo bien distinta. Si usted fuera inversor y tuviera que decidir de quienes se fía más para prestarles dinero, no parece muy difícil elegir. Desgraciadamente.


Libertad Digital - Editorial

Del 15M al 15M, historia de una desilusión colectiva. Por Federico Quevedo

Cuando el pasado 15 de mayo decenas de miles de jóvenes y no tan jóvenes 'tomaron' Madrid bajo un grito colectivo de indignación, parecía que realmente algo estaba empezando a cambiar en una sociedad hasta ese momento excesivamente resignada y adormecida por la anestesia de un sistema político encapsulado que acota a la clase dirigente para evitar el contacto con el pueblo soberano. Luego vino lo de Sol, y aquello se convirtió en un síntoma de reacción ante los abusos del poder y las injusticias de un sistema que se ceba sobre los ciudadanos a los que dice servir. Pero tras las elecciones del 22 de mayo las cosas empezaron a cambiar, y lo que en un principio había sido un movimiento heterogéneo, transversal, apolítico y de una aparente fuerte raigambre en la pluralidad social, poco a poco fue cayendo en manos de los 'expertos' en manejar este tipo de situaciones: anarquistas, antisistema, radicales de toda condición.

Las manifestaciones del 19-J que confluyeron en el centro de Madrid quisieron retomar la esencia del movimiento, a pesar de la escenografía típica de izquierdas, pero ha pasado el tiempo y se puede decir que queda bastante poco de 'acampadasol' y el Movimiento 15M, aunque las razones que lo motivaron y buena parte de sus exigencias siguen vivas y continúan siendo necesarias, y de hecho una buena parte de la sociedad española simpatiza con el trasfondo del movimiento, razón por la que es incomprensible que éste se haya desviado de su impulso inicial hasta el extremo de empezar a convertirse en un factor de distorsión para la ciudadanía, en lugar de ser un elemento de cohesión. Si hace un par de meses una gran mayoría de la sociedad veía con agrado la protesta de estos jóvenes 'indignados', hoy esa misma gran mayoría les ve como un grupo de inconsecuentes inmaduros que solo buscan diversión.
«Si hace un par de meses una gran mayoría de la sociedad veía con agrado la protesta de estos jóvenes 'indignados', hoy esa misma gran mayoría les ve como un grupo de inconsecuentes inmaduros que solo buscan diversión.»
Esa sensación y la deriva radical de algunas de sus exigencias hacen que hoy el 15M se vea con recelo. Es más, cunde la sensación de que sus últimas acciones en Madrid tienen más que ver con una forma de boicot a la visita del Papa que con una auténtica reacción social ante la crisis político-económica que vive este país. ¿Es que para propiciar cambios en nuestro sistema, como desde un principio propusieron los indignados, hay que llevarse por delante la Jornada Mundial de la Juventud? ¿O es que el verdadero problema radica en que el Movimiento no quiere verse comparado con el poder de atracción de la JMJ? Si es así, se trata de un error de estrategia completamente absurdo. Lo que debería intentar el Movimiento es hacerse también eco de muchas de las demandas que esa inmensa cantidad de jóvenes que se va a dar cita en Madrid tiene y que coinciden con muchas de las del propio 15M.

15-M, un fallo de estrategia

Esta es la crisis de una generación perdida, de una generación a la que sus mayores les ha robado su futuro, y en esa reflexión no hay ideología ni religión que valga: es un hecho incontestable, y necesita respuestas desde muchas perspectivas, desde muchas visiones distintas pero confluyentes en un mismo fin.

Si el 15M quiere mantener vivo el sentido heterogéneo y transversal que le vio nacer, debe aceptar en su seno toda clase de identidades y admitir diferentes puntos de vista sobre los mismos problemas, o de lo contrario acabará convirtiéndose en aquello que sus enemigos siempre dijeron que era: un movimiento capitalizado por la izquierda, al servicio del poder. Sería una pena que el 15M se quedara finalmente en una serie de tentativas de ocupar plazas provocando enfrentamientos inútiles con la policía, cuando podría haberse convertido en un referente de reacción social. Lo cierto es que sus impulsores no han sabido dirigir los pasos del Movimiento, y éste hoy ha caído en una decadente estrategia de tensión que solo consigue generar más rechazos que adhesiones. A tiempo de corregir ese rumbo están, y de provocar un debate serio y sereno sobre los cambios que requiere este país, también, pero ojalá no echen por la borda tanto esfuerzo colectivo por alcanzar aquellos fines tan nobles y que conciliaron a tanta gente: una democracia mejor y una sociedad más justa.


El Confidencial - Opinión

Basagoiti. Por Alfonso Ussía

En mi buhardilla de trabajo cae el agua a chuzos, aventada y en tirabuzones. Día muy del norte. Antonio Gala, el gran escritor cordobés al que deseo fuerza y serenidad para triunfar en su enésima batalla, escribió un artículo bellísimo con La Montaña de protagonista cuando publicaba en el «Sábado Gráfico» de Eugenio Suárez. «Castilla arriba», se titulaba, y era una ensalada de sensibilidad, humor y melancolía. « Cuando estoy en los valles de Santander –tan muelles, tan jugosos, tan impecablemente verdes–, me asaltan dos temores: que si respiro fuerte me tragaré una vaca, y que si me siento en algún sitio un cuarto de hora más de la cuenta, me crecerá la yerba a mí también». Hoy, mientras escribo, de estar en un prado, no me crecería la yerba, sino un nogal con nueces y todo. Tan cerca y tan lejos de nuestra tierra vasca. Iguales praderías, iguales bosques, iguales ríos cantores, iguales rocas, iguales olas y tan desiguales ánimos, valores y principios. Basagoiti es un árbol vasco, roble enraizado. Lo conozco poco, apenas de un par de oportunidades. No se puede decir de él que es la alegría de la huerta, pero sí la entereza de un territorio amenazado. En Vitoria, en los inicios de las fiestas en honor de la Virgen Blanca, el bilduetarra Izaguirre, alcalde de San Sebastián, le saludó con la sonrisa pintada en la boca. Basagoiti le negó el saludo de cortesía: «No te saludaré hasta que tus jefes entreguen las armas». Más claridad y contundencia, imposibles.

Los de «Bildu» dedican homenajes a los terroristas, miman a sus familiares y reciben a condenados por la justicia. Ellos están con los que han asesinado, con los que matan. Y Basagoiti representa a centenares de miles de vascos que viven amenazados, han sido heridos, torturados o extorsionados y han conocido, en la cercanía de la familia o de los amigos, la tragedia de una muerte. Él está con los que mueren, y no con los que matan, como culminaba en un bellísimo soneto Laura Campmany. El saludo cordial entre el que está con los que matan y el que está con los que mueren es formalidad imposible. La sociedad vasca no se ha rendido, pero los primeros brotes de la resignación y el miedo del pasado empiezan a aparecer en árboles antaño resistentes. Me encontré con un viejo amigo de mi infancia y juventud donostiarra. No es como Basagoiti. Posee una preciosa y antigua casa en una localidad de Vizcaya. Me contaba, con una inocencia y sencillez aterradoras, que acudió al Ayuntamiento de ese lugar a visitar al alcalde para darle la enhorabuena por su elección. Un alcalde de Bildu. «Su abuelo y su padre trabajaron en casa», me dijo a modo de justificación no solicitada. Y siguió con la narración, que me desmoralizó. «Estaba con el alcalde una concejala que fue de Batasuna, y ahora de Bildu, que también había trabajado en casa, y nos soltamos indirectas, que si aquí está el pudiente, que si yo me he tomado muchos potes con vosotros»... Me lo contaba con la mejor voluntad, pero su narración me hizo daño. Una parte del llamado «problema vasco» –problema que se termina cuando la ETA pida perdón, entregue las armas y acepte que la sociedad no va a amnistiar a sus terroristas–, una pequeña parte, insisto, nace de las actitudes medrosas de muchos vascos que no saben ser como Basagoiti, ni reaccionar como Basagoiti, ni hablar con la claridad de Basagoiti. Porque una persona normal y decente –y mi viejo amigo lo ha sido siempre– no visita a su alcalde de Bildu por mucho que sus antepasados hayan trabajado en su solar y su casa. Y si lo ha hecho, hay que recomendarle que no lo cuente como un hecho regocijante y normal, porque ni es divertido ni es ejemplar. Con los de Bildu no hay otra salida que la de Basagoiti, y mientras queden cien vascos como él, habrá esperanza.

La Razón - Opinión

Duran i Lleida. En la UCI. Por Maite Nolla

Si todo resulta como dicen las encuestas, tendremos en breve un Gobierno con mayoría absoluta, pese a que, por si acaso, el PP ha abonado gratis total las buenas relaciones con CiU..

La sensatez ha vuelto a tomar forma humana. Duran ha hablado: España está en la UCI por culpa del "egoísmo electoralista" del PP y del PSOE. Además, –y esto es muy grave– CiU se está planteando pedir que las elecciones puedan incluso celebrarse antes del 20 de noviembre si el Gobierno no acomete alguna de las reformas urgentes que el nacionalismo moderado lleva pidiendo desde hace mucho tiempo. El sentido común socialcristiano le tira de las orejas a los socialistas, pendientes únicamente de su propia conveniencia electoral, y a los populares, que ya andan repartiéndose los ministerios. Y como a las declaraciones de Duran nunca se acompaña un historial de sus mejores actuaciones ni un listado de lo que proponen de cara al futuro y de sus posibles consecuencias, sigue siendo el político español mejor valorado.

Y eso está provocado por dos factores: el primero, por una parte de la prensa, especialmente la de derechas, que sigue engañando a la gente. Porque no decir que si Zapatero ha llegado a completar prácticamente la legislatura es en gran parte culpa del sensato Duran, es engañar. Y el otro factor es que en contra del esfuerzo continuo de varios corresponsales del periodismo nacionalista moderado en Madrid por hacer creer que en la capital se levantan pensando en cómo odiar a Cataluña hasta la hora de la siesta, en Madrid no interesa nada lo que pasa en Cataluña. Y al que alguna vez le interesó algo, ahora le aburre y no quiere saber nada. Así, si junto a las declaraciones de Duran se adjunta un análisis pormenorizado de los presupuestos recién aprobados por su partido en Cataluña, no se lo lee nadie. Unos presupuestos que no pasan el corte, pese a lo que se ha dicho en varios artículos por encargo –con aroma de vuelta y vuelta por el Txistu– necesarios para justificar determinados apoyos.

Si todo resulta como dicen las encuestas, tendremos en breve un Gobierno con mayoría absoluta, pese a que, por si acaso, el PP ha abonado gratis total las buenas relaciones con CiU. Eso a nivel catalán no significa que Rajoy vaya a poner firmes a los nacionalistas, tampoco hay que ser tan merluzo como para pensar otra cosa. Pero a nivel nacional, al menos, de lo que haga el PP, sólo o en compañía, será responsable el PP. Todo ello no nos librará de Duran, de su absurda valoración, de los artículos elogiosos y de la continua mentira; pero pintará menos, lo cual es un alivio.


Libertad Digital - Opinión

Impunidad de Batasuna

Que Bildu se esfuerza cada vez menos en disimular su cercanía con el entorno que representan Batasuna y ETA constituye una realidad que esta semana se ha hecho más evidente que nunca. Primero, en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, en la que cargos de Bildu, entre los que destacaba el diputado general Martín Garitano, reventaron la festividad de San Ignacio de Loyola al expresar su apoyo a los presos de ETA. Una provocación a la que se sumó este jueves la presencia de familiares de reclusos de la banda en el Ayuntamiento de Vitoria, tras ser invitados por la coalición abertzale. Mientras, sus líderes siguen sin condenar a ETA ni reclamar a ésta su disolución. Todos estos gestos ponen de manifiesto que, cada día que pasa, Bildu es más Batasuna, y Batasuna, según la Justicia, es una organización ilegal. Esa impunidad con la que Bildu coquetea con el entorno de la banda es, según publica hoy LA RAZÓN, la misma que parece disfrutar Batasuna desde las últimas elecciones municipales. La «Mesa Nacional» de la formación ilegalizada ha vuelto a reunirse con regularidad desde el 22-M para trazar las líneas de actuación política que han de seguir los cargos electos de Bildu en los ayuntamientos vascos y navarros. A estas reuniones asisten algunas de las cabezas más reconocibles de la formación, como Rufino Echeverría, Iñigo Iruin y Joseba Permach. Lo hacen, además, sin tomar la más mínima precaución. Y es que a pesar de que las resoluciones judiciales determinan que este tipo de encuentros son ilegales y deben ser abortados, las Fuerzas de Seguridad no tienen órdenes de intervenir. La libertad de movimientos de la que disfruta la «Mesa Nacional» de Batasuna y el envalentonamiento de Bildu constituyen los dos ingredientes de un cóctel de imprevisibles consecuencias, pero ante el que parece razonable anticiparse y actuar. Ayer, el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, recordó acertadamente a este respecto que la presencia de Bildu en las instituciones es «reversible». No conviene olvidar que respaldar a los presos supone, en definitiva, avalar la violencia y los crímenes perpetrados por éstos, y que la legislación actual contempla la posibilidad de expulsar de los gobiernos municipales a esta formación si queda demostrado su vínculo con ETA. A falta de menos de cuatro meses para las elecciones generales, los dos grandes partidos políticos de España tienen la obligación de lanzar un mensaje de firmeza y estar alerta para evitar que una marca de ETA se cuele en el Parlamento. Por de pronto, Bildu ya ha movido ficha a este respecto al proponer al resto de formaciones nacionalistas, incluido el PNV, la creación de una gran coalición para el 20-N. Este ofrecimiento supone un paso más en el objetivo del mundo abertzale de consolidar su «frente institucional». Un frente que para ETA, es tan importante como sus «comandos», y que, por ejemplo, en las municipales les valió para gobernar en 123 ayuntamientos y gestionar un presupuesto cercano a los 2.300 millones de euros. Aún se está a tiempo, como recordó Rajoy, de devolver la normalidad democrática a esos ayuntamientos y de evitar que el fantasma de ETA se cuele en noviembre en la sede de la soberanía de todos los españoles.

La Razón - Editorial

Un poco peor

La debilidad del consumo y de la inversión aplazan de nuevo la recuperación económica.

Poca sorpresa han deparado las estimaciones de crecimiento para el segundo trimestre del año que avanza el Banco de España. Los cálculos previos de producción industrial o demanda interna indicaban una desaceleración de la economía española, tanto más preocupante en cuanto que en el primer trimestre del año había crecido solamente a una tasa interanual del 0,8%. Pues bien, entre enero y abril se ha confirmado la ralentización y ya estamos en una tasa interanual del 0,7%. Se desvanecen así las ilusiones de alcanzar el ritmo de crecimiento del 1,3% que proyectaba el Gobierno, se compromete la hipotesis de que el PIB crezca al menos el 0,8% (las lecturas para el tercer trimestre también reflejan un empeoramiento) y se esfuman las escasas expectativas de un repunte de la ocupación. Casi todo está un poco peor.

Resulta tentador relacionar la desaceleración española (preocupante, porque aunque es solo de una décima se produce sobre un ritmo de crecimiento muy bajo) con las incertidumbres de los mercados sobre la recuperación económica mundial. Existe esa conexión, por supuesto. Como en muchos países del euro, la tasa de endeudamiento no se ha reducido después del crash financiero, el ahorro es insuficiente para financiar las urgencias de inversión y las entidades bancarias siguen sin conceder créditos, como no sea para refinanciar a sus deudores.


Pero España sufre de males propios. La composición del crecimiento trimestral revela en sí mismo una debilidad imposible de ocultar. Se basa en el tirón del sector exterior, que aporta al crecimiento hasta 2,6 puntos, mientras que la demanda interna malvive en una fase de depresión aguda (-1,9%). Una estructura fiable de crecimiento requiere al menos que se recuperen la inversión y el consumo, justamente el eslabón más débil de la demanda. Por el momento, en España es imposible.

Hay una causa poderosa (aunque no la única) para la debilidad de la inversión y el consumo. Las entidades financieras no han terminado su recapitalización y en sus balances todavía pesa el ladrillo. Los mercados castigan frecuentemente a bancos y cajas porque recelan de pérdidas ocultas, es decir, de activos inmobiliarios cuyo valor de mercado es cero que no se han contabilizado así. Es discutible que la banca española enmascare pérdidas derivadas de su infausta participación en la burbuja inmobiliaria; pero como uno de los síntomas de que existen balances cargados de activos malos es que el crédito flaquea y en el sistema económico se conceden pocos créditos, habrá que deducir que el aseo de los balances no ha concluido.

Esta incertidumbre sobre el crecimiento a corto plazo penaliza la solvencia de la deuda española. Podía haberse evitado con una reforma a tiempo del sistema financiero. La demora en la recapitalización de las cajas y en intervenir en alguna de ellas pesa hoy demasiado sobre la inversión y el consumo. La recuperación se aplaza y lo peor es que nadie sabe hoy, ni en el Gobierno ni en la oposición, cómo activarla.


El País - Editorial