miércoles, 2 de febrero de 2011

La era Mubarak ha terminado

Este seísmo puede dar alas a organizaciones tóxicas, agazapadas y a la espera de una oportunidad para extender su influencia.

LOS egipcios han cruzado el Rubicón y, aunque un debilitado Hosni Mubarak intente desesperadamente aferrarse al poder, lo que pudiera quedar de legitimidad social en su régimen se ha quebrado definitivamente. Las manifestaciones han marcado el final inapelable de un sistema de más de treinta años de monopolio del poder, y lo único que falta por saber es si este desenlace podrá ser mantenido entre los razonables márgenes de lo que se ha llamado una transición pacífica. El Ejército ha dado su veredicto, ratificado al renunciar a la represión de las multitudinarias manifestaciones de los que reclaman la salida de Mubarak, mientras que los enviados de Washington negocian ya con los sectores más visibles de la oposición. Todavía no es seguro si esa transición va a ser pilotada desde los restos del régimen actual o si habrá otras fórmulas, pero en todo caso el proceso está en marcha y resulta imparable. La era Mubarak —con todo lo que significaba de aparente estabilidad, cargada sobre los hombros de los egipcios— ha terminado en circunstancias que afortunadamente pueden abrir la puerta a nuevas oportunidades de libertad.

Después de este terremoto en Egipto es muy posible que la comunidad internacional deba prepararse para un tsunami político en toda la región, un seísmo que amenaza a los gobiernos más frágiles y que puede dar alas a organizaciones tóxicas, agazapadas y a la espera de una oportunidad para extender su influencia dentro y fuera de Egipto. No es casualidad que el Rey Abdalá de Jordania haya tomado la iniciativa de destituir al Gobierno en pleno, en un intento de curarse en salud, poniendo en marcha las reformas que reclama la sociedad. Israel observa esta secuencia con el mayor interés, teniendo en cuenta que en la frontera que comparte con Egipto, la franja de Gaza, está en manos de los integristas de Hamás, y que en el Líbano otro grupo terrorista, Hizbolá, está en condiciones de manipular el Gobierno del país. La «revolución de Jazmín» en Túnez sorprendió a los gobiernos occidentales, y aunque la revuelta de Egipto podía haber sido previsible, no los sacó de su perplejidad. Sería catastrófico que Occidente siguiera contemplando lo que sucede en el mundo árabe como si fuera un fenómeno meteorológico incontrolable.

ABC - Editorial

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