lunes, 6 de septiembre de 2010

ETA. Que pierdan toda esperanza. Por José García Domínguez

¿Existirá bajo el manto de las estrellas del universo un ser capaz de tropezar dos veces seguidas con varias toneladas de escombros en la T-4?

Salvo que los estragos de la Logse también han alcanzado a la dirección de ETA poco más cabe inferir de ese comunicado-kleenex que ha concedido propalar la BBC, siempre presta a satisfacer los anhelos del crimen organizado. Así, tan solemne como ignara, la gudari encargada de leer el papel insistiría una y otra vez en llamar "ciudadanos", esto es, individuos depositarios de la soberanía en una nación libre, a los vascos –y las vascas– pretendidamente sojuzgados por la opresión colonial española. Por lo demás, una vez constatado que estamos en guerra con el fracaso escolar, la gran novedad es que no hay novedad alguna.

Al cabo, ya suman once las proclamas de reposos tácticos que la facción armada del nacionalismo vasco ha anunciado urbi et orbe desde 1981. Y la única incógnita que abre ésta corresponde más al orden antropológico que al político. ¿Existirá bajo el manto de las estrellas del universo un ser capaz de tropezar dos veces seguidas con varias toneladas de escombros en la T-4? He ahí el misterio, el único: discernir si, por fin, el Adolescente ha concedido transitar al mundo de los adultos. O no. Pues que los llamados a agitar el árbol –Arzalluz dixit– proclamen que quieren hacer lo que tienen que hacer, nada nuevo revela, ni bueno ni malo.

Los pirómanos que ahora se esconden bajo las respetables faldas de la derecha abertzale saben que para incendiar de nuevo el País Vasco desde los despachos alfombrados, habrán de tomarse unos meses sabáticos. El tiempo justo hasta que Eusko Alkartasuna les franquee las puertas de ayuntamientos y diputaciones. Eso es todo. Por algo ese folio emborronado con rancia retórica huera ni siquiera se compadece con las condiciones dizque mínimas vindicadas por Batasuna. A fin de cuentas, son los cuates de Otegi quienes establecen como premisa previa a cualquier proceso de paz un alto el fuego "verificable".

Enunciado, ése, que no tolera más significado posible en idioma castellano que la entrega de las armas. En cuanto a los civilizados, sería éste el momento de que recordásemos cierto aserto contenido en aquella resolución de las Cortes en 2005, cuando la penúltima tregua-trampa. El que rezaba tal que así: "La política puede y debe contribuir al fin de la violencia". Puede y debe, en efecto. De ahí que ahora mismo, sin demora, se imponga otro pronunciamiento formal de las Cortes advirtiendo a los etarras, como en el infierno de Dante, que pierdan toda esperanza. Si el niño ha crecido, claro.


Libertad Digital - Opinión

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