viernes, 10 de junio de 2011

España y su peso en la OTAN

La aprobación de la nueva estructura militar de la OTAN supone bajar otro peldaño en la progresiva pérdida de peso internacional que España ha sufrido en los últimos años como consecuencia de la política exterior del Gobierno socialista. La supresión del Cuartel General de Retamares, cuya clausura definitiva será una realidad en un plazo máximo de 24 meses, supone un importante retroceso en la capacidad de influencia que España tendrá en un futuro inmediato en el seno de la Alianza Atlántica. Desde un punto de vista económico, este cierre significará la pérdida para nuestro país de 40 millones de euros anuales, sin contar con el ahorro que para Defensa suponía tener a una tercera parte de las tropas españolas de la OTAN en estas instalaciones. Pero más allá del perjuicio económico, que no es desdeñable, la peor noticia para los intereses de España se deriva de la degradación de categoría que conlleva el cierre de nuestro único Cuartel General, y que inevitablemente, provoca la pérdida en la estructura de mando del teniente general español que está al frente de Retamares, cuya presencia en las reuniones de máximo nivel de la Alianza estaba asegurada. En esta reestructuración, la OTAN ha concedido a España el nuevo Centro de Operaciones Aéreas, que se ubicará en Torrejón. Una compensación a todas luces insuficiente, ya que las nuevas instalaciones son de una categoría muy inferior a la del Cuartel General. La ministra de Defensa, Carme Chacón, expresó ayer su satisfacción por el hecho de que España salga reforzada por la concesión del Centro de Operaciones. El «salto cualitativo» que celebró Chacón como un éxito del Gobierno no termina, sin embargo, de encajar con la carta que la propia ministra dirigió recientemente al secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, a cuyo contenido ha tenido acceso LA RAZÓN. En la misiva, la titular de Defensa se muestra «sorprendida» por la nueva estructura, por ser inconsistente y no estar justificada, y a la que, en definitiva, no es capaz de dar su aprobación. El severo revés militar y político asestado a España sólo se explica a partir de la debilidad de un Gobierno que, además, no ha sabido asumir la responsabilidad que le es exigible en algunas misiones de la OTAN. En Afganistán, por ejemplo, el Ejecutivo se ha negado hasta en dos ocasiones a la petición de desplegar el Cuartel de Alta Disponibilidad de Bétera. Y en Libia, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, ha pedido al Ejecutivo español, en las últimas horas, una mayor implicación en las operaciones militares destinadas a hacer caer a Gadafi. A este respecto, las reacciones de Chacón y de Trinidad Jiménez, ministra de Exteriores, han insistido en que España no aportará más medios de los estrictamente necesarios para las labores que realiza en este momento. Por más que la ministra de Defensa trate de vender como positiva esta reestructuración, hubiera sido deseable que el Gobierno, como representante del séptimo país que más contribuye al presupuesto de la Alianza, hubiera logrado una posición de mayor peso e influencia. Lamentablemente no ha sido así, y la imagen de España en el exterior sufre otro preocupante revés.

La Razón - Editorial

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