La reducción de la prima de riesgo de España que está teniendo lugar en estos días no es tan buena noticia como parece, porque puede dar lugar a que ZP vuelva a las andadas y no se haga todo lo que se tiene que hacer.
En este país vivimos una situación tan disparatada que una noticia que, en términos objetivos, es buena, bajo Zapatero se convierte en preocupante. ¿A qué me refiero? Pues ni más ni menos que a la reducción de tipos de interés y del diferencial con el bono alemán que los mercados están aplicando a la deuda pública española.
En los últimos días, el diferencial con Alemania, que llegó a alcanzar en este mismo mes de julio máximos históricos desde que el euro entró en vigor, ha empezado a reducirse y lo hace, además, de forma rápida. Lógicamente, este comportamiento se tenía que trasladar a las emisiones de deudas que está realizando el Tesoro en el mes decisivo para el Gobierno, aquel en el cual ha rozado la suspensión de pagos de España. Sin embargo, los mercados, después de aplicar el castigo lógico en forma de prima de riesgo, ante los temores justificados por la más que maltrecha situación española, ahora consideran que ese peligro no es, ni mucho menos, tan grande como habían previsto. ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Ha sido gracias al Gobierno? Para nada. El verdadero temor de los mercados no residía tanto en la deuda pública española como en la salud del sistema financiero, que está dañado, es cierto, pero ni tanto como suponían los inversores ni puede que tanto como los de otros Estados miembros de la Unión Europea. Los famosos test de resistencia a la banca europea parece ser que es lo que dicen, al menos por las filtraciones del contenido de los mismos que se van sabiendo, y los mercados actúan en consecuencia. De hecho, y como ejemplo, el BBVA, que se quejaba semanas atrás de que el grifo de la financiación estaba cerrado para las entidades españolas, esta misma semana ha conseguido abrirlo y colocar 2.000 millones de euros entre inversores internacionales. Y es que por mucho que unos y otros traten de crear una mala imagen de los demás para que no se fijen demasiado en lo desordenado que tienen el patio de su casa, la verdad, al final, acaba por salir a la luz, de lo cual se están beneficiando tanto los bancos españoles como la deuda pública que emite el Gobierno y, por tanto, el conjunto de la economía, que puede empezar a ver como fluye la liquidez hacia la misma y a tipos de interés por ahora cada vez más bajos.
En los últimos días, el diferencial con Alemania, que llegó a alcanzar en este mismo mes de julio máximos históricos desde que el euro entró en vigor, ha empezado a reducirse y lo hace, además, de forma rápida. Lógicamente, este comportamiento se tenía que trasladar a las emisiones de deudas que está realizando el Tesoro en el mes decisivo para el Gobierno, aquel en el cual ha rozado la suspensión de pagos de España. Sin embargo, los mercados, después de aplicar el castigo lógico en forma de prima de riesgo, ante los temores justificados por la más que maltrecha situación española, ahora consideran que ese peligro no es, ni mucho menos, tan grande como habían previsto. ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Ha sido gracias al Gobierno? Para nada. El verdadero temor de los mercados no residía tanto en la deuda pública española como en la salud del sistema financiero, que está dañado, es cierto, pero ni tanto como suponían los inversores ni puede que tanto como los de otros Estados miembros de la Unión Europea. Los famosos test de resistencia a la banca europea parece ser que es lo que dicen, al menos por las filtraciones del contenido de los mismos que se van sabiendo, y los mercados actúan en consecuencia. De hecho, y como ejemplo, el BBVA, que se quejaba semanas atrás de que el grifo de la financiación estaba cerrado para las entidades españolas, esta misma semana ha conseguido abrirlo y colocar 2.000 millones de euros entre inversores internacionales. Y es que por mucho que unos y otros traten de crear una mala imagen de los demás para que no se fijen demasiado en lo desordenado que tienen el patio de su casa, la verdad, al final, acaba por salir a la luz, de lo cual se están beneficiando tanto los bancos españoles como la deuda pública que emite el Gobierno y, por tanto, el conjunto de la economía, que puede empezar a ver como fluye la liquidez hacia la misma y a tipos de interés por ahora cada vez más bajos.
Como es lógico, cualquiera que entienda un poco de economía tendría que congratularse por este cambio de actitud de los mercados hacia nuestro país. El problema es que esto sucede en la España de Zapatero y, precisamente, en el presidente del Gobierno reside la clave de por qué una buena noticia como ésa puede acabar en desastre. ZP es un político que ha demostrado más que sobradamente que, en materia económica, sólo hace lo que tiene que hacer cuando los mercados le presionan, y mucho, para ello. Ahora esa presión está remitiendo y, por tanto, va desapareciendo el leit motiv que llevó al actual inquilino de La Moncloa a hablar de reformas estructurales y de recortes en el gasto público. ¿En qué va a quedar todo ello si los mercados no aprietan? Por las experiencias recientes en este sentido, mucho me temo que en agua de borrajas.
Es más, en el terreno económico, Zapatero no es un político que actúe con una estrategia de medio y largo plazo, bien diseñada para resolver los problemas. Por el contrario, como a él la economía no le importa demasiado, se mueve por impulsos cortoplacistas y cuando algo deja de ser un problema, o una amenaza, se olvida del asunto para dedicarse a otras cosas. Lo vimos, por ejemplo, con las promesas en febrero a los mercados para frenar la escalada de la prima de riesgo y, una vez conseguido el objetivo, se olvidó de ellas. O con la reforma laboral, que la descafeinó en cuanto el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y los mercados se tranquilizaron acerca del plan de ajuste de la economía española. Con esta forma de ser y de actuar de ZP, es lógico pensar que, ahora que la presión sobre la deuda española remite y los mercados se repliegan, el presidente del Gobierno vuelva a hacer lo mismo. Al fin y al cabo, todo es cuestión de carácter.
Lo malo es que, por mucho que los mercados levanten la presión sobre España, nuestros problemas siguen ahí y los inversores siguen escrutando nuestra economía con mucho cuidado. Y si no seguimos por el camino del ajuste presupuestario y del saneamiento de nuestra economía, por mucho que ahora se alivien las cosas, en cualquier momento éstas pueden dar un giro de ciento ochenta grados. Puede bastar, por ejemplo, una mala noticia sobre el incremento de la morosidad, sobre la evolución del paro, sobre alguna caja de ahorros para que vuelvan a dispararse todas las alarmas y puede que, entonces, ya no nos den más oportunidades. Por eso, la reducción de la prima de riesgo de España que está teniendo lugar en estos días no es tan buena noticia como parece, porque puede dar lugar a que ZP vuelva a las andadas y no se haga todo lo que se tiene que hacer. Ese es el problema, y no sólo por lo que puedan decir o hacer los mercados, sino porque mientras no se completen los muchos deberes pendientes, no se podrá superar la crisis.
Es más, en el terreno económico, Zapatero no es un político que actúe con una estrategia de medio y largo plazo, bien diseñada para resolver los problemas. Por el contrario, como a él la economía no le importa demasiado, se mueve por impulsos cortoplacistas y cuando algo deja de ser un problema, o una amenaza, se olvida del asunto para dedicarse a otras cosas. Lo vimos, por ejemplo, con las promesas en febrero a los mercados para frenar la escalada de la prima de riesgo y, una vez conseguido el objetivo, se olvidó de ellas. O con la reforma laboral, que la descafeinó en cuanto el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y los mercados se tranquilizaron acerca del plan de ajuste de la economía española. Con esta forma de ser y de actuar de ZP, es lógico pensar que, ahora que la presión sobre la deuda española remite y los mercados se repliegan, el presidente del Gobierno vuelva a hacer lo mismo. Al fin y al cabo, todo es cuestión de carácter.
Lo malo es que, por mucho que los mercados levanten la presión sobre España, nuestros problemas siguen ahí y los inversores siguen escrutando nuestra economía con mucho cuidado. Y si no seguimos por el camino del ajuste presupuestario y del saneamiento de nuestra economía, por mucho que ahora se alivien las cosas, en cualquier momento éstas pueden dar un giro de ciento ochenta grados. Puede bastar, por ejemplo, una mala noticia sobre el incremento de la morosidad, sobre la evolución del paro, sobre alguna caja de ahorros para que vuelvan a dispararse todas las alarmas y puede que, entonces, ya no nos den más oportunidades. Por eso, la reducción de la prima de riesgo de España que está teniendo lugar en estos días no es tan buena noticia como parece, porque puede dar lugar a que ZP vuelva a las andadas y no se haga todo lo que se tiene que hacer. Ese es el problema, y no sólo por lo que puedan decir o hacer los mercados, sino porque mientras no se completen los muchos deberes pendientes, no se podrá superar la crisis.
Libertad Digital - Opinión
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