La supina torpeza cometida por Zapatero con Tomás Gómez es propia de un liderazgo en descomposición, el de Zapatero.
La supina torpeza cometida por Zapatero con Tomás Gómez es propia de un liderazgo en descomposición, el de Zapatero. Descomposición que, como en otros casos antes que el suyo, tiene como primer rasgo que el último en enterarse del mismo es el propio líder. Incapaz de entender, primer elemento de su torpeza, que él ya no está para imponer candidatos en ningún sitio. Por la sencilla razón de que la gente tiende a rebelarse contra los jefes sentenciados a un próximo e inevitable final político, que ni dan miedo ni tienen ya nada con qué recompensar.
Incapaz de entender, segundo elemento de la torpeza, que el nombre del líder, Jiménez o Gómez, influye poco o nada en la dirección del voto en nuestro sistema de partidos. Pues los españoles votan a los partidos y no a los líderes, cosa que un político como Zapatero, pendiente hasta la obsesión de las encuestas, debería saber, sin necesitar dos tardes adicionales de Ciencia Política, además de las de Economía.
Incapaz de entender que la ventaja de imagen de Jiménez en las encuestas no va a producir ninguna alteración en la intención de voto. Sobre todo, porque es la trayectoria del socialismo nacional la que ha dañado irremediablemente las posibilidades del socialismo madrileño, que puede traerse al mismísimo Obama y ni así llega al Gobierno regional.
E incapaz de concluir de todo lo anterior, y este es el tercer y más llamativo elemento de su torpeza, que su capricho de Madrid va a costarle unos cuantos jirones más de su ya maltrecho liderazgo. Entre los militantes, especialmente, que asistirán al navajeo interno propio de unas primarias sin haber entendido para qué hacía falta este destrozo adicional.
Y que pueden concluir, a falta de mejores respuestas, que para el propio ego de Zapatero. Para demostrarse a sí mismo y a los demás que aún puede imponer un candidato y echar al que le ha salido respondón.
Incapaz de entender que la ventaja de imagen de Jiménez en las encuestas no va a producir ninguna alteración en la intención de voto. Sobre todo, porque es la trayectoria del socialismo nacional la que ha dañado irremediablemente las posibilidades del socialismo madrileño, que puede traerse al mismísimo Obama y ni así llega al Gobierno regional.
E incapaz de concluir de todo lo anterior, y este es el tercer y más llamativo elemento de su torpeza, que su capricho de Madrid va a costarle unos cuantos jirones más de su ya maltrecho liderazgo. Entre los militantes, especialmente, que asistirán al navajeo interno propio de unas primarias sin haber entendido para qué hacía falta este destrozo adicional.
Y que pueden concluir, a falta de mejores respuestas, que para el propio ego de Zapatero. Para demostrarse a sí mismo y a los demás que aún puede imponer un candidato y echar al que le ha salido respondón.
ABC - Opinión
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