El debate sobre la capacidad de la sociedad libre de integrar a la comunidad islámica sin perder su identidad ha estallado en Alemania con una virulencia insólita.
Ayer, democristianos y socialdemócratas abandonaron su tradicional recelo a abordar esta espinosa cuestión y coincidieron que estamos ante el principal debate alemán y europeo de los próximos años. Responsable de esta súbita controversia es un libro titulado «Alemania renuncia a sí misma». Pero ante todo su autor Thilo Sarrazin.
Consejero del todopoderoso Bundesbank, destacado miembro del SPD, exministro de Hacienda de la Ciudad de Berlín, Sarrazin —descendiente de hugonotes— ha ocupado y ocupa una multitud de cargos de empresas públicas y privadas que han buscado asesoría de este hombre tan lúcido como provocador. Ahora le quieren echar de todas partes. Y el presidente de la República, Cristian Wulff, debe decidir sobre el cese de Sarrazin como consejero del Bundesbank.
El libro está tan lejos de la corrección política con que se tratan en Alemania las cuestiones de inmigración e integración que ya antes de publicarse había generado indignación. Sarrazin considera que la integración de la comunidad islámica es un fracaso por la incapacidad y falta de voluntad de la misma. Y que sin medidas correctoras urgentes la sociedad alemana está en peligro de perder su identidad.
Frente a las inventivas masivas, Sarrazin ha sido apoyado por personalidades independientes tales como el excanciller socialdemócrata Helmut Schmidt, los filósofos Hans Olaf Henkel, Ralph Giordano, Peter Sloterdijk, el escritor Henry Broder y la socióloga turca Necla Kelek. En todo caso, claro está que los partidos políticos —siempre temerosos a afrontar este problema— no podrán demorar más este debate en Alemania.
Consejero del todopoderoso Bundesbank, destacado miembro del SPD, exministro de Hacienda de la Ciudad de Berlín, Sarrazin —descendiente de hugonotes— ha ocupado y ocupa una multitud de cargos de empresas públicas y privadas que han buscado asesoría de este hombre tan lúcido como provocador. Ahora le quieren echar de todas partes. Y el presidente de la República, Cristian Wulff, debe decidir sobre el cese de Sarrazin como consejero del Bundesbank.
El libro está tan lejos de la corrección política con que se tratan en Alemania las cuestiones de inmigración e integración que ya antes de publicarse había generado indignación. Sarrazin considera que la integración de la comunidad islámica es un fracaso por la incapacidad y falta de voluntad de la misma. Y que sin medidas correctoras urgentes la sociedad alemana está en peligro de perder su identidad.
Frente a las inventivas masivas, Sarrazin ha sido apoyado por personalidades independientes tales como el excanciller socialdemócrata Helmut Schmidt, los filósofos Hans Olaf Henkel, Ralph Giordano, Peter Sloterdijk, el escritor Henry Broder y la socióloga turca Necla Kelek. En todo caso, claro está que los partidos políticos —siempre temerosos a afrontar este problema— no podrán demorar más este debate en Alemania.
ABC - Opinión
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