viernes, 26 de noviembre de 2010

La foto. Por Alfonso Ussía

Para salir en una foto hay que posar. El fotógrafo convoca y los figurines acuden. No es Zapatero el culpable de la impactante fotografía que se hará el próximo sábado con los empresarios más poderosos de España. Los culpables son los empresarios, que anestesian sus principios con la obediencia al poder. Esta postura se puede perdonar en un sistema dictatorial, pero nunca en una democracia. ¿Qué puede hacer Zapatero contra el empresario que se niegue a asistir al falso guateque y no aparezca en la foto? En los momentos actuales, muy poco o casi nada. Pero los grandes empresarios españoles son hábiles ponedores de huevos en todas las cestas, y son ellos los responsables de la fotografía y de sonreír complacidos junto a quien les ha mentido repetidas veces y vuelve a jugar con ellos.

Nada más interesante que una conversación con un gran empresario jubilado. Le sale la valentía por los poros y la prudencia no existe. Y nada más aburrido que una charla con un empresario en el poder. Todo son tonos grises, frases nubladas, prudencias vomitivas y cálculo de intereses. Manuel Pizarro es una excepción. Compartí con él algunas horas cuando defendía a sus accionistas del ataque del Gobierno de España y lo que le salía por los poros de la piel no era cautela, sino Aragón. Pero cuando un gran empresario habla de la economía española o de la empresa es más aburrido que ir a una boda y bailar toda la noche con la propia madre.


Existen mil excusas para no acudir a la convocatoria de Zapatero. ¿Qué rábanos les interesa lo que les va a decir el Presidente del Gobierno? Nada. Todo lo que aventure el gran mentiroso forma parte de la aurora boreal, y nada le importa lo que ellos recomienden. Es la foto lo fundamental, no los problemas de nuestra economía, que para ser solventados, habría que producirse un hecho tan elemental como sencillo. Que el convocante no estuviera allí donde los ha convocado. Entonces, ¿para qué van? ¿Por cortesía? ¿Por interés? ¿Qué interés? ¿Por sumisión?

Un gran financiero español, con poder en la banca, en la construcción, en la industria y en los servicios generales, ideó un cargo en el organigrama de su empresa de enorme utilidad. El de «Asistente a Convocatorias Políticas». Pongamos que su apellido era Pipiolet por si la revelación de su identidad puede herirle a estas alturas de su jubilación. Pipiolet no formaba parte de la cúpula del poder, pero era hombre de buen gusto en el vestir, políglota y carraspeaba con convicción. El gran financiero, cuando era invitado a una reunión absurda como la convocada por Zapatero, mandaba siempre a Pipiolet. Éste, muy ordenado y meticuloso, le redactaba un informe de lo acontecido. Jamás los leyó. Pero Pipiolet, a fuerza de tratar con los que asistían a esas cachupinadas, se convirtió en un hombre importante en las finanzas. De ahí su maestría en el carraspeo, porque no sabía nada de nada y con la evasiva gutural quedaba muy bien.

Los empresarios no pueden doblegarse ante un poder que se diluye y ya no forma parte del futuro. La fotografía que aparecerá publicada el domingo se me antoja una obscenidad. Están ayudando al gran depredador de nuestra economía a mantenerse en el poder político. Irán todos, vestidos de grandes empresarios y con la sonrisa cautelosa de los grandes empresarios a oír las falsedades establecidas. Lo importante es la foto, y ellos acuden a posar. Son los culpables, no Zapatero. De ser empresarios de verdad, en la fotografía con Zapatero sólo posarían los Pipiolet.


La Razón - Opinión

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