viernes, 3 de junio de 2011

Un Gobierno de espejismos

De nuevo son factores externos a la gestión socialista de la crisis, en este caso la temporada de verano, los que explican la caída del paro.

EL descenso del paro durante el mes de mayo no deja de representar —pese a tratarse de un movimiento previsible, marcado por la estacionalidad de las vísperas veraniegas— una señal de esperanza para la sociedad, necesitada de estímulos con los que recuperar la confianza y reanimar el mercado. No tardó ayer el presidente del Gobierno, decidido a agarrarse a un clavo ardiendo, en tratar de explotar los datos del desempleo para volver a echar las campanas al vuelo y anunciar una fase expansiva y de nuevos brotes verdes para los próximos meses. Olvida José Luis Rodríguez Zapatero que también en mayo de 2010 se produjo una reducción de las cifras de paro y que este año la demanda del sector turístico nacional, fortalecido por la crisis que afecta a los países del sur del Mediterráneo, puede generar la ilusión de una remontada que, no por deseada por todos, puede ser utilizada para legitimar su gestión económica, cuya primera consecuencia es el empobrecimiento paulatino de una sociedad asfixiada por el paro. Sin este efecto estacional, el paro hubiera aumentado en mayo en más de 38.000 personas.

El escaso porcentaje de contratos indefinidos firmados en mayo —solo el 8 por ciento del total— revela la debilidad del presunto cambio de ciclo al que apunta el Gobierno socialista. De nuevo son los factores externos a su gestión de la crisis, en este caso la planificación de la temporada de verano, como sucedió el pasado diciembre, entonces en vísperas de Navidad, los que explican esta evolución positiva de las cifras de desempleo. El consumo interno sigue paralizado, sin capacidad para dinamizar un mercado de trabajo que, tras la ruptura de las negociaciones entre sindicatos y patronal para lograr un acuerdo sobre la negociación colectiva, vuelve a poner a prueba al Ejecutivo. La urgencia de acometer una reforma a fondo del mercado laboral coge al Gobierno saliente y evasivo de Rodríguez Zapatero con el paso cambiado, prisionero de las estrategias trazadas para completar con éxito el relevo en el cartel electoral socialista y más pendiente de sus votantes que de las necesidades reales de la sociedad española. El intento de pasar página sobre el drama del paro y la desesperación de más de cuatro millones de personas resulta, a partir de los datos de mayo, la peor señal que en el actual escenario podía dar el equipo de Zapatero.

ABC - Editorial

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