martes, 3 de julio de 2007

Gato blanco, gato negro, qué más da si gana elecciones

Extraña en los periódicos (uno, dos, tres, ...) lo sucedido en Ciudadanos. Resulta que el Comité Ejecutivo presenta un informe de gestión de este último año y el congreso no lo aprueba. Luego hace lo propio el Consejo general y no se llega a votar. Finalmente las cuentas del partido, preparadas y presentadas por el responsable de finanzas, que forma parte de la ejecutiva, tampoco se aprueban.

Sin embargo, la Comisión de Garantías presenta un informe muy crítico con los órganos máximos del partido y es aprobado.

Llega el domingo, el momento de las votaciones, y la lista de Rivera sale elegida (a pesar del sistema de listas abiertas), por amplia mayoría. Y eso pese al hecho de que en esa lista están, salvo error u omisión:

1.- Miembros del Comité Ejecutivo: Albert Rivera, Maite Nolla, Carlos Cuadrado, José Manuel Villegas, José María Espejo, Antonio Mulero y María José Marco. Además, Cuadrado es el que prepara las cuentas que se presentan.

2.- El Presidente del Consejo general: Albert Roig.

3.- Miembros del Consejo General: Manuel Garcia Bofill, Joan García, Francisco J. Marín, Pachi García Salinero, José Gámez, Carlos Carrizosa y Nito Foncuberta.

¿Cómo se explica algo tan extraño?

Para entenderlo hay que partir de la transformación de Ciudadanos. El partido nació como desarrollo de cinco principios contenidos en el segundo manifiesto de los intelectuales que fundan Ciutadans de Catalunya. Esto es evidente en el ideario que sale del primer congreso que, aunque es desigual, está marcado por una llamada al predominio de la razón crítica, de una serie de valores que podíamos denominar ilustrados y de un rechazo a la neutralidad en ciertas materias sensibles: derechos humanos universales fundamentalmente.

Sin embargo, ese primer congreso resulta desastroso en cuanto a la elección del Comité Ejecutivo. Los impulsores de los manifiestos se retiran (salvo Teresa Giménez) y los delegados de ese congreso nadan en la confusión, ignorando realmente qué estaba sucediendo. Se cocina deprisa una lista que no es representativa y que encierra los gérmenes de la disolución y el enfrentamiento. En particular se produce un hecho extraordinario. Pese a que el Presidente y el Secretario deberían estar identificados en la candidatura, no lo están realmente y tras la votación aparecen Albert Rivera y Antonio Robles como Presidente y Secretario. Se nos dice que se ha usado el orden alfabético. Parece increíble, pero es cierto. Nadie sabe qué pasó por cierto, porque las actas de ese congreso no han aparecido y las únicas imágenes que quedan las tomó un delegado de Madrid y por ahí andan colgadas, en la red.

Apenas unos días después ya es evidente que el partido está dividido y más aún cuando se votan las candidaturas para las elecciones autonómicas. Pero la necesidad de improvisar unas elecciones lleva a todo el mundo a dejar de lado los incumplimientos de las normas que ya empiezan a producirse y la ineficaz gestión en muchos extremos.

Y en ese momento se produce el hecho capital. Rivera se desnuda y, contra todo pronóstico, se obtienen tres escaños. Y el partido se rinde a la figura del joven encantador que habla tan claro.

Después de las elecciones se aceleran los incumplimientos y las ineficacias. El Comité Ejecutivo no se ocupa de nada, porque Antonio Robles, como Secretario general, lo asume todo, pero lo hace de consuno con Rivera, que es quien fija el orden del día de las reuniones, hasta el punto de dejar para el final los asuntos espinosos, que a menudo ni siquiera se tratan. Robles, amparado por Rivera, genera un caos organizativo, pero Rivera se niega a distribuir responsabilidades entre los miembros de su Comité y lo mantiene, pese a una primera moción de censura encubierta.

Aquí se produce un segundo momento que explica lo sucedido. A pesar de contar con la desaprobación de la mayoría, muchos se muestran remisos a votar contra Robles, en una votación que no es secreta. Temen represalias porque las listas municipales se acercan y además creen que "sería malo para el partido". Esta frase es esencial.

Se produce una nueva crisis con la cuestión de la presentación de Madrid a las municipales y de nuevo tiene lugar una moción de censura contra Robles. En esta ocasión, con el partido dividido en dos, hay mayoría a favor de cesarlo, pero es simple, no absoluta. Y de nuevo se oye que no es prudente cesar al Secretario general a poco más de dos meses para las elecciones. Muchos, los críticos, empiezan a apuntar a Rivera, el protector de Robles.

Desde ese momento (más cuando el propio Robles y Rivera se enfrentan) todo en el partido son banderías que han terminado en el Congreso. Las elecciones se pasan con un resultado que dentro de los órganos del partido es calificado de mediocre. Muchas personas se van del partido. La mayoría militantes de la primera hornada, afiliados que se unen a la llamada del segundo manifiesto.

Preguntaba qué ha pasado. Ha pasado que el partido en el que se pretendía valorar por encima de todo la razón crítica se ha convertido en un partido presidencialista, en el que los afiliados empiezan a quedar subyugados por el culto a la personalidad y el miedo al vacío. No se ha conseguido mucho, pero la mayoría interpreta que lo conseguido se debe a Rivera. Se tiene clara su responsabilidad en la marcha del partido. Se conocen sus incumplimientos. Hay pruebas a montones. Pero se piensa que puede ganar elecciones.

Y se ha hecho lo mismo que se ha hecho en otras ocasiones. Se le tira de las orejas. No se aprueban sus rendiciones de cuentas, ni su gestión. Ya pasó, ya sucedió que el Consejo General en enero de este año censuró al Comité Ejecutivo de forma muy grave. Y aunque a muchos simplemente les dé igual, porque lo que quieren es un partido que pueda coger cacho, supongo que algunos pensarán que con este nuevo tirón de orejas retomará el rumbo y aprenderá la lección.

Los que no aprenden la lección son ellos. Rivera sabe que es inmune. No le alcanza la responsabilidad porque sus afiliados tienen miedo. Tienen miedo a un partido sin su líder. Sabe que puede hacer cualquier cosa y ninguno de los que ocupan cargos dentro del partido se le opondrá. Después de lo sucedido, con la ristra de incumplimientos y errores ha sido reelegido. ¿Quién se va atrever a llevarle la contraria? No se pueden defender principios incompatibles con tu comportamiento interno.

Bien. Las urnas han hablado. El resultado estaba cantado y ni siquiera las voces de algunos de los intelectuales han servido para torcerlo.

Ahora, mi voto futuro no será para ellos, si es que tengo ocasión. En España sobran partidos huecos que sólo buscan el poder. No alimentaré con mi voto otro más.

Tsevanrabtan
02-07-2007
Rumbo a los mares del sur

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