domingo, 25 de julio de 2010

Las respuestas de Rajoy

Si el PSOE ha renunciado a la lealtad constitucional, el Partido Popular debe asumir la defensa de la Constitución, como lo hizo frente al Estatuto de Cataluña.

UNA de las valoraciones más contundentes que realiza Mariano Rajoy en la entrevista que hoy publica ABC se refiere a la actitud de Zapatero respecto a la sentencia del TC sobre el Estatuto: «No hay democracia donde un Gobierno ponga en tela de juicio las sentencias de los tribunales». Este juicio tan crítico del líder de la oposición es coherente con el insólito emparejamiento que protagonizaron Zapatero y Montilla para hacer duelo por la identidad «nacional» de Cataluña. Que un presidente autonómico, máximo representante del Estado en su comunidad autónoma, se presente en La Moncloa para exigirle al presidente del Gobierno la reparación de los daños causados por el TC es algo que solo es posible ver gracias a Zapatero. Sin duda tiene razón Rajoy cuando pide mirar al futuro en este conflicto, pero sin olvidar que ese futuro está lastrado por una estrategia común de nacionalistas y socialistas para insistir en la sustitución del Estado autonómico por un modelo confederal; y que al Partido Popular le seguirá correspondiendo el papel de abogado de la Constitución, después de que la izquierda española se haya confirmado en su nuevo papel histórico como caballo de Troya de los nacionalismos en el Estado. Si el PSOE ha renunciado a la lealtad constitucional, el PP debe asumir la defensa de la Constitución, como lo hizo frente al Estatuto de Cataluña.

Rajoy no incurre en el error de centrar su discurso en los terrenos que pretende marcarle el PSOE y por eso defiende el derecho de su partido a hablar con el PNV y CiU. Cuestión distinta es la elaboración de una posible agenda común con los nacionalismos para facilitar un cambio de gobierno, asunto que Rajoy zanja con una rotunda defensa de la autonomía del PP frente a la conveniencia de ir preparando futuras alianzas. Esta opción es la que mejor entiende el electorado popular, consciente de que, llegado el caso, será necesario pactar con nacionalistas, pero también de que, en este momento, el PP tiene que optar a gobernar en solitario para poder realizar, entre otras reformas, un plan imprescindible de reforzamiento del Estado y de las políticas de cohesión nacional.

La prudencia y la coherencia son las características de la actitud de Rajoy ante las diversas cuestiones de la situación actual. Pero, si en algo manifiesta una cierta novedad, es acerca de la nueva ley del aborto, que Rajoy derogará si gana para mantener la legislación anterior, un compromiso que demuestra que la crisis de España no es solo económica.


ABC - Editorial

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