España necesita un plan estratégico estructurado y coherente que no fragmente las soluciones, sino que afronte la crisis de manera global.
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HASTA ayer mismo, el mensaje oficial del Ministerio de Economía, impulsado por el presidente del Gobierno, era que no se adoptarían nuevas medidas de ajuste para reducir el déficit e impulsar la economía. Sin embargo, a la primera de cambio, Zapatero se ha desdicho de este compromiso y no solo no ha vuelto a dejar en evidencia a su vicepresidenta económica, Elena Salgado, sino que ha decidido aplazar su gira a Iberoamérica para no desconectarse de una crisis cuya peligrosidad aumenta por días para España y Portugal. Los anuncios hechos ayer por Zapatero son pasos en la buena dirección. Pero, como suele ser habitual en el presidente del Gobierno, son pasos tardíos, incompletos y claramente agónicos. Son medidas a la desesperada, porque lo que necesita España es un plan estratégico estructurado y coherente que no fragmente las soluciones, sino que afronte la crisis de manera global. El Gobierno va a suprimir la ayuda de 426 euros a los parados, cuando el nuevo ministro de trabajo dijo que se mantendrían; va a rebajar la fiscalidad de las pequeñas y medianas empresas, que son las principales víctimas de la crisis; y va a privatizar parcialmente la gestión de los aeropuertos y de Loterías del Estado. Podría decirse que a buenas horas llegan estas medidas, aunque es mejor tomarlas que no tomarlas. Sin embargo, son otra vez testimonio de la falta de criterio con que Rodríguez Zapatero gestiona la crisis y dirige su Gobierno. Tras años de constante descalificación de las llamadas «políticas liberales» y de acusaciones contra los gobiernos del PP por su responsabilidad en la crisis, Zapatero se descubre a sí mismo como un liberal de última hora, privatizando sector público, cortando por lo sano el gasto social y bajando impuestos al sector empresarial de los autónomos. Por pedir medidas como estas, especialmente la reducción fiscal a las Pymes, Rajoy ha sido tachado de antisocial y antipatriota. La soberbia de Zapatero le impedirá reconocer su error, tanto como el acierto del PP, y volverá a excluir a la oposición de cualquier pacto posible, aunque los hechos demuestren —como sucedió con la propuesta del PP de reducir 15.000 millones el gasto público— que Zapatero tiene que acabar haciendo, tarde y mal, algunas de las cosas que le propone Rajoy. Tarde y mal porque estas medidas habrían sido mucho más eficaces hace un año. Hoy son insuficientes y demuestran que Zapatero siempre llega con retraso a los problemas.
ABC - Editorial
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