lunes, 4 de octubre de 2010

La gran coalición. Por César Alonso de los Ríos

La temible envergadura de la crisis, la cesión de la política económica a las autoridades de la UE, la incapacidad para tomar medidas mínimamente coherentes con el propio programa cuando no abiertamente contradictorias con él —como la congelación de las pensiones— deberían haber llevado a Zapatero a proponerle al PP un gobierno de coalición. Podría haber justificado esta decisión de forma sobrada, ante sus propios votantes, por dos razones: en primer lugar, por tratarse del modo más respetuoso con las definiciones de cada uno de los dos partidos; en segundo lugar, porque la causa que originó la crisis habría sido la explosión de la burbuja inmobiliaria permitida por los dos partidos y originada, a su vez, por la explosión de la burbuja en Norteamérica. Así que, a mi entender el error de Zapatero no consistió únicamente en el tardío reconocimiento de la crisis y de las obligadas previsiones sino en que se negó a reconocer que, en tales circunstancias, el partidismo debe ceder a las exigencias de la sociedad.

Al no ver la necesidad de un gobierno de coalición con el PP, Zapatero ha tenido que tomar medidas inexplicables para sus seguidores, tan repugnantes e innecesarias como la congelación de las pensiones. En realidad justificación de Tomás Gómez a las primarias se ha debido a esta necesidad de responder en nombre de las bases . En definitiva, Zapatero no habría tenido que emplearse en políticas tan contradictorias con los principios del propio partido.

Las causas de la imposibilidad de una «gran coalición» en España hay que encontrarlas en la incapacidad para la reconciliación que siguen manteniendo los españoles, encastillados en la derecha y en la izquierda como en trincheras… Un odio a muerte que Goya quiso representar con la terrible escena de la pareja que se condena a morir a garrotazos al haberse agarrotado previamente las piernas.


ABC - Opinión

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