viernes, 3 de junio de 2011

Ya empezamos, o continuamos. Por José María Carrascal

Los pactos en ciernes para cerrar el paso al PP aunque sea el partido más votado advierten, nos advierten, que siguen en sus trece.

LA estrepitosa derrota socialista en las últimas elecciones nos ha impedido apreciar otros aspectos de las mismas no tan espectaculares pero no menos significativos. Es hora de que lo hagamos.

Empecemos por el País Vasco, donde las cosas están menos claras que nunca. A lomos del Tribunal Constitucional, Bildu ha irrumpido allí como un elefante en una cacharrería, trastocando los planes de todos, principalmente del PNV. El PNV se las prometía muy felices defendiendo la participación de los abertzales y contando con que TC los detuviera, para beneficiarse de sus votos. Algo así como, la versión light del árbol y las nueces de Arzallus. Pero no contaban con el «retro-progresismo» del tribunal, y Bildu les ha dado un susto de muerte, arrebatándoles la mayoría en numerosos ayuntamientos y obligándoles a pactar. Otro tanto le ha ocurrido al PSV de Patxi López, con el agravante de que gobierna gracias al PP. Ahora sopesa si llegar a «acuerdos puntuales», pero no «institucionales», con Bildu, a la que Rubalcaba llamó una terminal de ETA y hoy no sabemos qué considera, porque ésta no es una partida de mus, es una partida de tahúres.


No crean que en Cataluña las cosas están más claras. El triunfo de CiU no es total y necesita apoyos para gobernar en Barcelona y pasar los presupuestos. Así que se han olvidado del soberanismo de momento y cuando el ex partido de Laporta presentó en el Parlament un proyecto de ley para fijar los pasos hacia la independencia, CiU se abstuvo. Mas incluso se ausentó de la votación. Resulta que todo aquel alarde suyo durante las «consultas populares» era un brindis al sol. A la hora de la verdad, lo que hace es pedir al Gobierno central los 1.300 millones de euros que, según ellos, les debe.

Mucho más serio es el movimiento que se acusa a escala nacional, si tal término puede aplicarse aún a España. Por doquier y sin disimulo —Cataluña, Galicia, Canarias— se forjan coaliciones contra el PP. ¿Es éste el «programa» de Rubalcaba para ganar las próximas elecciones, impedir que Rajoy obtenga la mayoría absoluta para gobernar con el apoyo de los nacionalistas? Caería en la misma aberración que Zapatero: considerar que PSOE y PP son enemigos naturales, cuando son rivales políticos, pero amigos naturales, pues se supone buscan el bien de todos los españoles. Aunque Zapatero, preso de cainismo, se puso como primer objetivo acabar con la derecha aliándose con el nacionalismo, que es el verdadero enemigo de los dos grandes partidos nacionales. Creíamos, tras lo mal que le había salido el experimento, que el PSOE había aprendido la lección. Pero los pactos en ciernes para cerrar el paso al PP aunque sea el partido más votado advierten, nos advierten, que siguen en sus trece. Por cierto, ¿es así como van a crear puestos de trabajo? Pues vamos listos. Da la impresión de que el único puesto de trabajo que les importa es el suyo.


ABC - Opinión

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