sábado, 14 de agosto de 2010

Fuego asesino

La fundada sospecha de que el incendio fue provocado hace de la muerte de sus víctimas un acto criminal.




LA muerte de dos miembros de una brigada de extinción de incendios en Pontevedra, fallecidos la pasada madrugada mientras intentaban detener el avance de la llamas en la localidad de Fornelos de Montes, confirma la magnitud del drama que representan los incendios forestales. Pese a la experiencia acumulada por los dos brigadistas y el buen funcionamiento de las alertas oficiales, el viento convirtió en una trampa mortal el fuego que trataban de contener los servicios de extinción. La fundada sospecha de que el incendio fue provocado —como el 70 por ciento de los que arrasan cada año Galicia, según fuentes de la Fiscalía— hace de la muerte de sus víctimas un acto criminal que obliga a la Justicia a actuar con todo el rigor y el peso de la ley contra sus autores.

ABC - Editorial

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