miércoles, 1 de diciembre de 2010

Presidente a la fuga. Por Edurne Uriarte

Mientras la prima de riesgo batía nuevos récords históricos el lunes y martes, hasta los 300 puntos básicos, y la alarma sobre España alcanzaba cotas de vértigo, nuestro presidente estaba en … Libia. Lo que resume perfectamente el estado de total desconexión con la realidad que tienen Zapatero y su gobierno.

Desconexión con la realidad de los riesgos que se abaten sobre nuestro país y nuestro futuro. Pero no con los intereses electorales de Zapatero, y ésa es la otra vertiente del presidente ausente. Que la incapacidad para anular este viaje o para reducirlo a un mínimo de horas que hiciera imperceptible su ausencia estaba perfectamente programada. Pues el presidente a la fuga tenía como objetivo evitar cualquier presencia de Zapatero asociada con la debacle socialista en Cataluña. Y minimizar así los efectos de la catástrofe electoral en su liderazgo, intentando que el Zapatero estadista internacional nublara en lo posible el recuerdo del Zapatero artífice del Estatut y entusiasta del PSC nacionalista.


De ahí lo incomprensible de la atención que aún se presta al argumento gubernamental de la inconveniencia de las elecciones anticipadas para asegurar la estabilidad política frente a la crisis. Cuando la única razón para no convocarlas es el tiempo que Zapatero quiere ganar para presentarse a esas elecciones en un estado lo menos calamitoso posible. Para lo que no duda en ausentarse del país en momentos críticos como los de estos últimos días si con eso se consigue cumplir con la estrategia electoral.

La respuesta a la crisis se realiza en función de la estrategia electoral y no en función de la propia crisis. Lo que no hace más que elevar la desconfianza en nuestro país en una espiral irreversible. Y con la guinda de la ministra titubeante Salgado, ayer, en el Senado, «como en el anterior periodo de estabilidad… hum… perdón, de inestabilidad».


ABC - Opinión

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