Las elecciones anticipadas no sólo son urgentes para salvaguardar lo poco que queda de nuestra economía, sino que, a la luz de la servil actitud del PSOE, resulta cada vez más apremiante para conservar lo todavía más escaso de nuestro sistema político.
No cabe duda de que la economía española padece problemas gravísimos que tardaremos años (o incluso décadas) en resolver plenamente. Gran parte de esos problemas han sido causados por la irresponsable política económica del Gobierno de Zapatero y constituyen una enorme hipoteca que se trasladará a los Ejecutivos futuros. Sin embargo, precisamente por esa innata tendencia del PSOE a agravar los problemas, hay una cosa que en principio podríamos solucionar rápidamente y que reforzaría nuestra credibilidad frente al exterior: cambiar al Gobierno que ha causado buena parte del desaguisado actual al negarse a adoptar las reformas presupuestarias y estructurales que requiere nuestro aparato productivo.
Los prejuicios ideológicos y el sectarismo del PSOE han terminado por deslegitimarlo por completo ante sus tradicionales socios parlamentarios, más izquierdistas y sectarios que él mismo si cabe. El país sobrevive en un impasse porque el Gobierno ni quiere ni puede hacer lo correcto. Su soledad en el Congreso apenas le permite sacar adelante las tímidas reformas que le imponen desde Bruselas y, lo que puede resultarles más vergonzoso, los presupuestos de 2011.
Los prejuicios ideológicos y el sectarismo del PSOE han terminado por deslegitimarlo por completo ante sus tradicionales socios parlamentarios, más izquierdistas y sectarios que él mismo si cabe. El país sobrevive en un impasse porque el Gobierno ni quiere ni puede hacer lo correcto. Su soledad en el Congreso apenas le permite sacar adelante las tímidas reformas que le imponen desde Bruselas y, lo que puede resultarles más vergonzoso, los presupuestos de 2011.
Así las cosas, este es un contexto propicio para el mercadeo político. El Gobierno no quiere renunciar al poder, de modo que se muestra favorable a entregarlo casi todo a aquel partido que le dé la llave para tan decisiva votación. Parece que en esta ocasión el apoyo deseado es el del PNV, quien no ha tardado un instante en exigirle todo lo confensable e inconfensable al Ejecutivo: desde reivindicaciones territoriales como el enclave cántabro del Valle de Villaverde a exigencias políticas como el gobierno vasco, pasando a buen seguro por condicionar los términos de la "negociación" con ETA.
La crisis económica ha sembrado el terreno para el chantaje político al Gobierno. Un chantaje que de manera previsible puede terminar en cesión claramente perjudicial para todos los españoles. Pues no se trata sólo de que los presupuestos para el año próximo a buen seguro consolidarán un volumen de gasto muy superior al que cabalmente nos podemos permitir, sino que, además, la moneda de cambio para sacar adelante este expolio será la enésima claudicación política, institucional y moral de nuestra nación. Si ya es grave que nuestros políticos trafiquen con nuestra prosperidad y la de nuestros hijos, más aún lo es que para poder hacerlo estén dispuestos a añadir un clavo más en el ataúd de nuestra democracia.
La celebración inmediata de elecciones anticipadas no sólo es urgente para salvaguardar lo poco que queda de nuestra economía, sino que, a la luz de la servil actitud del socialismo patrio, resulta cada vez más apremiante para conservar lo todavía más escaso de nuestro sistema político.
Un precio que sería demasiado alto para aprobar cualesquiera presupuestos, pero que, desde luego, será insoportablemente oneroso para sancionar unas cuentas públicas que, si nos atenemos a la experiencia, sólo servirán para terminar de sesgar los pocos brotes verdes que puedan haber surgido a la sombra de Zapatero.
La crisis económica ha sembrado el terreno para el chantaje político al Gobierno. Un chantaje que de manera previsible puede terminar en cesión claramente perjudicial para todos los españoles. Pues no se trata sólo de que los presupuestos para el año próximo a buen seguro consolidarán un volumen de gasto muy superior al que cabalmente nos podemos permitir, sino que, además, la moneda de cambio para sacar adelante este expolio será la enésima claudicación política, institucional y moral de nuestra nación. Si ya es grave que nuestros políticos trafiquen con nuestra prosperidad y la de nuestros hijos, más aún lo es que para poder hacerlo estén dispuestos a añadir un clavo más en el ataúd de nuestra democracia.
La celebración inmediata de elecciones anticipadas no sólo es urgente para salvaguardar lo poco que queda de nuestra economía, sino que, a la luz de la servil actitud del socialismo patrio, resulta cada vez más apremiante para conservar lo todavía más escaso de nuestro sistema político.
Un precio que sería demasiado alto para aprobar cualesquiera presupuestos, pero que, desde luego, será insoportablemente oneroso para sancionar unas cuentas públicas que, si nos atenemos a la experiencia, sólo servirán para terminar de sesgar los pocos brotes verdes que puedan haber surgido a la sombra de Zapatero.
Libertad Digital - Editorial
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