lunes, 1 de marzo de 2010

Maquiavelo.es. Por Félix Madero

HAY entre Maquiavelo y Zapatero 491 años y un trecho que va de Florencia a León. Estudiaron Derecho, y aunque el florentino no dijo eso de que el fin justifica los medios, hay que reconocer que alumnos aventajados en España no le han faltado al tutor de Lorenzo de Medicis. ZP es uno de ellos, y por lo que leo y sé, de cum laude. Ahora un actualizado Maquiavelo aparece en el libro del periodista José García Abad, El maquiavelo de León. Supongo que la comparación no le hará gracia; tampoco sé, pero lo barrunto, si ha leído o no El Príncipe. No le hace falta. En el arranque del libro, el periodista reconoce el mérito de los que han tenido la valentía de romper la omertá, la ley del silencio que se ha impuesto en el entorno de Zapatero. Es un dato, y da una idea precisa de lo difícil que es encontrar a socialistas que hablen con libertad de su líder. En privado sí, en público hay miedo. Es un síntoma que explica al personaje, su método y forma de entender la política. Es un síntoma absoluto y absolutista. En mayo de 1521 Maquiavelo escribía a su amigo Francesco Guicciardini: «Desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla». ¡Dios, qué miedo! ¿Están pensando ustedes en la misma persona que yo?

Los enemigos de Zapatero ensalzan el libro con el argumento de que está escrito por alguien cercano a las tesis socialistas. Por eso, dicen, el libro es verdadero y apreciable. El argumento es falaz, pero se ha instalado en tertulias y foros en que el único afán es zurrar a Zapatero. Ya había argumentos, pues bien, ahora uno de los suyos, dicen sin decir verdad, lo desnuda y analiza a modo de apasionado entomólogo. Conviene decir que importa poco de dónde venga García Abad, porque aquí los hechos son sagrados, y ese es el fuste del buen periodismo. No destriparé el libro. Les diré que al terminarlo le invade a uno una mezcla de inquietud y perplejidad. Si todo lo que García Abad dice de ZP obedece a un guión previo elaborado hace años, entonces la inquietud se torna en miedo y desafío. El que han debido sentir todos aquellos amigos suyos que lo auparon al poder y hoy ya no cuentan. Ni contarán. El que sintieron aquellos que han comprendido que para el de La Moncloa lo único importante es el poder y no tanto gobernar. Otero Lastres, profesor de Derecho Mercantil del presidente, le dijo una vez: Rodéate al menos de una persona que te diga siempre la verdad. Que no te adule. En el libro esa persona no aparece. Y no aparecerá por una simple razón, porque esa persona es él mismo, el Maquiavelo de León.

ABC - Opinión

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