jueves, 15 de julio de 2010

Cataluña. ¿Más café para todos?. Por José García Domínguez

El intelectual de cabecera del tripartito, Xavier Rubert de Ventós, después de buscar y rebuscar únicamente ha dado con un ejemplo empírico de ese federalismo descangallado y fané: el subcomandante Marcos.

Hay que ignorarlo todo sobre la naturaleza del nacionalismo catalán para incurrir en una promesa como la que acaba de asumir Zapatero en el Debate; a saber, el compromiso de vadear la sentencia con tal de "desarrollar" los contenidos del Estatut viciados de inconstitucionalidad. Igual que tantas veces, el presidente parece hablar a humo de pajas, pero lo grave es que en esta ocasión desconoce con quién lo hace. Pues cuanto más se esforzase el hombre por resucitar esos cadáveres, tanto más afrentaría a los catalanistas. De tal guisa, cada paso adelante en la evaporación del Estado sería percibido como un paso atrás en la construcción nacional de Cataluña. Tragicómica paradoja que en última instancia remite a un malentendido puramente semántico.

Y es que nada se compadece menos con la verdad que el sambenito federalista que la izquierda sigue empeñándose en atribuir al catalanismo; como nada resulta más ajeno al afán segregador de los nietos de Prat de la Riba que el espíritu igualitario de los federales. A fin de cuentas, el intento de salvar los muebles del Estatut, leyes orgánicas mediante, implicaría equiparar a los aborígenes de Albacete y Betanzos con los payeses de Gurb o Vic, suprema, imperdonable afrenta de lesa catalanidad. Más café para todos, un anatema en las antípodas de la falacia también dicha federal que apadrina el PSC. Esto es, un Estado plurinacional donde la autonomía de Cataluña se fundamenta en la soberanía compartida con España, razón última de que las competencias de la Generalidad hayan de ser distintas y distantes de las de las otras comunidades.

Su reino, como se ve, no es de este mundo. Así, el intelectual de cabecera del tripartito, Xavier Rubert de Ventós, después de buscar y rebuscar únicamente ha dado con un ejemplo empírico de ese federalismo descangallado y fané: el subcomandante Marcos. Sí, Marcos, el clon del pasamontañas. Por lo visto, el Estado Libre Zapatista de Chiapas, fantasía que sólo existe en la imaginación del ex vendedor del Corte Inglés, asegura poseer el derecho a intervenir –y en su caso vetar– en cualquier legislación mexicana que afecte a su territorio. Más allá de ese chiste, no hay ninguna otra plasmación del federalismo amontillado en el todo planeta Tierra. Ni una. Cero. ¿Lo sabrá el Adolescente?


Libertad Digital - Opinión

0 comentarios: