martes, 13 de julio de 2010

Nuestros «Jimmy Jumps». Por Hermann Tertsch

Con presidentes como Laporta se intenta convertir a los hinchas del Barcelona en militantes del secesionismo.

COMO sabrán algunos gracias a su reciente hiperactividad, contamos en el monipodio nacional con un imbécil muy especial que se hace llamar Jimmy Jump. Su profesión podría definirse como gracietas varias. O quizá como payasadas. Con el matiz de que no las hace para que se ría el público, sino para ofender a parte del mismo. En Johannesburgo, antes de la final del Mundial entre España y Holanda, nuestro tonto profesional y vocacional intentó ponerle una barretina al trofeo de la Copa del Mundo que se disputaban España y Holanda. Jimmy Jump es muy, pero muy seguidor del Barsa, ya saben, del Club de Fútbol Barcelona, que es mucho más que un club. En su día formó, con el Athletic de Bilbao y el Real Madrid, la aristocracia del fútbol español.

Recordamos el entusiasmo con el que sus capitanes recibían la Copa del Generalísimo de manos de Franco, tan aplaudido por los culés y La Vanguardia Española, al final de la dictadura, como cuando entró en Barcelona después de la guerra. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Confirmada sin género de duda la muerte de Franco, los dirigentes del Barsa se han destapado como algo que jamás imaginamos.


En maquis blaugranas, aguerridos antifranquistas. Si Franco decía que él era España, ellos dicen ahora que España es Franco. Así, la que siempre fue una máquina de buen fútbol ahora funciona además como un inmenso aparato de propaganda antiespañola y anticonstitucional. Con presidentes como Joan Laporta, otro Jimmy Jump de notoriedad, se intenta convertir a los hinchas del FC Barcelona, millones en toda España, en militantes del secesionismo nacionalista y socialista catalán. Transmutarlos de seguidores del club a segadores de cabezas.

Hay que reconocer que los diversos «Jimmy Jumps» han tenido éxito. Quizá no entre los culés de Villafranca de Barros, pero sí entre los de Cornellá del Llobregat. En esta ciudad barcelonesa vivía en los años ochenta un socialista cordobés tan tímido como ambicioso.. Sin otra cualidad que la buena salud, Montilla emprendió en Cataluña un carrerón político. Como alcalde diecinueve años y secretario de organización, aprendió todo lo que un buen «aparatchik» debe saber. Desde la liquidación política del adversario al cambalache con bancos y Cajas, siendo su preferida la Caixa, que le perdonó al PSC unos 6,3 millones de euros, dice que a cambio de nada. Montilla, este perfecto Jimmy Jump, rizó el rizo el sábado pasado cuando tuvo que huir como un conejo de los suyos, a los que movilizó en contra de las instituciones españolas.

Otro Jimmy Jump es nuestro ministro Moratinos, que ayer batió el record de abrazos con líderes de regímenes criminales en una semana. Primero fue el presidente sirio Assad. Después, Raúl Castro. Y ayer cenó con el ministro iraní de Exteriores. Pocos demócratas en su agenda. Como ven, el imbécil en Sudáfrica es nuestro Jimmy Jump más inofensivo.


ABC - Opinión

0 comentarios: