viernes, 3 de junio de 2011

El 22-M se carga el diálogo entre la patronal y los sindicatos. Por Antonio Casado

Sindicatos y Patronal se lavan las manos. En sendas ruedas de prensa ni unos ni otros quisieron asumir ayer el fracaso de las negociaciones sobre convenios colectivos, que era el cabo suelto de la reforma laboral. La culpa siempre es del otro. En este caso, medida por ambas partes en grado de “valentía”. El de enfrente es el cobarde, por no avenirse al pacto.

Sin embargo, el seguimiento de las posiciones sindicales y patronales, puntualmente recogidas en los documentos que ambas partes se han ido intercambiando desde que las negociaciones comenzaran hace cuatro meses, delata un inesperado golpe de timón en las posiciones de la CEOE. Ocurrió después de las recientes elecciones municipales y autonómicas. Los sindicatos detectaron el endurecimiento cuando la otra parte presentó un nuevo documento el día después de las elecciones. Todo hacía indicar que el asunto estaba pendiente del apretón de manos tres días antes. Pero en vez de culminar el pacto, la patronal reabrió asuntos que ya habían sido consensuados.


El último documento empresarial, entregado ayer por Rosell y Lacasa fue una nueva e inesperada vuelta de tuerca. Considerado inaceptable por los líderes sindicales, Cándido Méndez (UGT) y Fernandez Toxo (CC OO), quedó rota la baraja. La pelota vuelve a estar en el tejado del Gobierno, que enviará al BOE un texto que recoja los aspectos en los que hubo acuerdo (absentismo, mutuas, siniestralidad) y decida unilateralmente en los más controvertidos (prórroga de los convenios, flexibilidad interna).
«La ruptura no perjudica en ningún caso los intereses empresariales. Siempre estarán mejor defendidos en el escenario político nacional anticipado en las urnas del día 22.»
Como el golpe de timón incluye la marcha atrás en asuntos que habían logrado un alto grado de consenso, y eso ocurre casualmente cuando el mapa político acaba de cambiar el rojo por el azul en una buena parte de España, quedan pocas dudas sobre la influencia de los flamantes ganadores del 22-M en la ruptura de las conversaciones entre la CEOE y las grandes centrales sindicales.

Tiene su lógica. La ruptura no perjudica en ningún caso los intereses empresariales (grandes empresas sobre todo, pues a las pequeñas les da igual esta u otra reforma mientras sigan en precario por la falta de crédito). Siempre estarán mejor defendidos en el escenario político nacional anticipado en las urnas del día 22. Nueve meses pasan pronto. Y mientras tanto se atendrán encantados a un decretazo del Gobierno que por fuerza ha de sintonizar con las reformas exigidas por la UE y los mercados internacionales, evidentemente más próximas a las posiciones de la patronal que a las de los sindicatos.

La ruptura, sin embargo, es mala noticia para la causa de la estabilidad social siempre bien valorada por la ciudadanía y por los mercados. Aunque ese coste, en todo caso, lo pagará el Gobierno de Zapatero. Lo cual nos pone en la pista de una apuesta empresarial canalizada a través de la CEIM (patronal madrileña), próxima a la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y seguramente asumida de mala gana por un Joan Rosell en deuda con quienes le apoyaron como sustituto de Díaz Ferrán en la presidencia de la CEOE.


El Confidencial - Opinión

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