viernes, 10 de junio de 2011

La reforma que no lo es. Por José maría Carrascal

Los sindicatos son hoy la mayor rémora para crear empleo, y esta nueva seudorreforma va a corroborarlo.

LA reforma de la negociación colectiva que decretará hoy el Gobierno no servirá de mucho más que la reforma del mercado de trabajo aprobada anteriormente. ¿Han visto ustedes más contrataciones desde entonces? Pues lo mismo. La razón es muy sencilla: no se trata de verdaderas reformas, sino de simples retoques cosméticos de lo anterior. ¿Qué empresario se atreverá a ampliar la plantilla sabiendo que, de ir las cosas mal, tendrá que renegociar el convenio durante 20 meses con los sindicatos, someterse durante otros 3 a un arbitraje, quedando como estaba si una de las partes no lo aceptan? Eso no es una reforma, es un camelo. El Gobierno, sencillamente, se ha rendido a los sindicatos. Y ya es hora de que hablemos de ellos como se merecen.

A estas alturas, los sindicatos no representan a la totalidad de los trabajadores, sino a un segmento muy especial de ellos: aquellos que tienen un trabajo fijo y beneficios garantizados. Segmento que se reduce cada vez más, mientras aumentan los trabajadores eventuales, parados y los que nunca han tenido un empleo, que son los que sufren las peores consecuencias de la crisis. Lo que quiere decir que los sindicatos se han convertido en un grupo de presión más, centrado en defender los intereses de una minoría privilegiada, aunque sea a costa de quienes no han accedido a ella. A la que se unen los dirigentes y cuadros sindicales, los más interesados en mantener el anterior statu-quo, por los beneficios que les reporta, el primero de ellos, no tener que estar «en el tajo». Consecuencia: los sindicatos son hoy la mayor rémora para la creación de empleo. No hace falta ir a Estados Unidos —donde las zonas de más implantación sindical son las que tienen más paro— para comprobarlo. Lo estamos viendo en la propia España, y esta nueva seudorreforma va a corroborarlo.

El mundo laboral ha cambiado sustancialmente, con cada vez más autónomos, una creciente movilidad del capital y una producción a escala global, que hace que los derechos adquiridos de los unos los están pagando, más que las empresas, la falta de derechos de los otros. De continuar esta tendencia, y todo apunta que continuará, al final, los únicos con empleo fijo serán los funcionarios. Y ni siquiera ellos podrán sustraerse a la corriente.

Pero aquí seguimos como si nada hubiera cambiado. Con unos sindicatos anclados en el pasado y, encima, financiados por el dinero de todos, incluidos los no afiliados. Pero no se trata de cambiar o de no cambiar, sino de avanzar o de quedarse tirado en la cuneta. O sea, de sí o sí. Aunque el gobierno Zapatero-Rubalcaba va a darnos hoy una nueva muestra de que sigue en el no-no.

Y encima, quiere que los demás grupos le ayuden a corregirlo en el congreso. La incapacidad unida a la picardía.


ABC - Opinión

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