En el fondo de las críticas de El Mundo, está la convicción de que el PP no puede ganar unas elecciones generales con sus ideas y que sólo podrá hacerlo si participa del grueso del corpus ideológico del PSOE. Valiente victoria sería esa.
Aznar se ha ido a Israel a poner de chupa de dómine a Obama, algo intolerable más que nada porque, revelándose tan conservador, pone en peligro la victoria de su partido en 2012. No son las críticas de El País o de Público, sino las de El Mundo.
De momento, vaya por delante que la opinión que Aznar tiene de la política del presidente de los Estados Unidos me parece injusta. Porque, sin ser para tirar cohetes, lo cierto es que es muy parecida a la del último Bush. Es verdad que anunciar con años de antelación la retirada de tropas sólo sirve para animar a talibanes y terroristas a resistir en Afganistán e Irak. También lo es que ha renunciado a impedir que Irán logre poseer la bomba atómica. Pero no lo es menos que, en Afganistán, Obama sigue esforzándose por lograr que el país tenga un régimen que no dé cobijo a los terroristas de Al Qaeda y que en Irak continúa luchando para que suníes y chiíes lleguen a un acuerdo, puedan avanzar en su incipiente democracia y los atentados terroristas disminuyan poco a poco. En Irán, nada definitivo se ha perdido y, por último, el ex senador de Illinois todavía no se ha atrevido a poner a disposición de los tribunales civiles a ninguno de los terroristas presos en Guantánamo, evitando el riesgo de que sean liberados en territorio norteamericano y se conviertan en una amenaza para sus conciudadanos.
De momento, vaya por delante que la opinión que Aznar tiene de la política del presidente de los Estados Unidos me parece injusta. Porque, sin ser para tirar cohetes, lo cierto es que es muy parecida a la del último Bush. Es verdad que anunciar con años de antelación la retirada de tropas sólo sirve para animar a talibanes y terroristas a resistir en Afganistán e Irak. También lo es que ha renunciado a impedir que Irán logre poseer la bomba atómica. Pero no lo es menos que, en Afganistán, Obama sigue esforzándose por lograr que el país tenga un régimen que no dé cobijo a los terroristas de Al Qaeda y que en Irak continúa luchando para que suníes y chiíes lleguen a un acuerdo, puedan avanzar en su incipiente democracia y los atentados terroristas disminuyan poco a poco. En Irán, nada definitivo se ha perdido y, por último, el ex senador de Illinois todavía no se ha atrevido a poner a disposición de los tribunales civiles a ninguno de los terroristas presos en Guantánamo, evitando el riesgo de que sean liberados en territorio norteamericano y se conviertan en una amenaza para sus conciudadanos.
Pero el caso es que, con razón o sin ella, a Aznar no le gusta la política de Obama y tiene todo el derecho del mundo a decirlo, defenderlo y argumentarlo allí donde le parezca. Si esa opinión expresada libremente resulta ser más o menos conservadora, tal y como se queja el editorialista de El Mundo, nada hay de sorprendente en ello. Lo sorprendente sería que Aznar expresara una opinión de corte socialista, izquierdista o como quieran sus enemigos que sea.
En el fondo de estas críticas, está la convicción de que el PP no puede ganar unas elecciones generales con sus ideas y que sólo podrá hacerlo si participa del grueso del corpus ideológico del PSOE. Valiente victoria sería esa. Y qué tendría que hacer luego, ¿desenvolver su programa conservador cuidadosamente ocultado a los electores o aplicar el de los socialistas tras aguarlo y descafeinarlo cuanto se pueda para que no sea tan dañino como lo es cuando nos lo arrea el PSOE a las bravas sin anestesia ni nada?
Tony Blair ha desvelado que Aznar le confesó que apoyaba la invasión de Irak a pesar de que sólo era respaldada por el 4% de los españoles. Eso da pie a más críticas a la terquedad de Aznar y a su falta de conexión con los anhelos del pueblo español. Pero, ¿cómo podía evitar Aznar estar a favor de la invasión si realmente lo estaba? Lo que se le ha de criticar es no haber sabido (ni querido) exponer cuáles eran sus razones, que las tenía y eran de mucho peso, ni haberse esforzado por convencer a los españoles de lo necesario de aquella guerra. Pero, aunque lo hubiera intentado y hubiera fracasado, habría seguido teniendo el derecho y la obligación de hacer lo que creyera mejor para su pueblo. En eso consiste la política, y no en hacer lo que las encuestas mandan, que es lo que hacen nuestros políticos y que, por eso, cada vez son más despreciados por sus conciudadanos.
En el fondo de estas críticas, está la convicción de que el PP no puede ganar unas elecciones generales con sus ideas y que sólo podrá hacerlo si participa del grueso del corpus ideológico del PSOE. Valiente victoria sería esa. Y qué tendría que hacer luego, ¿desenvolver su programa conservador cuidadosamente ocultado a los electores o aplicar el de los socialistas tras aguarlo y descafeinarlo cuanto se pueda para que no sea tan dañino como lo es cuando nos lo arrea el PSOE a las bravas sin anestesia ni nada?
Tony Blair ha desvelado que Aznar le confesó que apoyaba la invasión de Irak a pesar de que sólo era respaldada por el 4% de los españoles. Eso da pie a más críticas a la terquedad de Aznar y a su falta de conexión con los anhelos del pueblo español. Pero, ¿cómo podía evitar Aznar estar a favor de la invasión si realmente lo estaba? Lo que se le ha de criticar es no haber sabido (ni querido) exponer cuáles eran sus razones, que las tenía y eran de mucho peso, ni haberse esforzado por convencer a los españoles de lo necesario de aquella guerra. Pero, aunque lo hubiera intentado y hubiera fracasado, habría seguido teniendo el derecho y la obligación de hacer lo que creyera mejor para su pueblo. En eso consiste la política, y no en hacer lo que las encuestas mandan, que es lo que hacen nuestros políticos y que, por eso, cada vez son más despreciados por sus conciudadanos.
Libertad Digital - Opinión
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