¿Qué ajuste perjudica menos a la recuperación: recortar obras públicas o subir impuestos?
Las principales empresas de la construcción y el presidente Zapatero han cancelado, por su excesiva visibilidad, la reunión prevista para hoy. El ministro de Fomento ha lanzado un globo sonda sobre una posible subida de impuestos con el argumento de que no podemos tener servicios de primera con tributos de segunda. ¿Hay alguna relación entre ambas noticias? La reunión con los empresarios era consecuencia de las quejas del sector por el drástico recorte de 6.400 millones de euros en inversiones en infraestructuras aprobado por el Gobierno en mayo pasado. Las empresas habían advertido de que esa reducción costaría miles de empleos. También habían llamado la atención sobre la alta morosidad de los Ayuntamientos españoles con las grandes empresas de la construcción, muchas de las cuales son concesionarias de servicios públicos como la recogida de basuras y otros. Problema, el de la morosidad, agravado por la prohibición de nuevo endeudamiento de las asfixiadas corporaciones municipales.
El Gobierno ya sabía que un recorte tan grande de las inversiones tendría efectos sobre el empleo, pero en el momento crítico en que lo decidió, bajo la presión de los mercados internacionales, una reducción del déficit público como la que planteaba Bruselas (del 11% al 3% del PIB en cuatro años) solo era creíble si se basaba en las principales partidas de gasto: los salarios de los funcionarios, las pensiones y las inversiones públicas. Pero esto último era contradictorio con el objetivo de contener la recesión y el paro.
Zapatero declaró la semana pasada en Mallorca que una vez controlada la presión sobre la deuda española y tras dos trimestres de (ligerísimo) crecimiento, tal vez podría moderarse el recorte previsto en obra pública. La colocación, ayer, de más de 5.500 millones de euros en letras del Tesoro a un interés inferior al de la anterior subasta se considera prueba de una mayor confianza en la deuda española. Pero el mismo Zapatero advirtió en Mallorca de que la recuperación puede sufrir un parón en el tercer trimestre. Lo que significa que la situación es frágil y que cualquier aumento del gasto en infraestructuras debería compensarse con recortes en otras partidas.
A no ser que el efecto de la suavización del recorte de gasto se equilibre mediante una subida de impuestos. Es lo que ha sugerido el ministro de Fomento. La propuesta ha indignado a la oposición, pero nadie se la ha tomado a broma, porque hace justo un año dijo algo parecido y poco después se aprobaba la subida del IVA. Ese antecedente hace dudar de que, de producirse, sea una subida solo "para los que más tienen", como dicen Zapatero y Blanco. El riesgo para la economía es que frene el despegue del consumo; y el político, que si, como otras veces, acaba afectando sobre todo a los asalariados de las clases medias, irrite aún más a ese sector, sin cuyo apoyo ningún partido ha ganado nunca unas elecciones.
Zapatero declaró la semana pasada en Mallorca que una vez controlada la presión sobre la deuda española y tras dos trimestres de (ligerísimo) crecimiento, tal vez podría moderarse el recorte previsto en obra pública. La colocación, ayer, de más de 5.500 millones de euros en letras del Tesoro a un interés inferior al de la anterior subasta se considera prueba de una mayor confianza en la deuda española. Pero el mismo Zapatero advirtió en Mallorca de que la recuperación puede sufrir un parón en el tercer trimestre. Lo que significa que la situación es frágil y que cualquier aumento del gasto en infraestructuras debería compensarse con recortes en otras partidas.
A no ser que el efecto de la suavización del recorte de gasto se equilibre mediante una subida de impuestos. Es lo que ha sugerido el ministro de Fomento. La propuesta ha indignado a la oposición, pero nadie se la ha tomado a broma, porque hace justo un año dijo algo parecido y poco después se aprobaba la subida del IVA. Ese antecedente hace dudar de que, de producirse, sea una subida solo "para los que más tienen", como dicen Zapatero y Blanco. El riesgo para la economía es que frene el despegue del consumo; y el político, que si, como otras veces, acaba afectando sobre todo a los asalariados de las clases medias, irrite aún más a ese sector, sin cuyo apoyo ningún partido ha ganado nunca unas elecciones.
El País - Editorial
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