viernes, 5 de junio de 2009

CIERRE DE CAMPAÑA. Por M. Martín Ferrand

LA campaña electoral para el Parlamento Europeo que se cierra esta noche ha sido tan escasa en talento como pródiga en improperios. Si dejamos a un lado el místico y zapateril arrobo de Leire Pajín, pieza para las antologías de la necedad candorosa, puede afirmarse que los dos grandes partidos nacionales han obrado de parecida y lamentable manera: muy lejos de Europa y afanados en presentar el 7 de junio como la fecha de unas «primarias» que, desde una parte, anticipen la caída de José Luis Rodríguez Zapatero y, desde la otra, propicien el relevo de Mariano Rajoy. Las ideas, como viene siendo costumbre en la parodia democrática que representamos, han dado paso al fulanismo y, dado el nivel de los fulanos en juego, el llanto y la desesperación son la única reacción solvente frente a la realidad.

Rajoy y Jaime Mayor Oreja han desarrollado, cada uno por su cuenta, dos campañas diferentes y contradictorias. El democristiano, para no dejar de serlo, ha trabajado -sin pasarse, como corresponde a su ritmo biográfico- para rebajar la imagen de centralidad de la que viene presumiendo el PP. El gallego, muy en su perezosa línea acostumbrada, ha preferido insistir en la vaciedad y los errores del Gobierno. Tomando a Manuel Chaves como ariete, lo que no está mal visto si se considera el cabezón que luce el vicepresidente tercero, ha ido desgranando, con escaso aprovechamiento mediático y gran torpeza propagandística, los fallos funcionales del equipo. Ha repetido más de una vez que, en un Gobierno «normal», un personaje como el ex presidente de Andalucía ya habría dimitido. Así es en verdad. El recalcitrante nepotismo del personaje no es de recibo y atenta contra los más elementales supuestos de limpieza y honradez en el juego político; pero, ¿quién le ha dicho a Rajoy que, aquí y ahora, puede hablarse de normalidad?

El cabeza de la lista socialista, Juan Fernando López Aguilar, se ha comportado como un energúmeno faltón y pendenciero y, sin notorias excepciones, así de «normal» ha sido la conducta de todos los electoralmente implicados. En un país «normal» no habría ministros en el Gobierno con la estela de fracaso y abusos que Chaves ha protagonizado durante dos décadas en Andalucía, ni elecciones europeas sin Europa, ni líderes tan embobados como Pajín, ni catacumbas conspiradoras tan lóbregas como las que amenazan al líder del PP si su victoria no fuese «suficiente»...

ABC - Opinión

0 comentarios: