domingo, 15 de agosto de 2010

Crecer para empeorar. Por M. Martín Ferrand

España, en el último trimestre, ha crecido cinco veces menos que la zona euro en la que nos incluimos.

NO todos los huevos son iguales. Un huevo de avestruz equivale a dos docenas de huevos de gallina. Conviene recordarlo, aunque resulte obvio, para entender que el crecimiento económico español que cacarea la poderosa máquina propagandística del Gobierno no es para tanto. Se trata de un retroceso real y notable con respecto al cuadro de los crecimientos experimentados, en lucha contra la crisis, por los diferentes países europeos. España, en el último trimestre, ha crecido cinco veces menos que la zona euro en la que nos incluimos y eso, véndase como se quiera, es otra prueba más del fracaso y la torpeza con la que el equipo de José Luis Rodríguez Zapatero, más corto en ideas que largo en decisiones, se enfrenta al complejo y grave problema que incluye, entre otros, el drama social y humano de más de cuatro millones y medio de parados.

Incluso quienes, para nuestra desgracia, no sabemos alemán entendemos mejor las explicaciones que le da al fenómeno el ministro de Economía de Angela Merkel, Rainer Brüderle —liberal, por supuesto—, que las que nos proporcionan el silencio de nuestra Elena Salgado y el triunfal clamor de los medios que, por devoción o por interés, siempre están dispuestos a cantar las grandezas socialdemócratas del zapaterismo. Aquí seguimos obstinados en hacer la tortilla sin romper los huevos, en abordar con tímidos retoques la drástica transformación laboral y financiera que requieren las circunstancias y ahí está el resultado: Alemania, que redujo impuestos y cortó por lo sano en lo que a prestaciones sociales y gasto público respecta, ha experimentado en estos últimos meses el mayor crecimiento desde su difícil, y económicamente muy costosa, reunificación nacional, y España, por delante de Grecia, Hungría y Letonia, se coloca en la cola, no ya de la eurozona, sino del total de la Unión Europea. Sin entrar en matices, que aquí hablamos de política y no de economía, mientras Alemania experimenta un crecimiento del PIB que su ministro del ramo califica de talla XL, nuestro desarrollo no llega a small, se queda en XS. Solo falta que cualquiera de los predicadores de guardia en el equipo gubernamental —más diligentes, por cierto, que los de la oposición— salga a la palestra para recordarnos las paradojas de Zenón y nos explique que Aquiles no podrá alcanzar nunca a la tortuga. Aquí la tortuga, nosotros, va tan despacio que hasta la Italia de Silvio Berlusconi duplica nuestra velocidad de reacción frente a un problema común que, en alarde de insensatez colectiva, hemos engordado con otros específicamente nacionales y de naturaleza autonómica.

ABC - Opinión

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