viernes, 3 de septiembre de 2010

Desempleo crónico

La recuperación solo podrá considerarse como tal cuando ni uno solo de nuestros compatriotas se añada a la lista en la que han caído en agosto 61.803 personas más. Nunca antes.

PUEDEN discutir los economistas si la cifra de 61.083 nuevos desempleados en agosto es mala, menos mala o buena, que de todo hay. Pueden los políticos utilizar los argumentos que les brinden los economistas como mejor convengan. Así, es posible que cada uno descanse con la satisfacción del deber cumplido. Justo lo que no pueden hacer las 61.083 personas añadidas en la lista de agosto. Al éxito se le presentan muchos padres. Al fracaso no. Sin embargo, la ciencia, que nunca es concluyente sobre el éxito, sí lo es con el fracaso, que utiliza para refutar hipótesis. La del Gobierno es que las cosas van mejor, que abandonamos la recesión e incluso que llegamos a crear empleo neto. Pero resulta que en agosto del año pasado trabajaban 285.000 personas más, y en agosto de 2008, 1.420.000 personas más que ahora. ¿Puede hablar de éxito un Gobierno que hace dos años se presentó a sus electores con el mensaje «Por el pleno empleo»? ¿Pueden quizá las centrales sindicales justificar el apoyo que han venido dando a un modelo que ha llevado en solo dos años a 1.720.000 personas a perder su trabajo? ¿Cuál es el modelo que propone el Gobierno para devolver el empleo a quienes lo han perdido? ¿Y qué ocurre con los que hay que añadir para llegar hasta los más de 4,6 millones de personas que según la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre declaran que buscan trabajo? Dirán los economistas que hemos de celebrar la salida técnica de la recesión por haber crecido unas pocas décimas nuestro PIB. Pero si les preguntamos, también nos dirán que la recesión real viene dada por aquella situación en la que cada vez son menos los que trabajan y más los dependientes. Ese es el caso español. Un claro ejemplo de fracaso. ¿Acaso no hay que reformarlo? ¿Cuál ha de ser el objetivo? ¿Y qué proponen las centrales sindicales?

Una de las pocas cosas por las que en nuestro modelo podemos tener legítimo orgullo es el apoyo que nuestros impuestos dan a quienes padecen la desgracia de haber perdido su trabajo. Son 2,98 millones de personas que reciben de media poco más de 800 euros al mes. Son 30.000 millones de euros que empleamos en dar un soporte básico a los más desfavorecidos. Siendo el coste alto, y aun confiando en que el ritmo de deterioro pueda moderarse, el auténtico coste es despreciar el enorme capital humano que está detrás de esas cifras. Ningún país que se considere avanzado puede permitirse semejante derroche de recursos durante mucho tiempo. La recuperación solo podrá considerarse como tal cuando no haya un parado más que añadir a la lista en la que han caído en agosto 61.803 personas más. Nunca antes.

ABC - Editorial

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