miércoles, 2 de febrero de 2011

El retablo de las maravillas. Por José María Carrascal

De lo que se trata, a fin de cuentas, es de engañar al personal, que asiste resignado al espectáculo.

PRIMERO, lo estropea. Luego, intenta arreglarlo, sin conseguirlo del todo. Lo que no le impide vendérnoslo como un gran triunfo. Esa es la forma de gobernar de José Luís Rodríguez Zapatero, el socialista más brillante de la historia, según José Blanco. Cuanto toca, sea político, económico o social, lo hace polvo. Pero se las arreglará para convertirlo en foto apoteósica, como la que nos venderá hoy en la Moncloa. Así, una y otra vez, repitiendo siempre el mismo truco, incluso con su propia persona. Le habíamos dado por muerto en Zaragoza, con todos los honores de los funerales de Estado, y se nos apareció en TVE, anunciando lo de siempre: que empezará a crearse empleo en la segunda mitad de este año, para aumentar el siguiente. Olvidando que no se crea empleo hasta que la economía no crece más del 2,5 por ciento, lejos de las previsiones para España, a lo que se añaden factores tan negativos como la subida de la inflación, el dispararse de los precios del petróleo y la inestabilidad del mundo árabe, que restarán dinero a los españoles, frenarán las inversiones y aumentarán las desconfianza. Pero ¿qué importa eso a un hombre que nos dice un día que ha comunicado sus planes sucesorios a dos personas, y el siguiente, que ni se plantea la cosa? ¿Qué importa a unos autodenominados «agentes sociales» cuyo principal interés es no perder los privilegios que vienen disfrutando? Lo importante, como dijo Zapatero a Mohamed VI en la entrevista fantasma que tuvieron en la ONU, «es la foto», como la que hoy va a hacerse con todos ellos en Moncloa, y, mañana con Frau Merkel, la ayer perdedora, hoy agasajada.

De lo que se trata, a fin de cuentas, es de engañar al personal, que asiste resignado al espectáculo, mientras discute si la Liga está o no sentenciada, lo único real en este retablo de las maravillas en que maese José Luis ha convertido España, donde todo es farsa.

Para decidir si reeligen a su presidente, los norteamericanos suelen hacerse la pregunta: «¿Estoy mejor o peor que cuando llegó a la Casa Blanca?» Si los españoles nos hiciéramos esa pregunta, la respuesta sería apabullante a favor de jubilar al nuestro, no importa la cuantiosa e inmerecida pensión que le espera. Pero, o no nos la hacemos o nos ha convencido de que con fotos se arreglan nuestros problemas. De ahí que prefiera otra pregunta, aquella de «¿Compraría usted el coche usado de este hombre?», que aparecía en un cartel con la foto de Richard Nixon. Hay españoles, como José Blanco, Manuel Chaves y Alfredo Pérez Rubalcaba, que comprarían un coche usado a Zapatero, por ser el suyo. El resto se expone no ya a que el coche no arranque, sino que ni siquiera exista.


ABC - Opinión

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