Gómez se subió a La Noria y sólo dos preguntas bastaron para comprobar que su pensamiento político es semejante al de Leire Pajín y que ya le podían preguntar por Zapatero, que él repetía incansable las cuatro consignas contra Esperanza Aguirre.
Hace un tiempo se supo que la consejera de Familia de la Generalitat había encargado un estudio para mejorar su imagen. Aquello trascendió porque el informe en cuestión costó unos cuantos miles de euros, en plena crisis y en un departamento que, en teoría, debe destinar su dinero a otras cosas. Y aunque la polémica vino por el gasto, lo interesante fue que el estudio concluía que la interfecta de ERC podía mejorar su imagen, sí, pero limitando al máximo sus intervenciones públicas. Es decir, los expertos asesores consideran que lo mejor de un político es que esté callado. Y es que realmente es así. Algún día se estudiará el caso de Elena Espinosa, que lleva más de seis años de ministra, mérito atribuible a que no ha abierto la boca en el tiempo que dura una legislatura y media. Dirige un ministerio sin competencias en agricultura, sin competencias en medio ambiente, ni en medio rural, ni en medio marítimo. No molesta porque no dice nada ni hace nada. El PP tiene la misma política que el PSOE o que Izquierda Unida en la materia, una especie de estatalismo megasubvencionado, y no ha incluido entre sus críticas a la señora Espinosa. Además, ni siquiera es un ministerio con el que se pueda hacer demagogia, como sucedió con el de Vivienda, en el que se colocó a la señora Chacón para hacerle la campaña de las elecciones de 2008 a costa del dinero público. Ponderando lo que se gana y lo que se pierde por dar o no dar una rueda de prensa que te puede hundir, Beatriz Corredor, la señora Garmendia, Miguel Sebastián o la misma Chacón han desaparecido de la vida pública, siguiendo el ejemplo de la señora Espinosa.
El último caso de político que ha perdido abriendo la boca el poco crédito que pudiera haber conseguido es el de Tomás Gómez. El candidato socialista había despertado simpatía por su actitud contra Zapatero. Es cierto que seguramente su rebeldía tiene que ver con algún tipo de traición zapateril o con haber tenido que dejar la alcaldía de Parla para nada, pero que le haya fastidiado a Zapatero sus planes de quitarse de en medio a Trini es de admirar. Así, Gómez se subió a La Noria y sólo dos preguntas bastaron para comprobar que el pensamiento político del candidato es semejante al de Leire Pajín y que ya le podían preguntar por Zapatero, que él repetía incansable las cuatro consignas contra Esperanza Aguirre. Que si ha enfrentado a Madrid con Cataluña y con el País Vasco, que si en Madrid hay "poca calidad democrática", que si éste es el proyecto de miles de compañeros y compañeras, y así hasta que decidieron despedirle, a la vista del espectáculo. Ni las humillaciones públicas de Lissavetzky ni de Rubalcaba ni de Zapatero, ni las supuestas encuestas: la entrevista con el candidato Gómez demostró que seguramente tienen razón en el partido y que puestos a presentar a un candidato para perder, mejor presentar a una cara conocida. Y es que si Gómez gana las primarias, lo que le espera no es La Noria, sino un bañito en el Tutuky Splash.
Libertad Digital - Editorial
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