La ausencia de gobierno que se vive en España es mucho peor que cualquier contratiempo que pueda provocar un adelanto electoral.
LA prima de riesgo de la deuda superó ayer los 280 puntos, en una preocupante demostración de la desconfianza creciente en las posibilidades de recuperación de España. La amenaza de quiebra de la economía griega tuvo mucho que ver con ese incremento, pero no es suficiente causa para justificar la dislocación entre el discurso oficial del Gobierno —que daba por superadas las tensiones sobre la deuda española— y el recelo creciente de los mercados hacia España. Tampoco debería bastarle al Ejecutivo, para eludir un análisis crítico de la situación y de su responsabilidad, con apelar al patriotismo oportunista y pedir silencio a la oposición. A estas alturas, los problemas de España no se agravan ni se resuelven porque el PP ejerza de oposición. Las causas de nuestra crisis de confianza son más profundas y se resumen en ese lamentable «G-4» —la letra escarlata puesta a nuestra país— que el FMI creó para etiquetar a España, Grecia, Irlanda y Portugal. Además, cualquier observador extranjero que contemple los últimos episodios de nuestra política concluirá que España está pagando las facturas firmadas por la etapa de gobierno socialista.
Es difícil obtener la confianza de los inversores cuando esas reformas en las que se escuda Zapatero para no disolver el Parlamento no llegan, o llegan mal, como la de la negociación colectiva. Tampoco es fácil mejorar la imagen internacional de nuestro país si la constitución de los ayuntamientos y las sesiones del Parlamento catalán son noticia por los acosos antidemocráticos de grupos de extrema izquierda. Aunque haya sectores de opinión y de la clase política a los que la idea les parezca atractiva, es lamentable que las protestas del 15-M hayan puesto a España en los medios extranjeros como secuela de las revueltas del norte de África. El descontrol de algunas administraciones autonómicas y la sospecha de que sus cuentas no se correspondan con la realidad es otro motivo para espantar a los inversores. Entre tanto, el IBEX perdió ayer los 10.000 puntos y los datos de recaudación al mes de abril revelan que la actividad económica no se mueve, provocando caídas en los impuestos de sociedades y especiales y con aumentos en IVA e IRPF debidos solo al aumento de tipos y la supresión de ayudas. La ausencia de gobierno que se vive en España es mucho peor que cualquier contratiempo que pueda provocar un adelanto electoral.
ABC - Editorial
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