viernes, 3 de septiembre de 2010

Apoyando a los Castro

La actitud del Gobierno socialista hacia los que reclaman pacíficamente el respeto a los derechos humanos en Cuba ha sido el desprecio más absoluto.

LA visita oficial a La Habana de una delegación de alto nivel del PSOE constituye un gesto de apoyo a la dictadura castrista y a los esfuerzos del Gobierno de Rodríguez Zapatero para avalar la normalización de sus relaciones con la Unión Europea. Aunque intenten vestirlas con un barniz humanitario, las gestiones de Leire Pajín y de Elena Valenciano benefician sobre todo al régimen totalitario, que no ha hecho la menor concesión para mejorar la vida y la libertad de los cubanos, excepto enviar al destierro forzoso a personas que jamás debieron ser encarceladas. Para ayudar a los demócratas habría sido necesario al menos hablar con algunos de ellos, para preguntarles —siquiera por cortesía— su opinión sobre lo que el Gobierno español dice que está haciendo para favorecer la evolución política en la isla. Lamentablemente, desde que el Gobierno socialista expulsó a los disidentes de las recepciones diplomáticas en la embajada de España, su actitud hacia los que reclaman pacíficamente el respeto a los derechos humanos en Cuba ha sido el desprecio más absoluto. No hay ninguna justificación diplomática o política para esta negativa a mantener un contacto con la oposición cubana.

Por ello, los elogios de la delegación socialista al papel de la Iglesia en las negociaciones con la dictadura suenan como un pretexto instrumental para no tener que reconocer que en Cuba sigue habiendo una dictadura que no ha aflojado ni un milímetro las cadenas con las que aplasta a sus ciudadanos. En cuanto a los disidentes que siguen llegando a España, no se les puede negar nuestro apoyo y solidaridad. Al menos, que a aquellos que ahora están con nosotros no les escatimen el reconocimiento como hacen con los que siguen en Cuba.


ABC - Editorial

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