No se trata de salir del paso «como sea» —según el estilo habitual de Zapatero— sino de evaluar con rigor las necesidades de los ciudadanos y los recursos disponibles.
UNO tras otro, los planes del Gobierno para hacer frente a la crisis económica se ven superados por la realidad implacable de los hechos. Así ocurre con la prometida reactivación del mercado de la vivienda, que ha sido incapaz de gestionar un ministerio perfectamente prescindible y superado por unas circunstancias que no le dejan capacidad alguna de maniobra. También se dijo en su día que la inversión pública en infraestructuras iba a ser el motor para reactivar la economía, con especial protagonismo para el Ministerio de Fomento. Sin embargo, el recorte presupuestario se aplica ahora especialmente al departamento que dirige José Blanco, que habrá de reducir sus inversiones en 6.400 millones de euros entre 2010 y 2011. La situación es tan grave que ya no hay dinero para pagar las certificaciones de obra hasta fin de año porque los fondos están agotados. Todo apunta a que el año próximo será todavía peor, puesto que las previsiones hablan de una cantidad ínfima (304 millones) para licitar obra nueva. Dadas las circunstancias, habrá que seguir con atención las explicaciones de José Blanco en su comparecencia del día 22 en el Congreso, aunque por mucha retórica que utilice el ministro los datos son contundentes y las consecuencias se van a notar a corto plazo. En efecto, las empresas del sector calculan que tendrán que plantear expedientes de regulación que afectarán a miles de trabajadores, aproximadamente entre el 20 y el 40 por ciento del personal.
Fomento pretende salvar algunas inversiones previstas en la red ferroviaria a través de una reasignación que solo garantiza determinados proyectos y obliga a renunciar a otros, incluso en el caso emblemático del AVE. Nadie duda de la necesidad de cuadrar las cuentas en tiempos difíciles, pero es imprescindible evitar la discriminación que perjudica a algunas regiones por razones puramente partidistas. La inversión en carreteras sale peor parada todavía y ello supone una vez más que se van a defraudar las expectativas creadas en tiempos de bonanza con más oportunismo político que realismo presupuestario. El voluntarismo choca siempre de frente con la realidad objetiva, y no se trata de salir del paso «como sea» —según el estilo habitual de Rodríguez Zapatero— sino de evaluar con rigor las necesidades de los ciudadanos y los recursos disponibles, ahora más escasos que nunca. Al margen de la gestión de su departamento, José Blanco juega un papel determinante en el aparato del PSOE. Por ello, tendrá que buscar un equilibrio que resulta imposible cuando las arcas están vacías.
ABC - Editorial
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