sábado, 9 de mayo de 2009

POCA «EDUCASHION» . Por Alfonso Ussía

El educado Anasagasti ha dicho que le da asco la democracia española. Le da asco cuando la suma de los escaños que el pueblo concede le quita el poder

Los del PNV no aplaudieron al nuevo «Lehendakari», Pachi López, en su toma de posesión. Ibarreche estaba en una nube. Zenarruztabeitia, que cada día se parece más a una abubilla (Upupa epops) se antojaba recién salida del taller de taxidermia, perfectamente disecada. Y Azcárraga, el de Eusko Alkartasuna, se subía por las paredes sin paredes por las que subir, lo cual resulta, como poco, extravagante.


Ibarreche le entregó la «makila» a Pachi López con ademanes tan corteses que me recordaron a los de Mobutu cuando sacó a patadas del palacio presidencial a Kasavuvu. Mobutu pertenecía a la etnia que se consideraba más pura en la antigua colonia belga, y Kasavuvu era el advenedizo. También se cargó a Lumumba y a Thsombé, y se quedó con el Congo para él solito. Lo del pasado jueves en Guernica fue algo parecido, pero al revés. Mobutu no tuvo más remedio que entregarle el símbolo del poder a Kasavuvu, pero con retranca de raza superior. Tomaba posesión de su cargo de «Lehendakari» un socialista, un López, descendiente de emigrantes, con los votos sumados de los vascos constitucionalistas y defensores del Estatuto de Autonomía, y ello enfureció a los que se creen propietario de las tierras y las vidas de los vascos. El educado Anasagasti, que va a quitarle el protagonismo a Belén Esteban en los platós cardíacos, ha dicho que le da asco la democracia española. Le da asco cuando la suma de los escaños que el pueblo concede le quita el poder. Cuando el poder lo obtenían con el apoyo de los partidos que amparaban el terrorismo, no le daba tanto asco. Aquí, me figuro, que algo habrá que agradecer a José María Aznar y Jaime Mayor Oreja, impulsores de la Ley de Partidos Políticos que ha apartado de las instituciones democráticas a los representantes de la banda asesina. A la actitud de los nacionalistas vascos en la toma de posesión del «Lehendakari» López, se le ha llamado siempre «mala educashión» por aquellos predios. Urkullu ni se dignó asistir.

Pero compensaba ver la alegría de las víctimas del terrorismo, la normalidad que supuso la presencia de representantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado, la respetuosa solemnidad de una «Ertzaintza» que se siente liberada de manipulaciones políticas. Y el cuidado de la estética del acuerdo por la libertad del País Vasco, dibujada con la asistencia de varios miembros del Gobierno y los principales dirigentes del Partido Popular. Para que todo esto haya sucedido, han sido necesarios treinta años de un sistema que separaba a los vascos nacionalistas de los que no lo eran. Más de doscientos mil vascos han tenido que encontrar su futuro en otros lugares de España, fuera de sus raíces. Mil inocentes no han podido disfrutar, por el sacrificio de su muerte, la alegría de la esperanza. Los obispos vascos repudiarán la fórmula laica de Pachi López. Pues tampoco. Mejor el crucifijo ausente que la Cruz administrada por prelados que siempre han estado más cerca de los verdugos que de las víctimas. Ya llegará el momento de reponer a Dios en su sitio protocolario. Dios prefiere la paz al protagonismo. Lo que me preocupa es el enfado indisimulado de los salientes. Mala, pero muy «mala educashión». Y el roble, encantado. ale.

La Razón - Opinión

1 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad de la buena, los de PNV no estuvieron, una hora antes tenían que llegar puntuales
al preestreno del remake de la película 'Star Treck', dónde Ibarretxe tiene uno de los papeles protagonista.