Gómez ha parado la embestida de Zapatero, la está templando, y le queda lo más difícil, que es mandar.
COMO bien sabe Juan Barranco —más ex alcalde de Madrid que diputado—, el mirlo blanco es un pájaro raro raro, tanto que muchos no lo han visto en su vida. En origen, el macho, más vistoso que la hembra, es enteramente negro y luce un hermoso pico amarillo. Barranco suele decir lo que cree, lo que resulta meritorio y valiente. Pero, ¿desde cuándo decir lo que se piensa es un acto de valentía? Pues desde que está Zapatero al frente del PSOE, mire usted por dónde. El poder en este socialismo tan singular es sinónimo de encuesta. Es demoscopia, sociología caprichosa que el líder esboza cuando le viene en gana. Tomás Gómez es bueno, pero Trinidad Jiménez es buenísima. Fue decir esto y ya está la oficialidad colocándose junto al jefe. Pero el jefe no ofrece razones, sólo encuestas que, por cierto, no enseña.
Lo de Gómez es meritorio. Dejemos las siglas, hablemos de democracia. Este David del PSOE ha tenido los redaños de decirle no a Zapatero, de contradecirle y de luchar por lo que cree. Este impulso, que en política debería ser definitivo, es hoy una antigualla. No sé si le han engañado, aunque resulta inquietante que el alcalde más votado de España —lo fue Gómez en Parla—, ahora sea un retal que debe ceder su puesto a quien ya fracasó. De Trinidad recordamos su chupa de cuero negra, pero no dejó ni una sola idea para los madrileños. Fue perder las elecciones y el mirlo levantó el vuelo. Luego vino Miguel Sebastián, al que Gallardón destrozó. Y el mirlo también voló. Pero mirlay mirlo terminaron ministra y ministro, mientras el PSOE cuenta 21 años en la oposición municipal y 15 en la autonómica.
Lo de Gómez es meritorio. Dejemos las siglas, hablemos de democracia. Este David del PSOE ha tenido los redaños de decirle no a Zapatero, de contradecirle y de luchar por lo que cree. Este impulso, que en política debería ser definitivo, es hoy una antigualla. No sé si le han engañado, aunque resulta inquietante que el alcalde más votado de España —lo fue Gómez en Parla—, ahora sea un retal que debe ceder su puesto a quien ya fracasó. De Trinidad recordamos su chupa de cuero negra, pero no dejó ni una sola idea para los madrileños. Fue perder las elecciones y el mirlo levantó el vuelo. Luego vino Miguel Sebastián, al que Gallardón destrozó. Y el mirlo también voló. Pero mirlay mirlo terminaron ministra y ministro, mientras el PSOE cuenta 21 años en la oposición municipal y 15 en la autonómica.
A Tomás Gómez le dicen que, si se retira, la dirección —o sea, Zapatero— le garantiza que estará al frente del PSOE en Madrid. Esto se llama democracia: los militantes pueden decir, los votantes pueden votar, pero a los jefes se les elige desde arriba. Los mirlos —loros más bien— se van tras perder, y es cuando llaman a gente como Tomás Gómez, al que obligaron a dejar la alcaldía para que sacara lustre a un partido cada vez menos presente en Madrid.
Gómez debe saber dónde está el límite, pero hay que agradecerle el cuajo que le echa. La democracia no está exenta de riesgos, y hay algunos que no tienen miedo. Aplique las reglas de la tauromaquia y saldrá bien del lance: ha parado la embestida de Zapatero, la está templando, y le queda lo más difícil, que es mandar. Tiene todo en contra. Sólo unos cuantos hombres buenos le acompañan. Destaquemos a Juan Barranco, que apoyará al díscolo haga lo que haga. Está por ver lo que hará el dedo perezoso de Zapatero cuando dicte la lista al Congreso por Madrid. No sé, pero creo que Barranco ya ha empezado a buscar trabajo. Mejor terminar así que tragar con esta democracia caprichosa, fofa y blandiblú.
Gómez debe saber dónde está el límite, pero hay que agradecerle el cuajo que le echa. La democracia no está exenta de riesgos, y hay algunos que no tienen miedo. Aplique las reglas de la tauromaquia y saldrá bien del lance: ha parado la embestida de Zapatero, la está templando, y le queda lo más difícil, que es mandar. Tiene todo en contra. Sólo unos cuantos hombres buenos le acompañan. Destaquemos a Juan Barranco, que apoyará al díscolo haga lo que haga. Está por ver lo que hará el dedo perezoso de Zapatero cuando dicte la lista al Congreso por Madrid. No sé, pero creo que Barranco ya ha empezado a buscar trabajo. Mejor terminar así que tragar con esta democracia caprichosa, fofa y blandiblú.
ABC - Opinión
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