sábado, 28 de agosto de 2010

Sota, caballo y rey

Las alternativas económicas son pocas, pero la elegida debe aplicarse sin vacilaciones

Muchos Gobiernos llevan meses buscando la combinación óptima entre las medidas de ajuste que reduzcan el déficit y las de estímulo de la demanda interna y de las exportaciones que favorezcan el crecimiento y contengan el paro. En España confluyen dos rasgos diferenciales que hacen más dramática esa opción: un desempleo que dobla la media de la UE; y un elevado endeudamiento privado con un sector bancario que sigue lejos de su normal actividad crediticia. El efecto es una recuperación más lenta (y más vulnerable) que la de nuestros principales socios.

De la comparecencia de la vicepresidenta económica tras la reunión, el jueves, del sanedrín económico del Gobierno se deduce que Zapatero ha optado por dar prioridad a lo urgente sobre lo necesario. Lo urgente: la reducción del déficit mediante una política presupuestaria muy severa. Lo necesario: impulsar el crecimiento, sin el que no se creará empleo.


La crisis de mayo, cuando los mercados (y los Gobiernos que tenían detrás) exigieron un saneamiento drástico de las finanzas españolas bajo amenaza de provocar un insoportable encarecimiento de la deuda, convenció al presidente de lo inaplazable de resolver en primer lugar y de forma rápida ese saneamiento. De forma rápida significa: tocando las principales partidas del gasto, las inversiones en infraestructuras, los salarios públicos y el gasto social. Aunque la vicepresidenta relativizó ayer el criterio adelantado por el ministro de Trabajo respecto a la reforma de las pensiones, dio seguridades de que el ajuste presupuestario se aplicará a rajatabla, con una reducción media del 15% en los Ministerios, excepto en Ciencia e Innovación. El resultado será un nivel de gasto similar al de hace cinco años, con una reducción respecto a 2009 del 7,7%.

Una solución teóricamente posible sería la de buscar la reducción del déficit no tanto mediante el recorte del gasto como del aumento de los ingresos. Es lo que varias veces ha insinuado el ministro de Fomento. Muchos economistas están de acuerdo en que será necesario subir los impuestos directos, pero no ahora: la retirada de renta disponible tendría un efecto más que proporcional en la demanda interna justo en el momento en que por primera vez en dos años se perciben síntomas de despegue: entre abril y junio, según el INE, el gasto de los hogares y las inversiones en bienes de equipo han crecido lo suficiente como para que el PIB subiera el 0,2% en el trimestre y para rebajar el retroceso previsto para el conjunto del año al -0,1%.

Puede tratarse de un dato coyuntural (motivado por ventas anticipadas ante la subida del IVA), pero unido a la reciente colocación de deuda a tipos de interés más bajos y a la mejora de la confianza en el sistema bancario español derivada de las pruebas de resistencia, no deja de ser un síntoma moderadamente esperanzador. Que lo sería más claramente si fuera acompañado de una mayor firmeza y coherencia en las apuestas esenciales del Gobierno en su política económica.


El País - Editorial

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