lunes, 1 de noviembre de 2010

Gobernar en tiempos de crisis. Por José María Carrascal

El americano medio no sólo se ve a él igual o peor que hace dos años, sino también a su país

EN vísperas de las elecciones legislativas, los analistas norteamericanos se preguntan: ¿por qué Obama es atacado por la derecha y la izquierda? Y la respuesta es: porque fue elegido para solucionar los enormes problemas del país, empezando por los económicos, y no los ha solucionado, entre otras cosas, porque era imposible hacerlo en sólo dos años. Pero tampoco ha sabido explicarlo. Todas sus dotes de comunicador que le llevaron a la presidencia no le han servido para explicar desde allí lo difícil que es salir del pozo en que se encuentran.

Aparte de serios errores de estrategia y una cierta arrogancia. Su primer error fue centrar los esfuerzos en la reforma sanitaria, cuando el país le pedía centrarlos en la recuperación económica, donde comenzó ayudando a los bancos, principales causantes del desastre. Puede que fuese necesario para evitar el hundimiento total, pero no se molestó en aclararlo, lo que nos lleva al segundo reproche: su aire elitista, que ha convertido al hijo mestizo de una madre que tuvo que criarlo con ayuda pública y pudo estudiar gracias a becas en un presidente distante del pueblo llano. Es como Obama ha perdido las bases que le llevaron a la Casa Blanca: los trabajadores blancos, las mujeres, los católicos y los independientes. Se lo voy a decir con las palabras de Judy Berg, enfermera de Morton Grave, Illinois, que reúne esas cuatro condiciones: «Voté a Obama porque quería un cambio. Pero el cambio no se ha producido y sigo tan dejada al margen como antes».


Hay algo incluso más grave que eso: el americano medio no sólo se ve a él igual o peor que hace dos años, sino también a su país, inundado de productos extranjeros, con una deuda astronómica, enteros ramos industriales tambaleándose y, lo peor de todo, sin perspectivas de mejora.

Es lo que ha traído el cabreo general, la caída en picado de la popularidad del presidente y las malas perspectivas de su partido en las legislativas de mañana, donde puede perder una o incluso las dos cámaras. Y ¿cómo va a solucionar Obama los grandes problemas del país en los dos años de mandato que le quedan sin ese apoyo, si no ha conseguido con él? Los optimistas razonan: «En adelante, podrá echar la culpa al obstruccionismo republicano de no poder realizar las reformas necesarias». Algunos van incluso más allá: «El radicalismo republicano terminará metiendo miedo al norteamericano medio, que volverá a nosotros dentro de dos años».

Veremos. Pues para los norteamericanos quien gobierna es el presidente, no las cámaras. Y eso es lo que tendrá que hacer Obama a partir del miércoles, gobernar en tiempos de crisis, si quiere ser reelegido.


ABC - Opinión

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