Yo habría preferido que Zapatero acudiera a los mítines en un transporte pagado por su partido. La seguridad es sólo un pretexto. Se puede proteger al presidente con la misma eficacia, o casi, sin necesidad que se desplace en un avión de la Fuerza Aérea. Ha ocurrido en otras campañas. Como habría preferido que los dirigentes del PP hubieran esperado a la decisión de los jueces para montar espectáculos de adhesión inquebrantable al presidente valenciano. Las instancias competentes tendrán que pronunciarse en su momento. Convertir ambos asuntos en eje de campaña explica la clamorosa desafección del cuerpo electoral.
Europa se juega mucho en el futuro inmediato y el parlamento que se elija el domingo tendrá que decir mucho más que otros en el pasado sobre los desafíos inaplazables a los que se enfrenta la Unión. Que se resumen en dos. Para empezar, de cómo salga de la crisis económica, dependerá si Europa, y España con ella, sigue en el pelotón de cabeza o cede aún más terreno a otras economías más dinámicas: China, India o Brasil, no sólo no retroceden, sino que continúan creciendo a tasas sorprendentes. En segundo lugar, la parálisis institucional nos está haciendo perder un tiempo precioso, pero los países grandes apuestan por la continuidad del actual presidente de la Comisión. Por no hablar de los problemas de la última ampliación y de las dificultades de las que se avecinan (Turquía). Minucias, por supuesto, al lado de los Falcon de Zapatero y los trajes de Camps.
ABC - Opinión
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