lunes, 7 de marzo de 2011

La Democracia tiene sus defectos: Zapatero llegó a ser presidente. Por Federico Quevedo

Durante la lección magistral sobre la Democracia y sus virtudes que el presidente del Gobierno ofreció en Túnez el pasado miércoles a los españoles nos quedaron claras tres cosas: la primera, que Madrid es un país europeo; la segunda, que se le sigue apareciendo en sueños su abuelito del alma -¡menudo coñazo de tío, por Dios!-; y la tercera que la Democracia es tan buena que hasta él ha llegado a ser presidente. Es cierto que le faltó decir, para ser más correctos en la expresión, que hasta un inepto como él había llegado a ser presidente, pero quedó bastante claro en el sentido de la frase, porque es tan insultante su autoestima que ni siquiera se da cuenta cuando se dispara en su propio pie. Lo de Madrid es posible que sea un lapsus propio de alguien que cree que la Nación es un concepto discutido y discutible y que por tanto le da igual llamar país a una región, a una ciudad o a una aldea de cuatro casas. Lo del Capitán Rodríguez que mató Franco después de que él abuelo de Rodríguez y al que Rodríguez nunca conoció –lo cual hace más sorprendente tanta fijación- ya tuviera en su haber un currículum considerable de represión violenta y envilecimiento, empieza a ser cansino y deplorable. Pero lo que más me ha llegado al alma es lo de la bondad de la Democracia en la medida que le ha permitido a él ser presidente.

La verdadera bondad de la Democracia va a ser considerable el día en que las urnas lo larguen con viento fresco. Ese día, de verdad, podremos decir que la Democracia, en el sentido de expresión de la voluntad popular y la soberanía nacional, ha funcionado correctamente. Porque hasta ahora, y siento decirlo, lo que ha habido es una mala expresión de la Democracia, no porque las elecciones anteriores fueran ilegítimas -que no lo fueron y jamás se me ocurriría a mi ponerlo en duda-, sino porque una de la virtudes de la Democracia es que los pueblos pueden equivocarse, y después corregir sus errores. Yo no sé si Rodríguez es consciente de la estupidez de su afirmación, pero si aceptamos como bueno que cualquier necio puede llegar a ser presidente del Gobierno, tendríamos que dar por bueno que el pueblo alemán eligiera en su día a Hitler para dirigir sus destinos y conducir a la humanidad a una Guerra Mundial terrorífica. Lo que hace buena a la Democracia no es la posibilidad de que alguien tan nefasto como Rodríguez llegue a ser presidente, sino el hecho de que pueda corregirse tal error, es decir, el que los ciudadanos puedan seguir teniendo capacidad de elección para cambiar su destino. Se trata de eso, de poder elegir, aunque a veces la elección sea equivocada. Dicho de otro modo, el hecho de que los ciudadanos lo hayan elegido no hace bueno a Rodríguez, aunque eso es lo que él pretendía decir.
«Rodríguez es lo peor que nos ha pasado, y no debería ocurrir de nuevo, y para evitarlo en el futuro los ciudadanos deberíamos de tener una participación más activa en la selección de candidatos y en el propio proceso de elección.»
Esa es una confusión muy habitual a la que nos conduce la izquierda: dar por hecho que cuando las urnas hablan nunca se equivocan –siempre que les elijan a ellos, claro- y, por lo tanto, eso otorga una especie de aura de bondad natural que sitúa al elegido por encima del bien y del mal e, incluso, por encima de los demás seres humanos. Pero no es así. De hecho, esa es una de las imperfecciones de la Democracia, porque en general a todos nos gustaría elegir a los mejores, pero a veces se nos cuelan en el proceso de elección los más inútiles. Es lo que ha pasado, y por dos veces, con Rodríguez. ¿Quiere decir eso que los ciudadanos son tontos? No, simplemente quiere decir que ha habido una serie de factores que han jugado a su favor en la elección. Hoy, sin embargo, lo que hay es una suma de factores que juegan en su contra, y por eso las encuestas dicen lo que dicen. Con todo, esto debería servirnos de elección para la próxima vez, y conducir a los ciudadanos a una exigencia de calidad en la selección de candidatos en los partidos políticos. En todos los partidos políticos. Rodríguez es lo peor que nos ha pasado, y no debería ocurrir de nuevo, y para evitarlo en el futuro los ciudadanos deberíamos de tener una participación más activa en la selección de candidatos, primero, y en el propio proceso de elección mediante listas abiertas, después.

Pero mientras eso llega, si es que llega alguna vez, tenemos que seguir soportando los ejercicios de demagogia barata, de discursos de Saldos Arias empalagosos y huecos, de Rodríguez Zapatero. Pero, sobre todo, tenemos que seguir aguantando a un Gobierno que nos ha llevado a la ruina, que ha alcanzado el récord de los cinco millones de parados, que improvisa tonterías cuando los problemas se presentan como inevitables –y me refiero a la reducción a 110 kilómetros del límite de velocidad y el resto de sandeces con las que ayer nos obsequió el Ministro Bombilla-, que ha llevado a cabo el mayor recorte social de toda la Democracia y que nos ha dejado sin futuro a todos los españoles pero, sobre todo, a esa multitud de jóvenes que hoy no encuentran trabajo y tienen que emigrar para encontrar algo de esperanza. Éste ha sido, sin duda, el peor gobierno de la Democracia, y si los tunecinos tuvieran algo de sentido común no harían el más mínimo caso de un tipo que se ha caracterizado por buscar enfrentamientos, romper consensos y provocar a sus ciudadanos, es decir, haciendo todo lo contrario de lo que se hizo en esa Transición de la que ahora él tanto presume como si la hubiera parido. Así que ya saben: a votar y a botarle para dar una lección de democracia.


El Confidencial - Opinión

1 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que el día que no haya que votar será democracia