Es difícil, por no decir imposible, encontrar algún aspecto criticable en la visita privada de Michelle Obama y su hija Sasha a España. Ha sido muy cariñosa con nuestro país y deferente con todos aquellos que la han tratado. A pesar de ello, han surgido críticas aisladas en algunos medios de comunicación que resultan incomprensibles. Los comentarios de algún articulista tan sólo pueden responder a un estéril deseo de hacerse notar ejerciendo una excentricidad tan pueril como inconsistente. Los españoles deberíamos sentirnos muy satisfechos porque la esposa del presidente de Estados Unidos haya decidido pasar unos días de vacaciones en España. Al margen del indudable beneficio que ha tenido para la imagen de nuestro turismo y especialmente para Marbella, lo razonable sería mostrar nuestra satisfacción, así como el agradecimiento por la proyección que nos ha dado durante su estancia entre nosotros. No se trata, por supuesto, de caer en un absurdo servilismo o rememorar la extraordinaria película «Bienvenido Mister Marshall», pero tampoco realizar críticas cuyo objetivo tan sólo puede ser esa búsqueda de notoriedad que sólo sirve para complacer el ego de sus promotores. España es una potencia turística y la aportación de este sector a nuestra economía es determinante. Es un país tan amable en su gente como agradable de vivir. Contamos con una oferta de ocio cultural extraordinaria que se complementa con el sol y playa que nos hizo famosos en todo el mundo. Nuestro futuro pasa, precisamente, por profundizar en ese campo y realizar grandes inversiones para seguir siendo uno de los destinos más atractivos del planeta. En este sentido, es fundamental que personalidades de todos los ámbitos nos elijan para pasar sus vacaciones. Es cierto que hay que potenciar otros sectores de la actividad económica e invertir más en educación y en la industria de la ciencia, es decir, la investigación y el desarrollo, pero esto es compatible con no descuidar una de las grandes industrias nacionales como es el turismo. Michelle Obama regresa a su país con una excelente imagen del nuestro. Es muy positivo. No hay que olvidar que es la esposa del jefe del Estado de la primera potencia mundial. Esto nos beneficia en todos los terrenos y, por tanto, hay que felicitarse por su elección. Su estancia tuvo como punto culminante su encuentro con los Reyes y la Princesa de Asturias. Don Juan Carlos es el mejor embajador que tiene España y ha mantenido unas relaciones tan estrechas como cordiales con los inquilinos de la Casa Blanca. Es una persona muy querida en Estados Unidos. Nadie puede ser más eficaz en la proyección internacional de nuestro país, algo que han tenido muy claro todos los presidentes del Gobierno y lo han aprovechado. Una vez que ha concluido su estancia sólo cabe esperar que regrese pronto. Es cierto que han surgido críticas interesadas en Estados Unidos en clave de política interna, pero tenemos que esperar que no tengan ningún efecto para que nos vuelva a visitar. Y con ella, cuantos más famosos mejor, porque será muy positivo para la imagen de España como uno de los destinos turísticos mundiales más atractivos.
La Razón - Editorial
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